Entre los 20,000 a los 10,000 años A.C. los secos desiertos de la costa eran escasos, en cambio había más humedad y bosques con plantas y animales grandes. En los andes, las nieves perpétuas bajaban hasta muy cerca de los ríos que hoy forman callejones. Y así era en toda la tierra del Pleistoceno. Por aquellos mismo años llegaron a los andes unos hombres salvajes; corrían detrás de los caballos y los ciervos, detrás de los mastodontes y los megaterios y quizá hasta detrás de los smilodon. Los ciervos eran veloces y tenían hermosos cuernos que parecían ramas; hoy, casi ya no existen y los caballos han desaparecido, pues los caballos domésticos que conocemos son de origen europeo, es decir, los trajeron los españoles con la conquista. En el Pleistoceno los caballos eran salvajes y pequeños, todos se extinguieron al igual que los megaterios, del tamaño de un elefante pero parecidos a los perezosos que todavía habitan en los bosques. Los mastodontes vivían en los andes y sus restos han sido encontrado junto a los instrumentos de los hombres que comieron su carne, en cuevas, especialmente en Piquimachay (Ayacucho). Desaparecieron también los mastodontes, parientes sudamericanos de los elefantes y por supuesto, los tigres con dientes de sable (smilodon).
Pero los hombres que llegaron por primera vez a los andes, conocieron todos estos animales y vivieron de su carne a lo largo de varios milenios. Por cierto, ellos no eran todavía muy hábiles cazadores y sus instrumentos eran rudimentarios; toscamente, cada quien tallaba las piedras que podía encontrar cerca de los ríos, para convertirlas en instrumentos útiles para preparar los alimentos o las pieles de los animales e incluso cortar los árboles. No tenían instrumentos para cazar; así pues, los animales que comían estaban muertos sin ayuda de armas especiales, quizá muchos de ellos recogidos ya después de muertos y otros desbarrancados o muertos a pedradas rodeándolos. No era fácil obtener alimentos; por eso las raíces de los árboles, insectos, lagartijas, gusanos, ratones, etc. todo sirvió para satisfacer el hambre. En esta tarea vital participaban todos los miembros de la familia, incluyendo los niños; la tarea fue muy difícil debido a que la banda de los recolectores no eran muy numerosas. En las bandas más grandes no habían más de tres o cuatro varones adultos y varias mujeres con sus respectivos hijos. Vivían en cuevas o en cualquier lugar que les proporcionara abrigo que los protegiera del viento y la lluvia. No vivían todo el tiempo en el mismo sitio, de modo que se trasladaban de un lugar a otro, estableciendo campamentos temporales. Fue de este modo que llegaron a los andes desde el norte de América; buscando alimentos, haciendo campamentos temporales, caminando varios años.
Llegaron a los Andes hace más de 20 mil años, llegaron en un estado inferior de desarrollo cultural, no tenían aún instrumentos especializados para cazar; con el tiempo, hace unos 14 mil años A.C. comenzaron hacer puntas de proyectil o de lanza que sí servían para la caza, pero eso solo fue el preludio de un hecho más importante, que sólo ocurrió algunos milenios más tarde.
Entre los 10 mil a 5 mil años A.C. El ambiente cambió en toda la tierra; los bosques se convirtieron en zonas casi desérticas, los animales murieron, extinguiéndose muchas especies. Desapareció la fauna de los gigantes (mastodontes y megaterios), desaparecieron los caballos y los tigres dientes de sable; en cambio en el páramo y los prados una especie más bien moderna de auquénidos, el guanaco crecía en número y reemplazaba a los animales extinguidos, junto al guanaco se encontraba la vicuña, ambos descendientes de la paleollama; extinto animal de los Andes durante el pleistoceno. Modernos ´cérvidos que ahora llamamos tarucas o tarugos, con otros venados más pequeños y roedores como la viscacha, todos formaban un mundo nuevo que afectó notablemente a los hombres primitivos que habitaban en los Andes.
En la cuevas y campamentos los cazadores fabricaban finos instrumentos de piedra, especialmente hechos para cazar animales, para ser lanzados como puntas de dardos que penetraban en el cuerpo de los animales. La elaboración de esas puntas requirió de una técnica especial y mucha experiencia; hay que saber dónde golpear cada piedra, con qué intensidad y en qué dirección escoger las piedras.
Hay evidencias sobre unos cazadores que vinieron del norte, pasando por el estrecho de Panamá, pasando por Quito; algunos de ellos se establecieron en Junín y Ayacucho, mientras que otros continuaron su larga caminata hasta llegar al mismísimo extremo del continente, en la Patagonia. Ellos hacían unas puntas en forma de pescado, muy hermosas y quizá tenían sus antepasados en unos viejos cazadores de los llanos norteamericanos a los que se conoce con el nombre "Clovis", que vivieron entre los 15 mil y 8 mil años A.C. es decir, en el lapso en el que se produce tan importante cambio en el Perú. Surgen los cazadores superiores coincidiendo con la iniciación del período llamado post-glacial que sucede al Pleistoceno o edad de los hielos.
Es ésta una era de mejor vida para el hombre. Las familias reunidas aún en bandas de reducido número, dispusieron, al parecer, de más alimentos, no porque hubieran más animales para cazar y más plantas o insectos para recolectar, sino porque sus instrumentos eran mejores y facilitaban una más regular obtención de recursos. El hombre que puede cazar con dardos, no tiene que esperar que los animales mueran para consumirlos; además no tienen que aproximarse a ellos para matarlos, debido a que sus dardos pueden ser lanzados desde lejos con la ayuda de un propulsor.
Las pequeñas comunidades de recolectores-cazadores, aumentaron en número y ocuparon casi todos los pisos ecológicos del territorio; en la costa, los valles y especialmente las lomas, sirvieron como asiento de los cazadores; en los andes habitaron las altiplanicies y también los valles.
Al igual que sus predecesores, no tenían un lugar estable y permanente; eran trashumantes. Ellos tenían un territorio conocido por el cual hacían un periódico recorrido en el curso del año; de esta manera, tenían varios campamentos a los que llegaban en ciertas temporadas. Era una especie de circuito a lo largo de un territorio de caza y recolecta; en la estación lluviosa, cuando hay frutas y maduran los granos y los tubérculos, los animales encuentran pasto verde, se establecían en un campamento en las partes bajas, mientras que en la temporada de sequía el campamento más favorable debía ser el del páramo en donde vivían los guanacos y otros animales, aunque no hubiesen muchas plantas para comer; y entre el páramo y las zonas verdes, boscosas, hay otros lugares que en el curso del periplo debieron servir para campamentos.
Encontrar buenos lugares para que la banda se establezca; se trataba de lugares abrigados que no hay en todas partes; las cuevas son inmejorables y la banda en posesión de ellas debió cuidarlas con mucho celo de cualquier advenedizo. Por eso las cuevas fueron también una suerte de santuarios y los cazadores pintaron en sus paredes; aquellas pinturas rupestres con gran frecuencia aparece el hombre ligado al animal vital, el guanaco, que le servía de alimento. Quizá si con estas figuras obtenían ellos "mejores cacerías" pero eran también, estos dibujos, una especie de sello la banda.
La banda creció mucho; en algunos lugares como Lauricocha (Huánuco), en Junín o en Ayacucho, se formaron verdaderas macrobandas. Aprendieron muchas cosas nuevas, como fabricar mejores y más variados instrumentos para la caza y recolección. En la costa, por ejemplo, hacia el año 6,000 años A.C. ya sabían fabricar con conchas unos ingeniosos anzuelos para pescar; aprendieron también a moler granos en unas piedras especiales, a manera de batanes. Pero, aquellos del grupo que se dedicaban a recolectar plantas, aprendieron otra cosa más importante, que cambió, en los siglos siguientes toda la vida de los cazadores, con consecuencias históricas que todavía hoy nos afecta.
Entre los años 5,000 a los 2,500 A.C. se produjeron importantes descubrimientos como la agricultura y la ganadería. La rutina fue enseñando a los miembros de la banda, muchas cosas sobre las costumbres de los animales y las plantas y sobre la mejor manera de proveerse de ellos para alimentarse.
Acerca de las plantas pudieron observar su ciclo de reproducción, la época de su crecimiento y maduración. Pudieron apreciar cómo no se podía proceder a una recolección indiscriminada de ellas, y cómo era necesario un mínimo de racionalización. Durante la temporada de recolección de plantas en un determinado valle, se recogían todas, o la mayor parte de las semillas de una planta dada, al año siguiente, es decir en la siguiente temporada de recolección, habría disminuido esa planta en cantidad y sí, además, se dejaba solo los frutos o semillas de peor calidad, entonces las plantas de la siguiente temporada serían plantas de baja calidad. Una recolecta selectiva es pues un recurso racional de esta manera aseguraba alimentos para el futuro; una recolecta selectiva supone dejar una parte de las semillas sin consumir, sin coger, tratando de que ellas no sean las de pero calidad, supone un orden, una organización.
Acerca de los animales, igualmente, conocidos su hábitos, se hizo necesario la caza selectiva. Esta actividad se siguió practicando hasta en tiempos de los emperadores incas; el procedimiento de caza era llamado "chaco" y consistía en el rodeo de una gran área, por varios ciento de hombres, quienes formaban un círculo que se iba reduciendo de tamaño; en donde quedaban encerrados los animales; en algunos casos se ayudaban con fogatas. Esta especie de corral humano, cercaba a todos los animales de un área, incluyendo a guanacos y vicuñas, también zorros, venados y otros; de todas las edades y sexo. En la época Inca se escogía a los machos y se dejaba a las hembras y animales tiernos, matando además a los zorros, enemigos temibles de las vicuñas. El rodeo se hacía cada año, asegurando de esta manera, que los años próximos fueran productivos. Pero tal actividad suponía una programación y orden imposible de ser llevado a cabo por las bandas de cazadores, quienes además eran muy pocos para tamaña tarea; así pues, un procedimiento más decidido pudo ser el de reducir a crianza a algunos animales tiernos, alcanzándoles alimentos y manteniéndolos cautivos. El cautiverio de una y otra manada es un buen recurso para asegurarse la carne de los auquénidos por largo tiempo.
Ambas situaciones condujeron a la domesticación de plantas y animales; es decir a la agricultura y la ganadería; y con estas dos nuevas conquistas, el mundo andino cambió.
En efecto, la agricultura y la ganadería son técnicas muy importantes para la seguridad de los hombres. Con ellas se abandona la búsqueda aventurada de alimentos; solo se tiene que cuidar de las plantas y animales, con la posibilidad de aumentar y ,mejorar los productos. El hombre se convierte en productor de alimentos, rescatando de la naturaleza la facultad de determinar el abastecimiento de tales y cuales plantas y animales.
Fue en los andes donde se produjo tan importante evento antes que en la costa, hasta que estudios posteriores demuestren lo contrario.
En los andes hacia el año 5,000 A.C. se ensayaba ya con la domesticación de algunas plantas y animales. En el actual Ayacucho, la llama y el cuy, estaban ya siendo domesticados en ese tiempo. El cuy es un animal de casa, vive muy cerca del hombre, con los desperdicios que él le dejaba; la llama en cambio es un animal de pastoreo, ganado que produce carne y lana; es al parecer, la versión doméstica del guanaco. Además, se conocía la quinua un grano muy rico en proteínas e hidratos de carbono, un gran alimento. No se sabe nada aún de la papa, pero se puede pensar que también se intentaba ya su domesticación. Todos estos son productos andinos.
Un poco más tarde se domesticaron calabazas y zapallos, así como algunas legumbres como el pallar y el frijol. En la costa se encuentran domesticados en varios valles. No olviden que cuando hablamos de agricultura en ese tiempo, no debemos imaginarnos que se trata de una agricultura similar a la que tenemos ahora en nuestro tiempo y ni siquiera similar a la que tuvieron los incas. La agricultura era apenas una más elaborada expresión de la recolecta selectiva, era cuidar las plantas en su ciclo de crecimiento, colocar las semillas quizá, era cuidar que siempre hubiese semillas que sembrar, asegurar la producción. Cuidar la germinación y maduración de las plantas, de sus enemigos naturales, las aves y otros animales, o cuidar la manada de auquénidos en el corral, de los zorros o los pumas, era una actividad permanente, de modo que se hacía necesario abandonar los hábitos de trashumancia para establecerse en un solo lugar por mucho más tiempo que lo acostumbrado, además, fue necesario cambiar también de residencia, pues esta actividad obligaba al hombre a vivir cerca del campo de cultivo para que su cuidado fuera efectivo, por lo que su vivienda no podía hacerse en cualquier lugar abrigado que le brindara la naturaleza, sino en donde la tierra, era más favorable. La tierra, en consecuencia obligó al hombre a construir sus propios abrigos, a construir su vivienda. De esta manera se originan las viviendas estables construidas por el hombre, ese fue el motivo por el cual el ser humano abandonó las cuevas para vivir en los valles, en lugares abiertos que con el tiempo se formarían aldeas y más tarde en ciudades. Estos cambios no fueron sencillos; los cazadores trashumantes, acostumbrados a vivir en cuevas y otros abrigos naturales no abandonaron fácilmente sus hábitos; el tránsito fue lento y dificultoso. Muchos continuaron usando las cuevas y por siglos siguieron viviendo principalmente de la caza, pero al mismo tiempo otros se vieron obligados a cambiar.
En Chilca, al sur de Lima, construyeron sus viviendas de tronco y junco, chozas cónicas, varias chozas juntas, cerca del lugar de siembra; en otras partes hicieron terrones que usaron unos sobre otros para hacer casas. Se acomodaron de varias maneras, como construir albergues con piedras recogidas en el campo, uniéndolas con barro o simplemente poniendo unas sobre otras, con un techo de paja o rama.
En la costa, cerca del mar, los cambios no debieron ser muy drásticos, pues desde años atrás estas comunidades se dedicaron a la pesca y la caza de animales marinos; esa actividad aseguraba la estabilidad de las personas de esos tiempos; sobre todo si hay suficiente pesca y mariscos para recolectar y suficientes lobos marinos para cazar. Si la comunidad era pequeña, de unas cuantas familias, eso, con los procedimientos primitivos permitía vivir sin grandes dificultades. Pero la dieta alimenticia requería de productos vegetales, de modo que cuando en los valles se inició la actividad de los agricultores, los pescadores estrecharon sus contactos con el valle e intercambiaron productos, sin grandes cambios. En cambio, la vida de los cazadores, en general de los hombres que vivían tierra adentro, en la costa y en los ande, cambió inusitadamente, con las características de una verdadera revolución.
En los años 2,500 a 1,500 A.C. la población aumentó, los valles se fueron cubriendo de campos de cultivo y cerca de ellos los campesinos construyeron sus viviendas, como en Chilca. Al aumentar la población, naturalmente, los grupos de viviendas fueron mayores también. Eran campesinos, es decir gente dedicada íntegramente al campo y vivían en aldeas o en estancias.
Hay un hecho importante en todo esto, aparece la propiedad; antes los hombres solo eran dueños de los productos de los que se apropiaban por caza, pesca o recolección, pero no eran dueños de nada más, aparte naturalmente de sus propias armas e instrumentos. En cambio el hecho de sembrar la tierra y usarla como medio de vida, hizo que las comunidades aldeanas se constituyan en propietarios privados (colectivas) de su tierra, con derechos a defenderlas de cualquier advenedizo que quisiera usarla con iguales fines. Al mismo tiempo, esto modificó las relaciones entre las personas, de manera tal que la banda tuvo que ser reemplazada por la comunidad aldeana.
La diferencia entre la banda y la comunidad es una diferencia de gran magnitud. La banda es una organización unifamiliar, mientras que la comunidad, aunque normalmente mantiene los vínculos familiares de consanguinidad, es una organización multifamiliar , es decir que la conforman varios padres de familia con sus hijos. En la banda existe una jerarquía de poder basada generalmente en la fuerza y la astucia, pues el "jefe" es el que es más fuerte o más hábil para cazar; en la comunidad se busca la opinión de sus miembros y la mujer sube en importancia; la comunidad estará organizada en "ayllu", lo que más tarde permitirá una suerte de consejo para decidir la vida de las personas, en donde la experiencia de los mayores tendrá gran importancia en las decisiones.
Al vivir cerca de sus "chacras", los hombres se volvieron sedentarios y junto con esto se dieron notables descubrimientos que facilitaron la actividad humana. El más importante fue, por cierto, el sucesivo sometimiento de la naturaleza al hombre por medio de la domesticación de más plantas; descubierto al principio, fue la tarea de consciente experimentación el obtener nuevas plantas para el cultivo. En la costa se domesticó los pallares, calabazas, frijoles y zapallos, muchas frutas como la lúcuma, el pepino, el pacae, la ciruela del fraile y el algodón, entre otros.
Esta es la edad de los grandes descubrimientos tecnológicos. Con las fibras del junco, el maguey y luego el algodón y solo más tarde la lana de los auquénidos, se hizo el descubrimiento del tejido. Al comienzo parece que no lo usaban mucho como vestidos; los pescadores aprovecharon el descubrimiento para hacer redes, ello ayudaría aún más la recolección de peces que con un simple anzuelo.
El descubrimiento pudo comenzar a raíz de la confección de cestos y esteras, que se hacía desde tiempo atrás; que con el transcurso de los años aparecería la tela con fibras delgadas, los lienzos fueron más adaptables a la forma humana que reemplazaron a las pieles de los animales. El tejido primitivo era muy sencillo; no se conocía ningún aparato especial para hacerlo, pues solo unos dos mil años después se descubrió el telar. Las tela se hacían entrelazando los hilos de una manera muy ingeniosa; en algunos caso combinando hilos de dos colores diferentes. Pero el tejido no fue el único descubrimiento novedoso: La cerámica y la arquitectura.
El más antiguo es la arquitectura, casi va de la mano con el descubrimiento de la agricultura, pero su desarrollo más notable se da en este tiempo (2,500-1,500 A.C.) Las casas, es decir el aspecto doméstico de la técnica de construcción y de la arquitectura, fueron hechas de manera muy rudimentarias, generalmente con materiales perecederos, en algunos casos como la huaca (waka), es decir "colina sagrada" llamada Prieta al norte de Trujillo, se hacían una especie de cuartos excavados en la basura, forrados con cantos rodados (piedras de río o de playa). En sitios más al sur, como en el paraje de Asia, al sur de Lima, se hicieron algunas casas con barro. Aunque un poco después, la arquitectura comunal fue la que dio un gran salto. Se construyeron edificios públicos, seguramente con ayuda de toda la comunidad, en o cerca de las aldeas, cuya función era ceremonial. En la actual región de Huánuco, aparecieron varios de ellos, de los cuales el más destacado es el "Templo de las manos cruzadas", también se han encontrado varios en la costa, especialmente en la parte central, entre Lima y Trujillo, como el de Aldas, en Casma, el de Río Seco, cerca de Huarmey o el de Paraíso, en Lima (Chuquitanta).
los edificios son hechos de piedra y enlucidos sus muros con barro; en algunos casos tienen ornamentación que pudo ser ritual, como el caso del Templo de las Manos Cruzadas que aparecen en Kotosh (Huánuco). Son recintos, especialmente los de Huánuco y Lima, que contienen un fogón en su interior, al centro de un cuarto que está dispuesto de manera tal que varias personas se pueden sentar alrededor. Muchos siglos después, la arquitectura de carácter permanente, hecha de piedra o adobe, solo se utilizarán para construir templos u otros edificios comunales mientras que las viviendas o edificios domésticos seguirán siendo muy rudimentarios.
En cuanto al descubrimiento de la cerámica, que se produce casi al finalizar esta etapa de increíble creatividad, en realidad hay muchas discusiones sobre su origen; unos dicen que se originó en un solo lugar en el mundo, que se descubrió por solo una vez en la historia y que de allí se difundió por todo el mundo; otros sostienen que tal descubrimiento no es un hecho único y que todos los pueblos que llegan a un cierto nivel de desarrollo, llegan a descubrir la cerámica, esta posición es la más aceptada hoy en día. Los estudios han revelado que la cerámica más antigua encontrada en Sudamérica se encuentran en los actuales países de Ecuador (Valdivia) y Colombia y que de allí se difundió al sur.
Hacia el año 2,000 A.C. aparecen los primeros alfareros, haciendo unas vasijas muy toscas, de color marrón oscuro. La cerámica resolvió una infinidad de problemas en la vida práctica de aquellas personas de esa época; por ejemplo, los pescadores no pueden apartarse mucho de las fuentes de agua para vivir, aun cuando las zonas de pesca sean abundantes más allá; la cerámica los aproxima a los más alejados lugares de pesca, porque pueden transportar el líquido y mantenerlo fresco dentro de los recipientes por algún tiempo. Lo mismo sucedía con los agricultores.
Todos estos descubrimientos produjeron cambios importantes en la vida de las personas, pero ellos fueron aún mucho más rotundos y provechosos cuando los hombres estrecharon sus contactos y cuando nuevos descubrimientos permitieron más fructíferas y beneficiosas actividades.
Durante los años de 1,500 a 500 A.C. aparecen los artesanos y otros especialistas, el descubrimiento de la metalurgia y el desmesurado crecimiento de los templos y la importancia de los sacerdotes. El centro más representativo de la religión andina es sin duda Chavín, en la actual región de Ancash (Perú) lugar en donde comienza a formarse el callejón de Conchucos, entre las montañas, al pie de un río. Las montañas están al oriente de la Cordillera Blanca, aquella del Huascarán y el río se llama mosna.
El nuevo régimen permitió un ascenso de la importancia de los núcleos de vida en las aldeas, de manera tal que ellas fueron creciendo en número y tamaño. El avance de la tecnología agraria había creado la necesidad de nuevos tipos de personas, a manera de especialistas dedicados al estudio al estudio de los movimientos del sol, las estrellas y la luna. Asu vez existieron técnicos especialistas en la distribución de las aguas para la ampliación y servicio de los campos de cultivo; estos especialistas vivían en las aldeas y a medida que avanzaban sus conocimientos aumentaban su prestigio y su poder social. Hacían creer a los aldeanos que ellos eran divinos, representantes de los dioses, ya que dominaban las lluvias y los cursos del agua.
Las aldeas en donde tales especialistas vivían, crecieron inusitadamente, tanto por el hecho de que los campesinos los favorecían con gran parte de sus excedentes de producción agropecuaria, porque los mismos sacerdotes decidieron montar su propio sistema de vida, que condujo a la institucionalización de los templos, o sea una organización al servicio de la religión.
Algunas aldeas devinieron en centros ceremoniales, que para ser tales requirieron de nuevos tipos de especialistas y otros servidores. En efecto, los sacerdotes, más bien técnicos hidráulicos, formaron en torno a los templos que ellos mismos comenzaron a edificar, una élite de servidores a tiempo completo traídos del campo, principalmente constituida por artesanos. Los ceramistas más destacados de la comunidad, los mejores tejedores, los picapedreros fueron asimilados al servicio de los templos, donde los sacerdotes "adivinaban" los períodos de sequía, lluvia, etc.
Los artesanos fabricaban los objetos litúrgicos que acompañaban las ceremonias de los sacerdotes. De esta manera se fue gestando un nuevo tipo de sociedad. Hacia el año 1,000 A.C. es decir hace unos 3,000 años, todo este proceso desembocaba en una revolución social, que marcó el punto de partida de la nueva sociedad.
Los campesinos, a cambio de los servicios que recibían de los sacerdotes, les entregaban una parte de su producción (excedentes), de modo tal que todos aquellos que vivían en torno a los templos vivían de los servicios religiosos, sin intervenir directamente en la producción de alimentos. Pero, en la medida en que los habitantes de tales centros religiosos aumentaba, la cantidad de excedentes requerida era también ascendente; el peligro de una sequía, de una plaga o cualquier eventual pérdida en la producción campesina afectaba a los sacerdotes y sus allegados, por ello la importancia de crear un sistema que asegurase la subsistencia de este nuevo género de personas desligadas de la comunidad agraria; el sistema lo dio la misma religión.
Negarse a entregar una parte de la producción, que debió poseer la comunidad campesina en los comienzos de este proceso, debió ser clausurada para eliminar el grave peligro que ello significaba para los habitantes de los templos y sus alrededores. Para eso fue indispensable crear un régimen de obligaciones imprescriptibles, sancionadas por los dioses, en tanto que ellos, los dioses, eran en última instancia quienes debían ser retribuidos por los campesinos, por los servicios que a través de los sacerdotes ellos ofrecían. La tarea de crear tales dioses fue seguramente larga y difícil, aun cuando cada fuerza natural era una divinidad. Los sacerdotes fusionaron sus conocimientos con la habilidad de los artesanos y ambos, en santa alianza, edificaron en piedra, en barro, en hueso o telas dioses feroces, represivos, dueños de todos los poderes y acreedores de todos los hombres y su trabajo, estableciéndose la teocracia. Pero la teocracia, que es el gobierno de los dioses a través de sus representantes, no fue, naturalmente, establecida sin resistencia; se da el inicio de la explotación del hombre por el hombre, es el origen de la sociedad de clases y el Estado.
Todo esto surgió como producto de una revolución en la que las comunidades campesinas fueron sometidas por los habitantes de los centros ceremoniales emergentes. Tal proceso fue desigual en los Andes; en unas partes se produjo antes y en otras después; quizá también tuvo causas distintas en otras regiones. Hacia el año 1,000, unos siglos antes quizá, antes de nuestra era, los sacerdotes habían ganado y tenían el control de la sociedad.
Como toda revolución social, tuvo ésta una secuela explosiva de desarrollo económico y tecnológico. Los sacerdotes interesados en mantener su poder, estimularon la máximo la producción artesanal y permitieron el descubrimiento de nuevos recursos tecnológicos, tales como el trabajo de los metales (inicialmente el oro y más tarde el cobre y la plata). Al mismo tiempo, el intercambio de productos entre extensas zonas se intensificó a tal grado que el territorio de los Andes pudo entrar en contacto con Centro América y con la Amazonia; los Andes y la Costa se unieron por el intercambio de alimentos y productos manufacturados y los objetos hechos por los artesanos de los centros ceremoniales recorrieron longitudinalmente la costa y los andes.
El intercambio provocó situaciones novedosas en la economía y en la cultura; productos de origen andino y amazónico fueron ambientados a la costa y en los andes se difundieron las tradiciones amazónicas y costeñas; la agricultura se diversificó y amplió sus posibilidades en todo sentido, gracias a la hidráulica, a la experimentación, la variedad de cultivos, etc. La población aumentó junto con la bonanza y los centros ceremoniales, sus sacerdotes y artesanos, se hicieron más poderosos y fastuosos.
En algún lugar, quizá en varios, los dioses fueron figurados como demonios represivos y esta imagen de lo sobrenatural debió haber tenido el éxito deseado. En Chavín, se consolidó la existencia de un centro ceremonial imponente y los sacerdotes reunieron a los dioses y los grabaron en las piedras, ese lugar alcanzó un renombre de primera magnitud.
Los dioses no fueron labrados en Chavín simplemente por azar o por la buena disposición de los sacerdotes; es que en Chavín se edificó algo más que un simple centro ceremonial. No está bien claro aun el proceso, pero es del todo evidente que en un momento dado del ascenso de todo el nuevo sistema, una región al centro de la Amazonia, los Andes y la Costa.
Chavín se convirtió en un nudo de caminos importantes, cuando los costeños requerían productos de la Amazonia podían encontrarlos en Chavín sin necesidad de ir hasta la misma Amazonia y viceversa.
Los sacerdotes y artesanos de Chavín se beneficiaron con esto; en sus templos se encontraron ofrendas de todas partes del Perú antiguo; se convirtió en el centro ceremonial más importante de los Andes, permitiéndole difundir a sus dioses en todas direcciones y con ellos seguramente también parte de sus manufacturas.
Los templos eran edificios mandados a construir por los teócratas estaban hechos con piedras inmensas, talladas y ordenadas simétricamente , formando terrazas descomunales. Pero no solo es el aspecto megalítico lo que es impresionante, es el aspecto fantasmal de las imágenes que aparecen talladas en las piedras. Adheridas a los muros aparecían unas cabezas de distinta forma y figuración; los artistas fueron extraordinarios y geniales, pero los dioses y los seres que sus manos engendraron, son las imágenes del terror, de la agonía. Nadie es capaz de luchar contra tales dioses, no deben ser ofendidos; eso fue lo que los sacerdotes impusieron en la mentalidad del pueblo.
Los dioses de piedra fueron los fieles instrumentos represivos, con ellas los sacerdotes vieron asegurado su poder y en consecuencia su subsistencia. Estas deidades fueron celosos guardianes del Estado incipiente, los medios de dominación.
Por eso cuando los sacerdotes de otras latitudes pudieron copiar a los dioses grabados en las piedras de Chavín, lograron consolidar su poder; estos dioses se difundieron rápidamente por todo el mundo andino.
Los grandes megalíticos de Chavín revela algo más que el origen político de sus dioses; revela la concepción del mundo andino de quienes tallaron las piedras y en consecuencia la imagen impuesta a todo el pueblo. Pero también indica el alto nivel tecnológico que alcanzaron los artesanos de Chavín y su capacidad creadora y estética.
Los dioses iniciales revelan el poder y la fuerza en forma sencilla, pero el tiempo los hace complejos e incompresibles. En la primera época, el dios del Lanzón de Chavín, es un personaje antropomorfo con garras en las manos y en los pies, con cabellos en forma de serpientes y un rostro felino en actitud agresiva; pero es fácilmente comprensible su estructura antropomórfica; más adelante aparece una especie de dragón en el dios del lanzón, que contiene en su cuerpo todos los elementos del mundo natural, las plantas y los animales, pero al mismo tiempo devora a las aves, los felinos y peces; esta divinidad dual tiene colmillos inmensos, en unos casos femenina y en otros masculina; en un obelisco monumental, ambas formas del dios están esculpidas. La historia de este dios, sus poderes, sus facultades están escritas en su cuerpo; debió ser complejo el mito que le dio origen.
Más tarde, las divinidades se rodearon de símbolos ornamentales, no todos los dioses eran iguales, los hay de distintos tamaños y nivel o importancia; hay ciento de ellos y todos están grabados en las piedras; todos ellos tienen algo tomado de la naturaleza, por tal razón vemos dioses en formas de halcón, cóndores, felinos, serpientes, etc. Así fue como surgió la civilización en los Andes, bajo la garra del mito, que obligó al pueblo a producir excedentes, permitiendo la aparición de las clases sociales y el Estado.
Muchos siglos después, entre los 500 a 100 A.C. se afianzaron los especialistas, logrando un notable dominio sobre la naturaleza a través de la irrigación y el perfeccionamiento tecnológico.
Durante la época Chavín hubo cierta identificación de la gente con cada uno de sus ambientes, pero era una identificación muy ligera, porque la ´técnica no era aún plenamente dominada. Como resultado de los varios ambientes que ofrece el escenario andino, los hombres ingresaron a un proceso de regionalización insensible y progresivo. Cada comunidad o más bien cada grupo de comunidades comenzó a fabricar su propio ambiente.
Esta regionalización condujo el perfeccionamiento de todas las conquistas tecnológicas, entre otras causas debido a la necesidad de adaptarlas a cada realidad específica de la mejor manera. Dos son los rubros sobresalientes de desarrollo: La tecnología hidráulica y la metalurgia, aunque tanto la cerámica como la textilería y otras artes llegaron a un nivel que merece destacarse.
Tanto en la costa como en los andes, las zonas de cultivo permanente son muy escasas y en general todas requieren de irrigación a pesar de haber poca agua. Pero los antiguos peruanos se ingeniaron diversos procedimientos para superar esta dificultad, de modo tal que zonas áridas fueron convertidos en suelos fértiles para el cultivo. Tanto en la Costa y los Andes los hombres fueron explotados a base de trabajo colectivo.
En la región de Ayacucho, los cerros blancos llamados Quicapata, en aquellos tiempos estuvieron sembrados totalmente, gracias a los pobladores de ese entonces, de la cultura llamada Rancha; habían aprendido a racionalizar la distribución de la poca agua que producían unos manantiales cercanos y al mismo tiempo, probablemente llevando tierra de otras partes, habían convertido en chacras los cerros, utilizando unos toscos muros de piedra, a manera de contensión, para formar terrazas y evitar que la tierra fuera barrida por el agua.
Ese mismo fenómeno ha sido apreciado en la costa, donde sin embargo, no se trataba de hacer chacras, sino hacer que el agua humedeciera las tierras. Para ello, las personas que habitaron en la costa hicieron canales en varias direcciones, aprovechando el agua de los ríos. Por supuesto los sacerdotes estaban detrás de todo esto, pero parece que tal desarrollo tecnológico los afectó en algo, pues a partir en este tiempo se inicia la declinación de su poderío, lo que se deduce por la menor importancia que tienen los templos de este tiempo en relación con las épocas anteriores. Quizá si comienza a surgir un poder civil paralelo; además puede estar ligado también al hecho de que la guerra se manifiesta como una parte de la actividad social.
La guerra es la actividad por la cual los hombres pretenden apoderarse de algo que pertenece a otros hombres. La guerra es pues, una actividad derivada de la aparición de la propiedad. En este tiempo aparecen fortificaciones y otros recursos para la guerra; los hombres se preparan para defender su propiedad sobre la tierra y el trabajo invertido en ella y al mismo tiempo para intentar apoderarse del trabajo de los otros hombres. Así nació la guerra en los andes.
Junto con la técnica de irrigación, las artesanías también mejoraron. La técnica del tejido mejoró y aumentó la producción, lo que supone varias plantaciones de algodón y una parte de la población dedicada a su confección. El mejor ejemplo es el de la cultura Paracas (Ica) en la costa sur. Los tejidos Paracas causan hoy la admiración del mundo por su perfección y arte, En los Andes parece que se procesaba la domesticación de la alpaca, un animal criado no para comer su carne, sino para usar las fibras de su abundante lana. Los hombres de la cultura Pukará pudieron haberlo hecho. Esta cultura se alojó en el altiplano del Titicaca, donde deben haberse originado gran parte de las muchas invenciones o descubrimientos andinos como la metalurgia del cobre. Posiblemente en esta zona no llegó la influencia de Chavín. La cerámica también evolucionó, creando nuevos y variados estilos, todos ellos antecedentes de los clásicos estilos regionales, que darán forma a los siguientes pueblos del Perú.
los valles del actual Trujillo se asentó una civilización extraordinaria y que se expandió toda la costa norte, nos referimos a los Moche, esto sucedió entre los 100 A.C. y 700 D.C. Estos señores eran muy respetados, se han encontrado tumbas llenas de adornos; en una de las tumbas se halló a un anciano, había perdido casi todos los dientes, su edad sobrepasaba los 30 años de edad; en las dos tumbas que se excavaron se encontraron los cuerpos de un hombre de aproximadamente 30 años de edad y de un niño de 10 años.
Al anciano le colocaron una máscara, su ataúd estaba hecha de caña trenzada; llevaba un pectoral hecho con miles de pequeñas turquesas, que le cubrían el cuello, parte de los hombros y todo el torso. El niño fue enterrado a su lado, junto con unos bastones rituales labrados en madera oscura; en uno de ellos había la figura de un anciano con una extraña máscara como felino y que tenía al lado un niño todo tallado y adorando con concheperla. Otro bastón tenía la figura de un búho. En la tumba del anciano se encuentran dos mujeres, cubiertas con una simple pieza de algodón; no llevaban vestido alguno. Ellas se sentaron a los pies y a la cabecera del anciano, mirando al féretro y allí mismo fueron estranguladas con unos finos pañuelos. Pero no todos tuvieron estos privilegios, habían hombres que llegaban al valle con la cabeza baja, desnudos y con una soga que les aprisionaba fuertemente las manos a la espalda luego de aprisionarles también el cuello. Eran gentes que caminaban forzadamente por el valle, con guardianes que a sus espaldas les iban indicando el camino a fuerza de latigazos. Ellos se dirigían a un monumento fabulosamente grande, que existe en medio del valle, es una pirámide hecha de adobe, que tuvo una altura de casi 50 metros. A su lado existe otra más pequeña, pero igualmente imponente por su tamaño y forma.
Las pirámides están hechas de una serie de plataformas superpuestas y en varias de ellas hubo recintos y patios donde se realizaban ceremonias.
Al estudiar las pirámides al que se les llama ahora del Sol y de la Luna, se descubrió que sus dioses eran diferentes a los del viejos templos de Chavín. En la llamada pirámide de la luna existen una pinturas en los muros con alusiones al culto, pero en ningún caso los dioses tienen la ferocidad de los dioses de Chavín. La religión no era ya el único instrumento de poder, en cambio la guerra y las armas eran de una sorprendente efectividad y una mezcla de ambas debió haber generado la imagen del sacerdote-guerrero, que es tan característico de la cultura Moche.
La sociedad de los mochicas se irguió sobre los escombros de los viejos pobladores de Chavín, cuya modalidad trujillana es llamada Cupisnique por los arqueólogos. Los pueblos mochicas eran, sin embargo, solo una desarrollo regional de la cultura andina, consolidada en tiempos previos; por eso, dominando todos los recursos tecnológicos ellos sometieron totalmente el ambiente y desarrollaron una sociedad de gran riqueza, aunque naturalmente, esta riqueza no eran compartidas por igual a todos los hombres. Esta es una sociedad de clases, donde los que vivían las urbes estaban diferenciados de los campesinos.
La clase urbana estaba constituida por los especialistas a tiempo completo, dentro de una escala jerárquica en la que los sacerdotes-guerreros debieron ser los más poderosos. Sus poderes debían ir desde la posibilidad de "hablar" con la divinidad, hasta la de curar enfermedades y disponer de la vida de la gente. Algunos de ellos pudieron estar dedicados a tiempo completo a sus funciones sacerdotales y de gobierno.
La vida de los urbanos estaba llena de adornos y actividades recreativas; una de ellas pudo ser la caza de venados, donde ellos eran ayudados por batidores a manera de sirvientes. Las mujeres estaban en segundo plano, pero los hombres vestían hermosamente, con mantos de plumas de aves exóticas, grandes aretes de concha o piedras semipreciosas, con adornos nasales, pintura facial, ajorcas, brazaletes y riquísimos tocados en forma de turbantes o coronas con plumas multicolores.
los campesinos en cambio, vestían en forma sencilla y los inválidos, despojados de su capacidad de producir, eran sometidos a la condición de mendigos. No era raro encontrar en el poblado a hombres ciegos pedir limosnas, o a lisiados en la misma actitud.
No había grandes urbes, pero si pueblos grandes alrededor de los templos. Los campesinos y los pescadores vivían en aldeas o estancias dependientes de los centros urbanos.
Los procedimientos para proveerse de alimentos habían avanzado mucho y los moche conocían todos los animales y plantas, la yuca, el maní y otras plantas cultivadas, que llegaron o se domesticaron en los Andes, casi al mismo tiempo en que florecía la cultura Chavín. Su economía de subsistencia incluía la agricultura con irrigación, la ganadería, la cría de animales de casa y de corral (pato y cuy), la caza, la pesca y la recolección de frutos.
En este tiempo se llega al clímax de las posibilidades de desarrollo en la técnica y el arte dentro del nivel de cultura existente. En el arte, especialmente a través de la cerámica, se logran expresar, ya sea por vía de la escultura o por la del dibujo. En la escultura, el retrato modela el rostro humano con un dominio total de la forma, se retrataba también a los objetos, plantas, animales; pero es aún más admirable la fuerza clásica del dibujo, pues mientras que en la escultura se copia la naturaleza, con desborde técnico y talento, en el dibujo se imagina el mundo, creando con un mensaje, una realidad que está por encima de las cosas mismas. Es lo clásico, donde la forma y el contenido entran en un equilibrio exquisito. Los mochicas no pintaron imágenes: Las dibujaron siempre de perfil, siempre en movimiento, siempre diciendo algo, no copiaron nada pero tampoco llegaron al mito de lo abstracto, que es la etapa crucial del arte cuando se ha perdido la capacidad de decir algo a través de la creación artística.
Pero los mochicas no fueron los únicos que llegaron a este nivel de desarrollo, en otras partes hubo también otros pueblos semejantes, aunque con caracteres distintos, al igual que los de la costa norte del Perú, surgieron en medio del tiempo creando cultura, desarrollándose en loa valles del actual Inca (costa sur del Perú), entre los años 100 D.C. y 700 D.C. Estos hombres formaron la cultura Nasca o Nazca, quienes se dedicaron a cazar cabezas humanas, como parte importante de su vida. Estos pueblos se habrían apartado desde muy temprano de las viejas influencias de Chavín, cuando la cultura Paracas se independizó paulatinamente, hasta dar origen a Nasca. Desde aquel tiempo y también en la época de Chavín existía la costumbre de cazar cabezas, pero no era tanta la importancia.
Fue larga la época de Paracas, permitiendo a los hombres absorber fuertemente el ambiente. La economía estaba bien asentada en la agricultura y las formas de vida se inspiraban en la realidad regional. Los hombres de Paracas hicieron pirámides, pero ellas eran muy distintas a las de Chavín, en cambio los de Nasca parece que abandonaron un tanto tal costumbre.
La transición de Paracas hacia Nasca no fue abrupta, fue un proceso lento y regular; quizá por eso las costumbres guerreras y la construcción de poblados semi-urbanos, solo continuó en Nasca como una prolongación de hábitos de la cultura Paracas.
los hombres de la cultura Nasca eran guerreros, que vivían en pueblos organizados, los sacerdotes tuvieron gran autoridad; algunos de ellos eran notables astrólogos y hasta encontraron en el cielo un "zodiaco" que les ayudó seguramente en sus tareas de adivinación y magia. Los signos de su zodiaco los dibujaron muchas veces en sus ceramios y en sus telas; también lo copiaron en la gran pampa del Ingenio, al norte de Nasca, con precisión matemática, tomándolos directamente de las estrellas. En la pampa hay unos dibujos gigantescos, de cientos de metros de tamaño, hechos con líneas que son verdaderas pistas hendidas en el cascajo; son notables las figuras de las araña, el mono, del ave, etc. junto con pistas en zig-zag o líneas rectas interminables, de kilómetros.
Todas estas pistas y figuras servían para registrar el movimiento de los astros y "conjurar" un signo, para el vaticinio. Todos los astros tienen sus "épocas" y se mueven ante nuestra vista constantemente en forma muy regular; aparecen siempre en la misma época en una posición dada, de modo que algunas estrellas o constelaciones coinciden con los períodos agrícolas importantes, es decir, la siembra, la cosecha, el aporque (acto de poner tierra al pie de las plantas para darle mayor consistencia y conseguir que crezcan nuevas raíces para asegurar la nutrición de las plantas y conservar la humedad durante más tiempo), la época de lluvias, etc. para los agricultores, este movimiento periódico de las estrellas era fundamental, pues gracias a ella podían decidir sus actividades agrícolas. Así, la constelación tal o cual, que corresponde a la figura de un animal dado, traerá las lluvias y con ellas vendrá el verano y el tiempo bueno para hacer el barbecho habrá terminado; quienes conocían las estrellas podían "revelar" los secretos de la naturaleza con gran precisión. Estos sacerdotes debieron ser geniales adivinos. Pero muchas marcas de la pampa del Ingenio no "rastreaban " a las estrellas sino al Sol, según parece; el Sol con sus movimientos es también un excelente guía del tiempo; se sabe que gracias al Sol contamos 360 o 365 días como "un año"; es que el Sol se mueve en forma oscilante, ante nuestros ojos, desde una posición dada, que se llama equinoccio hasta otra llamada solsticio y luego vuelve a su posición original; este movimiento de "ida y vuelta" es de un año. Si uno se fija en el horizonte, durante el verano el Sol saldrá por un punto al Sur-este de donde lo miramos y se ocultará por el Nor-oeste, entonces estará en el solsticio; en el invierno, en cambio, será al revés, aparecerá al Nor-este y se ocultará en la parte sur del occidente. Si se fija con atención este transcurso, se podrá saber cuándo está cerca cada estación y so se registra, como en Nasca, cada movimiento, se logrará un calendario de 360 días, más o menos, pues ese es el transcurrir del tiempo. Los sacerdotes sabían en que día estaban, casi como lo sabemos hoy con nuestros simplificados calendarios. Y eso permite planificar, programar, prever el futuro, porque se sabe la fecha de antemano.
A esto debieron dedicarse gentes especializadas, con mucho conocimientos de matemáticas, geometría y astronomía.
No cabe duda que la clase urbana era la más poderosa, de otro modo no se explicaría cómo algunos hombres eran enterrados con lujos, mientras otros eran enterrados con sencillez. Existe un entierro, encontrado en Chaviña al sur de Nasca, en donde varias personas fueron sacrificadas en homenaje de un hombre cuya tumba era en realidad un complejo de pequeñas tumbas, en donde estaban las ofrendas humanas, de animales (incluso un ratón decapitado) y de artefactos.
Los nasquenses tuvieron varias ciudades, pero la que más conocemos es la de kawachi, en el mismo valle del río Grande de Nasca. En una época fue la capital de varios valles, pero con frecuencia cada valle mantuvo una cierta autonomía, desde Chincha hasta Camaná.
En las ciudades nasquenses, los artesanos produjeron objetos de gran calidad artística, diferentes, por supuesto, de los mochicas. En el tejido y la orfebrería destacaron bastante, pero en la cerámica se llegó a niveles muy altos de perfeccionamiento técnico y de expresión artística. En lo técnico, vale la pena destacar la policromía de sus artefactos de cerámica que ni aún hoy pueden obtenerse los tonos y matices con la fineza de aquellos artistas. Sus diseños son mágicos y que algunos frecuentan plantas y animales reales, en ningún caso hay copia.
En todo el país se dio un proceso similar al de estas dos culturas (Nasca y Moche), en Cajamarca, en el Callejón de Huaylas, en el Mantaro, en Ayacucho, en el Cusco, en Lima, etc. pero describirlas sería muy extenso; por eso hemos escogido sólo como ejemplo y porque están mejor documentadas.
El altiplano fue el lugar donde se asentaron los primeros habitantes de la cultura Tiwanaku hace 1,500 A.C. y que tuvo su máximo apogeo en el años 700 D.C. hasta los 1,200 D.C. durante el florecimiento de la ciudad de Tiwanaku, al sur-este del lago Titicaca, contaban con especialistas urbanos (sacerdotes). Ellos gracias a un calendario, fijaron ciclos que hicieron posible una producción abundante y segura, además de contar con un sistema de control pluvial. Los sacerdotes vivían en su mayoría en la ciudad de Tiwanaku, pero también estuvieron al mismo tiempo otras ciudades o poblados de menor importancia establecidos en el altiplano, cerca de la metrópoli.
Tiwanaku era una urbe gigantesca, con grandes templos en formas de recintos que alojaban las imágenes de los dioses grabadas en piedra. Los dioses eran antropomorfos, es decir tenían forma humana, pero con una serie de atributos que eran principalmente los del felino, del halcón y las serpientes; junto a las divinidades aparecen también las figuras de los camélidos domésticos y de plantas cultivadas. Algunas de estas estatuas son enormes; una mide aproximadamente 7 metros de alto.
Una de las esculturas que más ha llamado la atención es aquella en que parece grabada la imagen de una divinidad central que sostiene dos báculos, uno en cada mano y una cabeza con rayos. Se atribuye esta imagen a la de un dios que era muy venerado cuando llegaron los españoles, llamado "Wiraqocha (viracocha). La actividad económica de Tiwanaku era principalmente la agricultura con cultivos que estaban limitados al tipo de plantas de altura, capaces de soportar el duro clima del altiplano y ganadería de llamas y alpaca. De estos último aprovecharon muy bien su carne y lana, mas no su leche debido a que nunca fue un alimento apetecible en los Andes, hasta antes de la llegada de los españoles.
Gracias a las posibilidades ganaderas de los tiwanakenses tuvieron posesión abundante de lana y también de carne para el comercio. Tanto la carne, como la papa era deshidratada y conservada en este estado por tiempo largo, de modo que podía ser transportada a grandes distancias como producto de intercambio. A la carne deshidratada le llamaban "charki" y a a papa "chuño". La lana, la carne y quizá la papa podrían ser llevadas junto con otros productos suntuarios a diversos lugares, a cambio de los productos de las tierras bajas. Entre estos productos suntuarios se encuentran unas pedrerías raras a las que ahora llamamos turquesas, pero sobre todo el bronce, un metal obtenido por aleación del cobre y el estaño. La elaboración del bronce surgió en el altiplano del lago Titicaca, en Tiwanaku, su uso era estrictamente ceremoniales, suntuarios y excepcionalmente a la producción. Quienes lo producían debían ser especialistas de muchos privilegios en la comunidad urbana. Pero Tiwanaku no llegó a constituir un gran imperio; debió ser un estado expansivo con dominio sobre muchos territorios, pero sobre todo un estado colonizador que de carácter imperialista.
Si nos atenemos a las informaciones que tenemos sobre los reinos altiplánicos posteriores y su organización y la semejanza de su estructura con la de Tiwanaku en su época de máxima expansión, encontramos una imagen muy particular de un estado colonizador, que se preocupaba por conquistar tierras no con el objeto de someter a los hombres que allí vivían sino con el de explotar ellos mismos las tierras para obtener los productos que su hábitat altiplánico no les permitía producir. El gran estado tiwanakense viene a ser una gran metrópoli con otras ciudades menores cerca del inmenso lago Titicaca y una infinidad de enclaves dispersos en los valles de la costa cerca del mar, donde se producía el maíz, varias legumbres y se obtenía una gran variedad de peces y otros mariscos; dispersos en las quebradas intermedias de los Andes, donde también hay maíz del bueno y árboles frutales y quizá incluso en la Amazonía, donde además de la yuca o mandioca, se puede conseguir la coca.
Es quizá la diferencia entre un estado "colonizador" frente a un estado "conquistador", como lo fue el estado Inca.
En algunos lugares, como la costa de Arequipa o el norte de Chile, las colonias altiplánicas encontraron pueblos muy atrasados de pescadores y recolectores, con los cuales coexistieron pero no se mezclaron, es decir no convivieron; algunas poblaciones asimilaron algo los logros tecnológicos tiwanakenses y desarrollaron formas superiores de cultura; si embargo muchos pueblos simplemente intercambiaron sus productos con los altiplánicos.
Pero uno de los efectos más importantes de este extraordinario estado fue el que produjeron uno o varios de sus enclaves en los andes centrales, especialmente en la actual región de Ayacucho. Allí los colonizadores tiwanakenses se encontraron con una sociedad que había desarrollado mucho, tecnológica y socialmente, de modo que de la coexistencia de ambas, de una forma que aún los arqueólogos tienen que estudiar, se produjo un sincretismo de tal magnitud, que surgió una nueva sociedad y que se convertiría en el primer imperio andino, iniciándose la explotación de los pueblos por vía de las armas; que ocurrió entre los años 500 D.C. a 1,000 D.C. nos referimos a la cultura Wari.
Al constituirse las ciudades en centros de poder de una clase de especialistas que solo producían servicios, fueran éstos sacerdotes o artesanos, dicho poder era débil si no estaba sustentando por un instrumento represivo, lo suficientemente eficaz como para lograr un seguro abastecimiento de los alimentos producidos por los campesinos. Durante muchos siglos transcurridos desde la época teocrática de Chavín, cuando todavía no existían verdaderos estados, hasta la época en que se desarrollaron los reinos de Moche, Nasca o de Tiwanaku, de base seguramente teocrática aún, hubo cambios notables en la población. Los centros urbanos crecieron en tamaño y necesidades aunque al mismo tiempo la técnica agraria aumentó mucho la producción campesina. Los reyes o señores más poderosos comenzaron a apropiarse de la riqueza de los menos poderosos y tanto en Moche como en Nasca se formaron reinos que controlaban más de un valle y en consecuencia muchos pueblos diferentes. Los de Tiwanaku, para establecer sus colonias, debieron hacer uso también de las armas en más de un lugar. Se dio inicio pues a una pugna entre ciudades, es decir entre las clases urbanas hambrientas de poder y más riqueza, resolviendo esta pugna con las armas.Los grupos armados de cada ciudad, extraídos del pueblo para servir a la clase urbana y sus apetitos, constituyeron entonces los ejércitos, en donde los especialistas en la guerra, los "militares" profesionales, los que dirigían al ejército, eran parientes o hermanos de los sacerdotes o quizá eran los sacerdotes mismos. Se constituyó en una clase social que no solo tenía el poder de la tecnología especializada, sino también el poder de las armas, que si bien no reemplazaron totalmente la ferocidad de los dioses, que aparecieron en los tiempos de Chavín, les sirvieron de excelente apoyo para someter a los campesinos y también a los urbanos o "ciudadanos" de otros territorios.
El inicio de esta nueva forma de Estado explotador de otros estados, se dio con el surgimiento de una poderosa ciudad en el actual Ayacucho, que los arqueólogos conocen con el nombre de Wari, gracias a una coyuntura histórica.
En Ayacucho, en la época de los Nascas, Mochicas y Tiwanakus, se desarrollaba una sociedad llamada Warpa (Huarpa), que había logrado dominar plenamente la difícil geografía de la región. Los warpas, en toda la cuenca de Ayacucho y Huanta tuvieron realmente solo una ciudad y en cambio muchísimas aldeas. La ciudad se llama ahora Ñawimpukyo y desde allí se domina un extenso paisaje que abarca casi todos los valles de la cuenca. Ñawimpukyo está más o menos a 3,000 metros sobre el nivel del mar; más arriba varios kilómetros al sur, sobre los 3,500 metros sobre el nivel del mar, hay otra población, casi una ciudad en la zona conocida con el nombre de Chupas. Quizá hubo varias ciudades a manera de "cabeceras de región". Los warpas cultivaron la tierra con un riguroso control en la distribución del agua, por medio de canales y represas; luego habilitaron nuevas tierras construyendo terrazas agrícolas en los cerros para evitar la erosión. Esas terrazas se llaman "andenes" y más tarde los Incas lo utilizaron muchísimo.
Hacia los años 600 ó 700 de nuestra era, los warpas intensificaron sus relaciones comerciales con Nasca, que por los demás siempre existieron; dando como resultado una serie de valiosos intercambios tecnológicos, entre los que destaca un notable mejoramiento de la artesanía en Ayacucho, especialmente la cerámica, que permitió la aparición de poblados, como el de Conchopata, con talleres especializados de alfarería predominantemente suntuaria. En este mismo tiempo los habitantes de la actual Ayacucho (Warpa) entraron en contacto con los tiwanakenses, seguramente a partir de los "enclaves" altiplánicos ubicados en el mismo Ayacucho, o en las cercanías.
De los tiwanakenses, los warpas tomaron en primer lugar sus dioses, cuyo prestigio debió ser muy grande. Sabemos bien que el prestigio de los dioses depende del éxito económico que obtengan los pueblos que los veneran. Pero junto con la imagen de los dioses y seguramente sus mitos y leyes, los warpas obtuvieron también nuevas formas de organización y elevaron la producción de las plantas y animales altiplánicos, además del bronce, la turquesa y con seguridad los hermosos lienzos con dioses del Titicaca. Desde aquí se inicia la leyenda de la "pacarina" (lugar de origen) altiplánica.
Los alfareros de Warpa, con la elaborada tecnología nasquense y la cosmogonía tiwanakense plasmaron en sus vasijas ceremoniales, muchas de ellas inmensos tazones, hermosamente pintados con la imagen polícroma del dios de los báculos que aparece grabado en Tiwanaku en la "Puerta del Sol", en piedra, adornado con llamas, con maíz y quinua.
En el curso de los años, los especialistas de Warpa se congregaron en la ciudad de Wari, que fue creciendo inusitadamente; allí vivían los alfareros, los orfebres, picapedreros, sacerdotes y seguramente encima de todos ellos, una casta de administradores con sirvientes que los cargaban en literas. La ciudad, además contaba con un ejército, que se dedicó a conquistar a los pueblos del Oeste, del Norte y del Sur; menos el Altiplano.
En Wari, las casas estaban dentro de unos recintos muy grandes hechas de piedra, con murallas de 6 o más metros de alto. Habían casas de hasta dos y quizá tres pisos. Debieron vivir allí unas 40,000 personas aproximadamente. En lugares sagrados aún no bien determinados hubo, talladas en piedra, imágenes de personajes humanos ricamente ataviados, ligeramente parecidos a los de Tiwanaku; hay también una estatua del jaguar. Se conocen unos recintos de piedra finamente labrada, probablemente ceremoniales. Hace poco se descubrieron unos inmensos talleres de cerámica, seguramente para fabricar esos finos objetos polícromos que se distribuyeron por varias regiones; había también una zona donde tallaban la turquesa, haciendo joyas litúrgicas de diversa forma y tamaño.
La ciudad de Wari extendió sus dominios desde las actuales regiones de Cajamarca y Lambayeque, por el Norte; hasta Cusco y Arequipa, por el Sur.
En cada lugar, estableció una ciudad, a manera de centro colonial de administración; estas ciudades, si bien eran hechas a imagen al Wari, eran en cambio ciudades muy bien planificadas, con extensas zonas dedicadas para depósitos, con plazas, barrios residenciales y un cauteloso sistema de protección militar.
Eran ciudades amuralladas y a veces con una sola puerta de acceso y otra de salida, con laberintos interiores. En Cajamarca, en Huamachuco, en Lambayeque, en Supe, en el Callejón de Huaylas, en Lima, en Huancayo, en Cusco y en muchos lugares más se conocen ya estas ciudades del viejo imperio. Una de las más conocidas y al mismo tiempo de las mejor conservadas es la llamada "Pikillaqta", al sur de la ciudad del Cusco. Entre ciudad y ciudad habían caminos muy anchos y bien trazados, que más tarde los Incas usaron para sus conquistas. Pero las ciudades que estableció Wari en cada valle, en cada territorio conquistado, fueron "cabezas de región" que fueron teniendo autonomía e importancia propia; alguna de ellas, como la ciudad de Pachacámac, cerca de Lima, se convirtió en poco tiempo en un centro casi con igual importancia que Wari "exportando" sus productos a lo largo de toda la costa, en mayor proporción que los de Wari.
Cuando cayó Wari, el prestigio de Pachacámac se mantuvo y aún en tiempo de los Incas, siguió siendo de primerísima importancia, conservando sus propios dioses, que seguramente fueron los de Wari.
Cuando los imperios llegan a su máximo esplendor, en ese mismo momento comienza su caída. Los imperios son estructuras parasitarias, como un minúsculo insecto que se alimenta de la sangre de un gran organismo. A medida que crecen necesitan más y más del organismo que explotan, hasta dejarlo exánime; entonces cuando el organismo está empobrecido crea anticuerpos para defenderse, para sobrevivir y aplasta al parásito y lo destruye. Así sucedió con Wari; estaba incapacitada para mantener una ciudad tan grande; además la población rural, atraída por los beneficios de la ciudad había abandonado el campo y extensas zonas, antes cultivadas por los campesinos, eran entonces tierras muertas, improductivas; habría crecido la metrópoli, pero había bajado la producción del campo. La zona de la actual Ayacucho se había convertido en territorio pobre, aunque contrariamente la ciudad viviese de excelencias. Es que la vida de la urbe se sustentaba en el trabajo de otros pueblos.
Cuando las ciudades coloniales comenzaron a crecer y cuando junto a ellas crecieron otros rivales, Wari en pleno apogeo comenzó a declinar, las colonias se fueron liberando poco a poco, esto ocurrió entre los años 100 D.C. a 1,200 D.C. surgen los nuevos reinos y señoríos.
La insurrección armada de caudillos nativos o de jefes ambiciosos; la insurrección de campesinos; la guerra entre pueblos rivales. La metrópoli Wari, quizá saqueada se convirtió en un fantasma, con sus estatuas de piedra caídas, sus muros enterrados, sin agua, sin vida.
Liberados los pueblos, no se liberaron plenamente la explotación; nuevos "ciudadanos", nuevos señores reemplazaron a los precedentes, solo que esta vez eran nativos, quizá descendientes de aquellos "urbanos" que fueron sometidos por los de Wari o quizá se reconstruyeron las antiguas "dinastías" de gobernantes locales. Pero al menos, sobre los hombros de los campesinos pasaba solo la manutención de ellos y ya no de los lejanos emperadores.
Parece que los señores locales trataron de volver a las viejas costumbres que los Wari habían totalmente trastocado, pero eso no fue posible sino de un lento proceso, durante el cual se conservaron varias divinidades impuestas por Wari y varias de otras costumbres. Por eso los arqueólogos, especialmente Max Uhle, llamaron "epigonales" a las artes que se desarrollaron en este tiempo; "epigonales de Tiwanaku", en tanto que los dioses de Wari, derivados de Tiwanaku, eran aún copiados, aunque descuidadamente por los artistas de la Costa y los Andes, que evidentemente no poseían ya ni el dominio tecnológico ni la destreza artística de los viejos artesanos de Wari y sus principales ciudades.
Los "epigonales" no representan solamente manifestaciones regionales del arte, sino también a nuevos estados emergentes. Hay un epigonal del norte, que abarca toda la costa, desde la actual Lambayeque hasta Huarmey y la zona andina de Huaylas (Ancash), al que se llama "cultura Santa", que bien puede indicar un reino posterior a Wari en toda esa zona; existe otro epigonal en la costa central, en la zona que más tarde ocupará la "cultura Chancay", que bien pudo ser también otro reino; otro es el "epigonal" de la costa sur, que evidentemente está ligado a los reinos de Ica y Chincha, que se desarrollarán más tarde. En la zona andina de Cajamarca existe un epigonal que es llamado "fase IV" por su descubridor, el francés Henry Reichlen. En Arequipa a lo largo del río Colca, se desarrolló un epigonal que desembocó en el reino de los Collaguas, cuya cultura material está representada, por ahora, por la cerámica del estilo "Chuquibamba".
Pero esta enumeración, que puede ser aún más extensa, no tiene más importancia que el comprender las muchas divisiones que se dieron a raíz de la caída del imperio. Sobre cada región o más bien a partir de cada ciudad surgió un señorío o reino. Cada uno quería conquistar a los otros; el ejemplo de Wari era seguido; es que en realidad, la clase urbana, al imponer su dictadura sobre el campo, necesitaba expandirse, sobre todo porque ella también tenía productos que necesitaba cambiar por otros, especialmente por alimentos. No se debe olvidar que el crecimiento de la ciudad va paralelo al ascenso de la producción urbana; por ejemplo, los alfareros de la ciudad producen en forma masiva artefactos domésticos, que los campesinos pueden adquirir con una parte de sus excedentes. Pero para esto, es menester eliminar, por la fuerza la competencia de los alfareros de otras ciudades. Y así se formaron los reinos nuevos; entre los principales tenemos: Los yungas del Chimú, los Aymaras del altiplano y los del Cusco. Hubo otros en Ica, por ejemplo, que desarrollaron un arte extraordinario; en Chancay, en Lima y en otras partes.
Uno de los reinos que brilló fueron los Chimú. Dicen que era una simple balsa de palos que llegó desde un lejano pueblo del sur, cuyo nombre y señas se han perdido en la memoria. Quien la comandaba era una señor de nombre Tacaynamo y dicen que traía muchas cosas nuevas que enseñar. Mandado a gobernar por un señor desconocido, fue aceptado por los lugareños y desde entonces se constituyó el gran reino de Chimú, que su nieto Ñancen Pinco logró ampliar hasta muy cerca de la región andina y que mucho más tarde el valeroso Minchancaman convirtió en un verdadero imperio costeño, cuyos límites llegaban hasta Tumbes por el norte, y Carabayllo en Lima, por el sur.
Héroe legendario este Tacaynamo, que al igual que Rómulo, el fundador de Roma, se pierde en la leyenda, ingresando a la historia sólo a través del recuerdo brumoso que llegó a sus descendientes, los poderosos señores del valle Moche, de boca en boca a lo largo de siglos.
Quizá si fue un clan o una tribum o quizá si solo es el lejano recuerdo de los Wari que conquistaron a los bravos Mochicas muchos siglos atrás. Pero de esta leyenda surge, la explicación del Estado Chimú, cuyos reyes justificaron en ella su capacidad de transmitir por herencia el poder de gobernar.
Los descendientes ficticios o reales del héroe fundador del reino eran los gobernantes de una hermosa y populosa ciudad, construida en la parte norteña del valle de Moche; ahora se le conoce con el nombre de Chanchán, es la ciudad de adobe más grande de América. La ciudad, con avenidas anchas y larguísimas, trazadas casi en sistema de coordenadas, encierra una belleza increíble. En los "barrios", al interior de unos hermosos recintos amurallados, que contaban con plazas, jardines, templos, edificios públicos y viviendas, los muros estaban cubiertos con hermosos relieves, frisos hechos de barro, que aún hoy se conservan. Son varios barrios amurallados cada uno, seguramente correspondientes a distintos "linajes" urbanos; alrededor de los grandes recintos y palacios vivía una numerosa población en casas más bien modestas, que quizá eran de los "Yana", una suerte de esclavos de los señores de la ciudad. Pero por supuesto, la ciudad de Chanchán, o sea la capital del reino Chimú alcanzó gran apogeo gracias a que pudo conquistar a otros pueblos vecinos, aprovechando los recursos de otros valles costeños y las zonas andinas adyacentes. Conquistaron muchos valles, en especial los de la región de Lambayeque, porque allí habían también ya un reino establecido quizá tan importante como el de Chimú.
Tanto en Lambayeque como en Trujillo, se cuenta la historia de un héroe legendario que fundó el reino; este señor se llamaba Naymlap o Ñamlap. Él llegó a las costas de Lambayeque procedente del norte, portando un ídolo llamado Ñan Pallec, que dio nombre a la región.
Establecido en la tierra, fundó una larga dinastía que terminó en las disipadas manos de Fem Pallec, el rey embrujado por una belleza femenina, cuyo embrujo hizo que el valle se cubriera de oscuridad y pobreza, hasta los tiempos en que un rey de Chimú conquistó el territorio y lo incorporó a su imperio.
Por la naticias que hay cerca del legendario Ñamlap, se advierte que los señores de la ciudad habían llegado a extremos increíbles de fastuosidad y despilfarro. Ñamlap, llegó con un "harem", lo que quiere decir que había la poligamia permitida a la clase alta, pues en el pueblo existía la monogamia; llegó además, con una serie de cortesanos y sirvientes tales como Pituzofi (el músico), Ñiñacola (maestro de cámara), Ñiñaguintue (canciller del rey), Fonga (el que preparaba el camino para el paso del señor), Occhocalo (el cocinero real), Xamuchec (camarero de la pintura facial), Ollopcopoc (maestro del baño) y Llapchillulli (proveedor de las telas plumarias).
el reino de Chimú tenía una vida urbana muy estratificada. Esta tenía una "cabeza" que era la del gran señor, al parecer llamado genéricamente Ci-quic y que formaba la casta de poder con los caciques llamados Alaec y con una suerte de cortesanos llamados Pixllca. Quizá Pixllca era simplemente el reconocimiento de "ciudadano". De bajo de ellos estaban los campesinos, cuyo jefe familiar era el Paraeng y finalmente como esclavos, en la última categoría social figuraban los Yana.
La explotación del hombre por el hombre estaba bastante cerca de aquello que en el viejo mundo se llamó "esclavismo", aunque en algunas partes del reino Chimú, como en la actual región de Piura, tierra de los Tallanes, donde existía la "poliandría" de la clase alta, es decir que las mujeres que estaban en el gobierno podían tener varios maridos, los señores tenían derecho de propiedad sobre el trabajo de otros hombres; hay documentos que dicen que en aquellos tiempos, la tierra pertenecía al señor, dándoles a los campesinos en arrendamiento y usufructuando ellos parte de las cosechas que producían. Esto nos hace recordar al feudalismo del viejo mundo.
Todo esto se daba dentro de un marco de gran desarrollo urbano, que se expresa no solamente en la magnitud y número de las ciudades, sino también en la producción especializada y masiva de la cerámica y otras artesanías. El oro, la plata y el cobre eran trabajados con notable empeño y aun hoy los tesoros norteños son los más apreciados, aun cuando son más los de Lambayeque que los de cualquier otra parte. La técnica hidráulica llegó a su máximo, de modo que fueron habilitadas nuevas tierras y la población aumentó, pese a las guerras y otras calamidades. Y así fue este reino hasta cuando los Incas los conquistaron en la segunda mitad del siglo XV.
Cuando los españoles llegaron, los cusqueños hablaban de este reino como la "tierra de los yungas", y su lengua llamada "Muchik", era conocida como la lengua "Yunga". Sin embargo, Yunga era la expresión que se usaba para las "tierras bajas y calientes", en general. Si bien tuvo cada reino su nombre propio, los viejos cronistas, les llamaban "yungas".
Entre los años 1,000 a 1,500 D.C. Tiwanaku mantuvo su hegemonía, cuando Wari colapsó; pero esta hegemonía no duró todo el tiempo; el reino de Tiwanaku se desintegró, permitiendo que surgieran en su reemplazo otros reinos menores, rivales entre sí, establecidos alrededor del lago Titicaca o en las cercanías, que evidentemente siguieron la pauta del estado "colonizador". Como se mencionó surgieron varias naciones después de la caída de Tiwanaku, pero nos ocuparemos de tres: Los Colla y los Lupaca y los Pacajes.
Los Colla vivían al Nor-oeste del lago Titicaca y eran vecinos de los Lupaca, que vivían en todo el frente occidental del lago; los Pacajes, en cambio, vivían en torno al río Desaguadero, al Sur del lago. El Norte del lago estaba ocupado por los Omasuyus, que bien pudieron haber constituido también un reino. Más hacia el norte vivieron los Canas y los Canchis y hacia el occidente los Collaguas y los Ubinas, pero sobre todos ellos hay muy poca información aún y quizá solo fueron pequeños señoríos, o parcialidades dependientes de otros reinos.
Todos tenían en común la lengua "Aymara" o "Haque-Aru" (Haq´aru), diferente a la "Yunga" o del "Quechua", lengua de los Incas y de gran parte del territorio peruano.
Los Colla y los Lupaca, estaban en permanente guerra, de modo que el rey Colla, llamado Zapana y que vivía en la ciudad capital llamada Hatuncolla, era rival natural del rey Lupaca llamado Cari, que vivía en la ciudad de Chucuito. Esta enemistad entre ambos reinos revela un viejo afán hegemónico de ambas castas gobernantes; una lucha de las clases en el poder para tener aún un mayor poder.
Por supuesto los reyes aymaras estaban llenos de privilegios, aunque éstos estaban parcialmente distribuidos. Se sabe que en los Andes y especialmente entre los altiplánicos, el principio de gobierno se basaba en un poder dividido entre dos jefes; entre los lupacas se llamaban Cari y Cusi. Claro que uno de los reyes era más importante que el otro y tenía mayores beneficios, pero ambos eran reconocidos como jefes supremos. Esto estaba ligado también al hecho de que las comunidades mismas estaban divididas en dos mitades: Alansaa y Maasaa.
La gran riqueza de los reinos aymaras se basaba en la ganadería de la llama y la alpaca, sobre esto hay noticias impresionantes, dado que se registra la existencia de propietarios de grandes rebaños a los que los españoles llamaban "indios ricos" frente a gentes muy pobres, como los "urus"que no tenían ninguna forma de propiedad.
El Estado se beneficiaba gracias a la tributación forzosa del trabajo del campesino y pastores. Siguiendo la tradición de Tiwanaku, los reinos aymaras tenían "enclaves" coloniales en varios valles de la costa, en los andes centrales y también en la ceja de selva. Pero la hegemonía la tenían los pobladores del altiplano, que vivían en la capital, que en el caso de los lupacas era Chucuito y en el caso de los Pacajes era Caquiaviri o vivían en los pueblos que eran "cabeceras"de provincias del reino. En el caso de los lupaca, de quienes se tiene más información, las cabeceras eran siete, todas situadas a orillas del lago Titicaca.
Gracias a las investigaciones arqueológicas, que aún son escasas, se advierte una cierta homogeneidad cultural en este tiempo, la que está representada por lo que los arqueólogos llaman "Horizonte tricolor del sur", en referencia a la cerámica, de tres colores y generalmente muy toscas, que producían seguramente los propios campesinos, pese a que hay referencia de alfareros especialistas junto con orfebres viviendo en las ciudades.
Respecto a las ciudades del Altiplano de este tiempo, hay que decir que ellas no parecen haber sido muy grandes y quizá solo eran residencia de los pequeños grupos de poder y sus sirvientes al igual que los artesanos; la mayor parte de la población vivía en el campo, en pequeños poblados, de los cuales ahora casi ni quedan vestigios.
Quedan en cambio, como si fueran inmensas ciudades, los cementerios, constituidos por torres sepulcrales a las que llaman "Chulpas" y en las que eran enterrados los hombres con gran ceremonia, sacrificando en ello animales y aun vidas humanas, de acuerdo a la posición social del muerto.
Los reinos aymaras se expandieron por el occidente hasta el mar, en los valles de las actuales regiones de Arequipa, Moquegua y Tacna, en los valles del norte de Chile llegando hasta Antofagasta; por el oriente y el norte hasta el límite con las selvas bolivianas; por el sur hasta el Nor-oeste argentino, donde existen sus rastros en la quebrada de Humahuaca y zonas adyacentes.
Fueron tempranamente conquistados por los Incas (Cusco), pero mantuvieron su organización durante el imperio y aun durante los primeros tiempos de la llegada de los españoles.
Habíamos mencionado que cuando decayó Wari surgieron nuevos reinos como los de Lambayeque, Chimú, Chincha y los reinos altiplánicos, todos ellos se desarrollaron entre los 800 a 1,450 D.C. y lograron gran reputación y poder; pero paralelamente junto a ellos surgió un reino casi insignificante en el actual Cusco, sin imaginar que se convertirían en el más grande imperio de América (los Incas).
Excavaciones hechas en el siglo XIX confirmaron que Tiwanaku fue invadida y destruida a fines del siglo XII. Los invasores habrían sido los Aymaras, por ende algunas comunidades tiwanaquenses se refugiaron en las islas del lago Titicaca para luego trasladarse hacia el Nor-oeste, hasta llegar a Pacaritambo. No es casualidad que las dos leyendas más famosas que intentan explicar el origen de los incas: Los hermanos Ayar, Manco Cápac y Mama Ocllo, dan pistas sobre el lugar del que partieron hacia el Cusco.
Se ha dado importancia arqueológica a la ciudad de Wari de Piquillacta (Pikillaqta), al Sur del Cusco; cuya influencia habría permanecido en esa zona, siendo heredada por los primeros grupos quechuas, quienes asimilaron sus modelos organizativos y poder. Después de varios años, llegaron a lo que hoy es el valle del Urubamba y la metrópoli del Cusco, que entonces era conocida como Acamama. Estos habitantes recién llegados habrían venido con un equipo cultural ya forjado, en base al de sus ancestros de Tiwanaku y los ingredientes culturales de Wari que lograron heredar de la zona.
Una vez establecidos en el Cusco, combatieron, negociaron, hicieron alianzas y se mezclaron con los pobladores locales. Establecieron un pequeño reino, que habría de ser la semilla del Tawantinsuyu (Inca).
Los primeros incas asumieron funciones propias de un curaca, estableciendo la dinastía Urin Cusco (los del bajo Cusco), con el tiempo formarían alianzas con otras etnias, los investigadores lo llaman confederación Cusqueña, donde sus gobernantes alcanzaron ser reyes regionales. Ya en esta etapa estaba siendo gobernada por la dinastía Hanan Cusco (los del alto Cusco).
El reino del Cusco, por muchos años fue modesto, los arqueólogos identifican esta temprana edad del estado cusqueño con el nombre de una cerámica de baja calidad artística y tecnológica, a la que llaman "Killke". Debió ser la misma ciudad del Cusco el centro de vivienda de los reyes, dado que varios años atrás se había abandonado la ciudad de Pikillaqta, centro administrativo colonial del imperio Wari.
Las poblaciones fueron pequeñas y aparte quizá del Cusco mismo, no parece haber existido otros grandes centros urbanos. La fortaleza-templo de Saqsaywaman fue parcial o totalmente construida en este tiempo y es probable que muchos de los hermosos edificios del Cusco fueran también de aquellos años.
Los edificios públicos eran construidos con un refinado gusto arquitectónico y un magnífico labrado de las piedras, pero todo esto se incrementó y mejoró en la época imperial.
Esta confederación estaba en permanente pugna con sus vecinos;Los Canas y Canchis al Sur del Cusco, como los Chancas al Norte el Cusco. En esta época se iniciaron luchas entre el naciente reino y otros pueblos; la lucha de las clases urbanas por el poder y los cusqueños lograron notables triunfos. Una de estas guerras fue la que sostuvieron los cusqueños con los chancas. Éstos eran quizá los descendientes o invasores de los viejos Wari, vivían al norte del Cusco y cuentan las cronistas que lograron sitiar la ciudad del Cusco. Los Chancas tenían jefes duales, llamados Anko Ayllu y Usko Willka, quizá fundadores de perdidas dinastías o simplemente jefes guerreros. Durante el asedio de la ciudad del Cusco, surgió un jefe entre los Incas que logró dominar a los Chancas, liberando al Cusco; de esta manera surgiría la figura del primer emperador Inca; Pachacuti (Pachacútec) hacia el año 1,438 D.C. desde entonces comenzó una increíble cadena de conquistas por parte de los cusqueños, quienes se expandieron en menos de cien años, desde el sur de la actual Colombia hasta el centro de Chile. Pachacuti fue el fundador histórico del Tawantinsuyu o imperio de las "cuatro regiones": Colla Suyu (al sur), Conti Suyu (al sur-oeste), Anti Suyu (al nor-este) y Chinchay Suyu (al norte). Cusco desde entonces fue el centro, "el ombligo del mundo".
El Cusco se convirtió en un lugar increíble, lleno de palacios suntuosos, templos relucientes con paredes de oro, plata y pedrerías, recintos inmensos, llamados "Collcas", llenos de lienzos finísimos, vestidos y toda clase de lujos para el vestir y el adorno personal, llenos también de granos, papas, carne seca y toda clase de alimentos disponibles en cualquier momento. Por las calles del Cusco transitaban elegantes cortesanos, con atuendos polícromos de fina lana y algodón seleccionado, a veces con mantos cubiertos con plumas escogidas de pájaros de la selva; algunos de ellos en literas, cargados por súbditos y seguido por sus mujeres y quizá su guardia personal además de sus sirvientes.
En la ciudad brotaba el agua de los surtidores bellamente tallados en piedra, agua limpia que llegaba por canales también labrados en piedra. Y los señores disponían de baños especiales para su aseo personal y los había en todo el reino, eran temperados con agua caliente natural proveniente del subsuelo.
En un templo llamado Cori Cancha o Qori kancha, palabra quechua que significa "recinto de oro", había un jardín artificial con una fuente al centro, todas bañadas en oro y pedrerías de tamaño natural. El jardín era policromado por la combinación del oro con láminas de plata, con incrustaciones de turquesas o lapislázuli, de conchas traídas de miles de kilómetros de distancia, de obsidiana negra. Los muros estaban cubiertos con grandes planchas de oro. Todo aquello fue llevado a Cajamarca como rescate al Inca Atawallpa, donde los españoles se repartieron una buena parte y una pequeña porción fue llevado a España, para la corte del rey Carlos V; quien por sus grandes extensiones territoriales en América y otras partes en Europa ´podría adjudicarse el título de emperador.
El Cusco no era el único lugar donde se guardaba la riqueza; en las colonias del Cusco; es decir en las "cabeceras región" había otras ciudades menores; en la ciudad de Vilcaswaman, cerca de la Actual Ayacucho, una hermosa pirámide llamada "Usno" estuvo cubierta totalmente con planchas de oro, así como los sillones y otros monolitos que aún hoy se conservan en el sitio y en Pachacámac, la vieja ciudad que está al sur de Lima, los españoles encontraron tanto metal precioso que a falta de hierro, para su viaje de Pachacámac a Jauja, herraron sus caballos con herrajes y clavos hechos de oro. Por supuesto, en todo su camino, en cada ciudad y aun en medio de los caminos, en unos hospedajes llamados "Tambos", los españoles encontraron las famosas "Collcas" (Colcas) con sus abastecimientos de comida y abrigo; llenas siempre en las épocas de bonanza y en las de escasez.
Pero no era tanto el oro y las pedrerías lo que indicaban la riqueza de este imperio, eran los tejidos. Una ciudad bien provista de lienzos de lana de alpaca, llama o vicuña y de algodón. El Sapa Inca, ameritaba sus simpatías y gratitud para con sus súbditos haciéndoles llegar obsequios en vestidos y telas, aparte de que a los más cercanos les entregara también mujeres.
Cada año, el Inca hacía que se reuniera a las jóvenes de todos los pueblos del imperio y seleccionadas pasaran a vivir en unos recintos llamados "Aqlla wasi" (casa de las escogidas), en donde ellas se dedicaban a preparar comidas y bebidas para la corte, pero sobre todo a hilar y tejer; las maestras, las más expertas, llamadas "mamaconas" o "mamacunas" (las señoras) las ilustraban en dichas artes, pero además ellas mismas producían bellas telas para el Inca y su corte. Las Aqllas en un determinado momento, podían ser conservada en estado de virginidad y quedar destinadas al culto solar, haciendo telas para el Inca para toda su vida, pero la mayoría era entregada por el Inca a sus súbditos o él mismo las desposaba y las incluía como parte de su extenso harem.
Pero la tarea de enriquecer las arcas estatales, es decir las Collcas, no era exclusiva de las aqllas, pues en ella iba también el trabajo de toda la población.
Cada hombre, cada mujer, por familias, debía entregar al Estado una cierta cantidad de hilado o de telas anualmente. Era una tributación en trabajo, pues la lana era generalmente les era entregada por el Estado, que poseía inmensos rebaños y también sembríos de algodón.
Por supuesto, el ganado y las tierras no fueron siempre de los Incas; ellos se apropiaron de todo aquello por la violencia, utilizando el chantaje diplomático por intermedio de las armas. Enviaban mensajeros a los señores de los territorios que ellos querían ocupar y si tales señores aceptaban la sumisión, les concedían privilegios; si los señores se resistían a perder su independencia, los aniquilaban con sus ejércitos y de todos modos se apoderaban de la región. Si la resistencia era muy grande, toda la población rebelde era desarraigada, conducida de su tierra a colonizar otros lugares. Naturalmente, en esto eran muy bien organizados los conquistadores cusqueños, de modo que hacían que estos desplazamientos de población fueran dentro de ciertos límites, tomando en cuenta factores de altitud, clima, etc. que permitieran un trabajo productivo para la población desplazada.
Cuando un pueblo era conquistado por los Incas programaban inmediatamente su producción y si era pobre, buscaban los mejores recursos para enriquecerla; si faltaba fuerza de trabajo, llevaban hombres de otras partes; si sobraba población la redistribuían. Pero no era por el bienestar del pueblo, fue por intereses del Estado Inca. Toda región conquistada era analizada y la áreas de producción divididas en tres partes: Una para el Inca, otra para el Sol y otra para el consumo de la población. O sea, que dos terceras partes del potencial productivo pasaban a poder de los explotadores (nobleza-clero) y una tercera quedaba en posesión del pueblo conquistado. Por supuesto esto no fue rigurosamente exacto, porque de un lado la división no necesariamente era cuantitativa y porque de otro lado, la tributación y la explotación no eran una novedad, de modo que probablemente de lo que se apoderaba el Estado Inca era mayormente de aquello que antiguamente beneficiaba a los "curacas" (jefes locales) y sus cortes, es decir a las clases explotadoras conquistadas, aun cuando se sabe que muchas de ellas eran mantenidas con muchos privilegios.
La riqueza en aquel tiempo no estaba en la propiedad física de la tierra, estaba en la propiedad de la fuerza de trabajo. Los medios de producción, es decir la tierra y el agua, debían ser mejorados para que el trabajo produjera más y mejores productos. Esta forma de la riqueza en el campo era igual en la ciudad, en donde, como hemos visto con las Aqllas, se explotaba su trabajo directamente, bajo riguroso control estatal.
Los hombres estaban organizados por el Estado de acuerdo con esta forma de explotación, que debió iniciarse progresivamente desde tiempos de Chavín.
Luego de que apareciera la propiedad colectiva de la tierra, antes de Chavín, el trabajo se convirtió en la fuente más importante de riqueza, en la medida que permitía el aumento de la producción y el aumento de los mismos medios de producción a través de la irrigación, la construcción de andenes, el uso de fertilizantes, etc. Los estados militaristas posteriores, especialmente a partir de Wari, la apropiación de la riqueza por la vía de la conquista armada, consistió en apropiarse de un mayor número de hombres para tener una mayor producción. Pero en la época de los Incas y quizá un poco antes, se había iniciado una nueva forma de riqueza, que consistía no solamente en la propiedad sobre la fuerza de trabajo, también sobre los medios de producción; es decir sobre las tierras y el ganado. Los Incas, su "panaca" (familia real), poseían derechos territoriales sobre determinadas zonas alrededor del Cusco; no los Incas en conjunto, sino cada Inca con su familia, de modo que el Cusco, cuando llegaron los españoles, las tierras pertenecían a tal o cual panaca, de tal o cual Inca; así Pisak pertenecía a una familia y probablemente Lucre a otra, etc. La propiedad privada sobre la tierra estaba en proceso de gestación y por supuesto no solo en el Cusco sino también en otras regiones. No era pues todo de propiedad colectiva como se creía en relación a los medios de producción; se estaba ingresando a una segunda o quizá tercera etapa de la historia de las clases sociales, el Estado y la propiedad.
Siendo la explotación por la vía del trabajo, la preocupación imperial por mejorar la producción es obvia. En cada región conquistada se hacían, cuando no las había, lo cual era muy raro, grandes obras de irrigación y de construcción de terrazas , al mismo tiempo que eran habilitados centros de administración colonial, los tambos, los caminos y por supuesto las collcas. Para cada región se habilitaba una ciudad de estilo cusqueño.
Cada hombre jefe de familia era dotado de un "tupu" o "topo" de tierra para trabajarla en su beneficio. Tenía aún tan poco sentido la tierra como propiedad física, que el "tupu" era en realidad una unidad de trabajo y de producción, de extensión variable, que un hombre podía trabajar con su familia y podía,con ese trabajo subsistir sin penurias. Las mujeres recibían medio "tupu", pero por todo esto que recibía tanto hombres como mujeres, debían dar su fuerza de trabajo para el labrado de las tierras del "Inti" (el dios Sol) y el Inca (la burocracia estatal). Ambas beneficiaban a la clase urbana, que en este tiempo ya estaba estratificada en la clase explotadora ligada a la corte y en las diversas capas de artesanos, sirvientes, soldados, que bien pudieron llegar a construir una suerte de capa de "ciudadanos" en algún momento. En el campo, los campesinos representados por los "Pureq" (jefes de familia), estaban en una escala social más baja, pero aún más abajo que ellos, en el campo y la ciudad, emergía una capa de esclavos, llamados "Yanacunas" (los yanas), que pertenecían a los señores y no tenían ninguno de los derechos de los campesinos o los urbanos. Ellos representaban el inicio de una nueva forma de explotación, que se basaba no solo en la propiedad de la fuerza de trabajo, que fue la primera, no en la de los medios de producción, sino en la propiedad absoluta de unos hombres sobre otros. En el esclavismo del viejo mundo, estas dos últimas formas de propiedad son las que caracterizan la riqueza.
De otro lado, el Estado Inca se beneficiaba también del servicio personal de todo el pueblo, el que se cumplía ciertas obligaciones regularmente. Unas estaban ligadas al aparato represivo militar; anualmente se llevaba a los jóvenes para el servicio militar obligatorio para el ejército; además todos debían trabajar por turno en la edificación de palacios, caminos, todas las obras estatales, que servían al pueblo, pero que en realidad beneficiaban mucho más a los señores del Cusco.
Así fue este imperio, construido bajo el despotismo de los Incas. En su corta historia como imperio, no cesaron de guerrear contra nuevos enemigos por conquistar o contra curacas de los pueblos coloniales y por supuesto, no cesaron la lucha interna entre ellos mismos. Cuando llegaron los españoles, dos hermanos decidían por las armas, quien sería el Inca. Eso produjo el fraccionamiento del extenso imperio; que, de otro lado, se habría fraccionado de todos modos, quizá constituyéndose feudos como los que de hecho poseían ya las panacas de los Incas o formándose nuevos reinos a base de ciudades como las de Pachacámac o las de Chincha, que se hacían crecientemente poderosas.
Las guerras que con frecuencia se desatan en el interior de una nación, provocadas por las luchas de clases por el poder, sobre todo cuando se trata de decidir en manos de qué explotador quedarán las tierras, esas guerras son llamadas "civiles". Cuando en cambio son entre los explotados contra los explotadores por el poder, esas son guerras revolucionarias.
En 1532, el Tawantinsuyu estaba en plena guerra civil, cuando llegaron por mar y desembarcaron en las costas, unos 260 hombres armados procedentes de un país extraño llamado España. Venían dirigidos por un aventurero muy audaz llamado Francisco Pizarro, un grupo de lugartenientes y unos pocos soldados, que en su mayoría eran de infantería, aunque habían algo así como 60 de caballería y llevaban una pocas armas pesadas de artillería, tales como cañones y por supuesto espadas, arcabuces, cascos de metal y todo un refinado equipo guerrero totalmente desconocido en el antiguo Perú.
Para llegar a este punto, Pizarro había vivido una serie de aventuras y dificultades, pues los españoles que a la sazón habían ya establecido sus reales en Panamá, luego de la invasión a América, no creían verdaderas las noticias que llegaban débilmente a Panamá, de la existencia de un rico imperio al sur. Vencidas las dificultades, luego de dos intentos de llegar a las costas del actual Perú., Pizarro y su gente lo logró en un tercer y penoso viaje. Se establecieron primero en Piura, tierra de los Tallanes, que fuera del reino de Chimú y de allí armó una expedición de 180 hombres con los que se internó en los Andes hasta llegar a Cajamarca, donde en ese momento se encontraba el Inca Atawallpa, a cientos de kilómetros del Cusco, la capital del Imperio.
Atawallpa había tomado preso a su hermano Waskar; Pizarro enterado de estas circunstancias, en una dramática escena que se dio en la Plaza de Cajamarca, apresó al Inca Atawallpa; luego de matar a sus súbditos con las armas de fuego. Los guerreros andinos sorprendidos por este enemigo y su armamento, huyeron o simplemente murieron al querer enfrentar con sus armas elementales a estos 180 españoles que les tendieron la emboscada.
Tomado el Inca en noviembre de 1532, fue mantenido preso hasta julio del año siguiente. Él había sido requerido "en nombre de Dios y del rey de España" para que se sometiese; el Inca confiado en salir libre de su cautiverio ordenó asesinar a su hermano Waskar para asegurar su propio trono. Fue un excelente pretexto para los aventureros españoles, quienes ambiciosos, engañaron al prisionero antes de matarlo, diciendo que si éste pagaba un rescate en oro no sería ejecutado; pero no fue así, luego de un juicio sumario mataron al Inca, asegurándose previamente la adhesión de un buen sector de la población y de un grupo de "nobles" nativos en este asesinato. Ese era el camino para llegar al poder, por vil y despreciable que fuera. Pizarro no olvidaba que aun antes de pisar tierra peruana, su rey lo había ya nombrado "gobernador" de estas tierras, pero eso había que conseguirlo por las armas en un país en donde toda una larga historia de luchas, reconocía el poder "legítimo" de un emperador. Pizarro lo comprendió así y por eso entró en alianza con los que como clase tenían derecho a ese poder. Apenas mató a Atawallpa se puso al lado de otro Inca, su nombre fue Túpac Wallpa, hijo de Wayna Cápac. Pizarro lo reconoció como nuevo "emperador" para el beneplácito de los Hanan Cusco, que creyeron con eso ver retornado su poder dinástico en el imperio. Así comenzó la guerra entre españoles e Incas que duró 40 años.
Muchos por ingenuidad y otros por otras razones, dicen que la guerra fue la "una conquista" y que el Imperio de los Incas se derrumbó en unos días; que 180 valientes vencieron heroicamente a miles de indios muy bien armados, pero primitivos y sumisos. Que los "indios" se amarraron las manos cuando el Inca fue apresado y a lo más lloraron mucho su muerte. Pero no dicen, quienes ven la historia así, que en Cajamarca solo comenzó una guerra por el poder, que además encajó perfectamente con lo que previamente se estaba dando entre los hijos del Inca Wayna Cápac (guerra civil).
La alianza entre los enemigos de Atawallpa y los españoles se produjo inmediatamente después de que el Inca fuera apresado. De otro lado, los curacas y ex-curacas de las colonias o "provincias" del Imperio, con sus hombres al lado, también estaban del lado de los españoles. Desde entonces estos 180 "heroicos" conquistadores estuvieron respaldados por ejércitos de miles de opositores del Inca.
No se trató una alianza de "razas", de traidores a la "raza peruana" con extranjeros de "raza blanca". Este mito de la "raza" es un invento de los europeos para justificar sus tropelías imperialistas; no se trató una alianza de clases, sino más bien de una alianza de los explotadores nativos que estaban a la defensiva y solo esperaban la oportunidad para tomar el poder por asalto y de los extranjeros que venían decididos a convertirse en explotadores.
Pizarro, con su Inca al lado y protegido por un ejército quizá similar al que acompañara al anterior Inca, fue a la capital del Imperio, al Cusco,pero en medio camino, mataron a Túpac Wallpa, de modo que cuando llegaron los españoles al Cusco, tuvieron que reconocer a otro hijo de Wayna Cápac como Inca, nos referimos a Manco Inca, que era del lado de los Hanan Cusco. Hecho esto, Pizarro se va del Cusco y funda su capital en Lima. Se inicia un poder dual , el de los españoles y el de los Incas.
Manco Inca fue "reconocido" a fines de 1533; entre este tiempo y 1535, observa primero la conducta de los extranjeros y luego se prepara para su expulsión.
Al mismo tiempo, Pizarro deja a sus hermanos en el Cusco, los que casi tenían en prisión al Inca, siendo el propio Pizarro quien se dedica a repartir la tierra entre sus allegados, sus soldados y los nuevos españoles que llegaban al Perú. En el Tawantinsuyu se inicia el caos, los españoles se reparten toda la riqueza; el oro de los templos y las mujeres son el botín preferido. Algunos españoles para asegurarse el poder a la treta cortesana de casarse con "nativas nobles". los Aqlla Wasi son vaciados y las vírgenes pasan a formar parte de los harenes de los cristianos de España; inician la prostitución, la mendicidad y el robo.
En 1536, Manco Inca logra escapar del Cusco y toma Sacsaywaman; su deseo fue volver a imponer el orden, sitia el Cusco y cuando luego de varios meses había casi logrado dominar a los que allí estaban, sus enemigos de linaje, los incas del otro bando apoyan a los españoles y logran vencer a Manco; a esto se suma la llegada de Almagro y sus tropas de Chile, teniendo que retirarse hacia las montañas de Vilcabamba, desde continuaría la lucha. Los españoles tienen prácticamente el poder en sus manos, ese poder sin embargo, era más grande de lo que ellos podían controlar, iniciándose desde 1536 un lucha entre los mismos españoles por el poder, que los historiadores del imperio español llaman "guerras civiles". Ante este caos interviene el rey de España en 1541, mandando a un nuevo gobernador, quién mandó a ejecutar al hijo de Almagro que se había declarado gobernador luego de que sus huestes asesinaran a Pizarro.
Manco Inca sigue insurrecto tratando tratando de recuperar el poder, pero en 1544 es asesinado, lo sucede su hijo Sayri Túpac, entre tanto, España decide establecer el "Virreinato" y da leyes que trata de ordenar la explotación y tropelías que se había organizado. Pero los españoles ya habían saboreado de esta explotación y se preparaban para enfrentarse el rey bajo el liderazgo de Gonzalo Pizarro, quien entra a Lima como gobernador en 1544 con 600 españoles y 800 nativos.
El rey decide "pacificar" el territorio y manda a La Gasca, quien ordena ejecurar a Gonzalo Pizarro y restablece el caos suspendiendo los efectos de las leyes nuevas. Sucede todo lo imaginable en este tiempo; el desenfreno absoluto. Se realiza una nueva sublevación por Hernández Girón, pero rápidamente vencido. El imperio español envía a un nuevo virrey, llamado marqués de Cañete que para pacificarlo deportó gente y ahorcó a unos 800. Este marqués logra que el Inca Sayri Túpac capitule a cambio de tierras y prebendas. Los último incas se estaban dando por vencidos, pocos años después, en 1560, es muerto Sayri Túpac, en su lugar toma el mando Titu Cusi Yupanqui.
Entre 1560 y 1570 hay una serie de escaramuzas, pero el poder está ya del lado de los españoles, decididamente. El caos continúa pero con cansancio, nadie vive seguro, especialmente los nativos, muchos de ellos han sido ennoblecidos por España como Inca Paullo. Al mismo tiempo España inicia el descoyuntamiento de toda la estructura económica social existente en el ´Perú, cortando los canales de riqueza forjado a lo largo de milenios, destruyendo a la familia andina y derivando todo el proceso económico en beneficio de su país de origen. A partir del virrey Toledo, este descoyuntamiento será pleno, de modo que todo el Perú se convertirá en fuente de explotación para el exterior.
En 1568 es nombrado don Francisco Toledo, como virrey del Perú; llega en 1569 y decide organizar el virreinato implantando la colonia. Pone punto final a la lucha por el poder, matando al último Inca, Túpac Amaru, en 1572, que había reemplazado a Titu Cusi Yupanqui un par de años atrás. Trae consigo la "inquisición", un tribunal religioso nefasto de una voracidad increíble. Toledo fue un tirano de extraordinaria habilidad; destruía todo lo que se le oponía, pero al mismo tiempo construía un poder de clase en el que habría de respaldar todo el virreinato. A los nobles nativos les reconoció un carácter cortesano, pero les quitó toda posibilidad de acceder al poder y formó una corte de españoles a su alrededor. Retomó hábilmente los métodos de explotación de los Incas, instituyó el trabajo obligatorio como tributo o "mita" con lo que se llegó casi al exterminio de los indígenas y restableció el régimen de "pachacas" a base de los censos de población. Finalmente recurrió al desquiciamiento de la estructura económica y social a partir de las "reducciones", sistema por el cual se instituyó por la fuerza un régimen de población aglutinante diferente a la andina. Aquí terminó la conquista y se inició una nueva etapa en la historia del Perú, en donde el desarrollo ya no fue más interno sino en función de los intereses de los países que sucesivamente asumieron su dominación.
Machu Picchu "Legado de los Incas"
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los valles del actual Trujillo se asentó una civilización extraordinaria y que se expandió toda la costa norte, nos referimos a los Moche, esto sucedió entre los 100 A.C. y 700 D.C. Estos señores eran muy respetados, se han encontrado tumbas llenas de adornos; en una de las tumbas se halló a un anciano, había perdido casi todos los dientes, su edad sobrepasaba los 30 años de edad; en las dos tumbas que se excavaron se encontraron los cuerpos de un hombre de aproximadamente 30 años de edad y de un niño de 10 años.
Al anciano le colocaron una máscara, su ataúd estaba hecha de caña trenzada; llevaba un pectoral hecho con miles de pequeñas turquesas, que le cubrían el cuello, parte de los hombros y todo el torso. El niño fue enterrado a su lado, junto con unos bastones rituales labrados en madera oscura; en uno de ellos había la figura de un anciano con una extraña máscara como felino y que tenía al lado un niño todo tallado y adorando con concheperla. Otro bastón tenía la figura de un búho. En la tumba del anciano se encuentran dos mujeres, cubiertas con una simple pieza de algodón; no llevaban vestido alguno. Ellas se sentaron a los pies y a la cabecera del anciano, mirando al féretro y allí mismo fueron estranguladas con unos finos pañuelos. Pero no todos tuvieron estos privilegios, habían hombres que llegaban al valle con la cabeza baja, desnudos y con una soga que les aprisionaba fuertemente las manos a la espalda luego de aprisionarles también el cuello. Eran gentes que caminaban forzadamente por el valle, con guardianes que a sus espaldas les iban indicando el camino a fuerza de latigazos. Ellos se dirigían a un monumento fabulosamente grande, que existe en medio del valle, es una pirámide hecha de adobe, que tuvo una altura de casi 50 metros. A su lado existe otra más pequeña, pero igualmente imponente por su tamaño y forma.
Las pirámides están hechas de una serie de plataformas superpuestas y en varias de ellas hubo recintos y patios donde se realizaban ceremonias.
Al estudiar las pirámides al que se les llama ahora del Sol y de la Luna, se descubrió que sus dioses eran diferentes a los del viejos templos de Chavín. En la llamada pirámide de la luna existen una pinturas en los muros con alusiones al culto, pero en ningún caso los dioses tienen la ferocidad de los dioses de Chavín. La religión no era ya el único instrumento de poder, en cambio la guerra y las armas eran de una sorprendente efectividad y una mezcla de ambas debió haber generado la imagen del sacerdote-guerrero, que es tan característico de la cultura Moche.
La sociedad de los mochicas se irguió sobre los escombros de los viejos pobladores de Chavín, cuya modalidad trujillana es llamada Cupisnique por los arqueólogos. Los pueblos mochicas eran, sin embargo, solo una desarrollo regional de la cultura andina, consolidada en tiempos previos; por eso, dominando todos los recursos tecnológicos ellos sometieron totalmente el ambiente y desarrollaron una sociedad de gran riqueza, aunque naturalmente, esta riqueza no eran compartidas por igual a todos los hombres. Esta es una sociedad de clases, donde los que vivían las urbes estaban diferenciados de los campesinos.
La clase urbana estaba constituida por los especialistas a tiempo completo, dentro de una escala jerárquica en la que los sacerdotes-guerreros debieron ser los más poderosos. Sus poderes debían ir desde la posibilidad de "hablar" con la divinidad, hasta la de curar enfermedades y disponer de la vida de la gente. Algunos de ellos pudieron estar dedicados a tiempo completo a sus funciones sacerdotales y de gobierno.
La vida de los urbanos estaba llena de adornos y actividades recreativas; una de ellas pudo ser la caza de venados, donde ellos eran ayudados por batidores a manera de sirvientes. Las mujeres estaban en segundo plano, pero los hombres vestían hermosamente, con mantos de plumas de aves exóticas, grandes aretes de concha o piedras semipreciosas, con adornos nasales, pintura facial, ajorcas, brazaletes y riquísimos tocados en forma de turbantes o coronas con plumas multicolores.
los campesinos en cambio, vestían en forma sencilla y los inválidos, despojados de su capacidad de producir, eran sometidos a la condición de mendigos. No era raro encontrar en el poblado a hombres ciegos pedir limosnas, o a lisiados en la misma actitud.
No había grandes urbes, pero si pueblos grandes alrededor de los templos. Los campesinos y los pescadores vivían en aldeas o estancias dependientes de los centros urbanos.
Los procedimientos para proveerse de alimentos habían avanzado mucho y los moche conocían todos los animales y plantas, la yuca, el maní y otras plantas cultivadas, que llegaron o se domesticaron en los Andes, casi al mismo tiempo en que florecía la cultura Chavín. Su economía de subsistencia incluía la agricultura con irrigación, la ganadería, la cría de animales de casa y de corral (pato y cuy), la caza, la pesca y la recolección de frutos.
En este tiempo se llega al clímax de las posibilidades de desarrollo en la técnica y el arte dentro del nivel de cultura existente. En el arte, especialmente a través de la cerámica, se logran expresar, ya sea por vía de la escultura o por la del dibujo. En la escultura, el retrato modela el rostro humano con un dominio total de la forma, se retrataba también a los objetos, plantas, animales; pero es aún más admirable la fuerza clásica del dibujo, pues mientras que en la escultura se copia la naturaleza, con desborde técnico y talento, en el dibujo se imagina el mundo, creando con un mensaje, una realidad que está por encima de las cosas mismas. Es lo clásico, donde la forma y el contenido entran en un equilibrio exquisito. Los mochicas no pintaron imágenes: Las dibujaron siempre de perfil, siempre en movimiento, siempre diciendo algo, no copiaron nada pero tampoco llegaron al mito de lo abstracto, que es la etapa crucial del arte cuando se ha perdido la capacidad de decir algo a través de la creación artística.
Pero los mochicas no fueron los únicos que llegaron a este nivel de desarrollo, en otras partes hubo también otros pueblos semejantes, aunque con caracteres distintos, al igual que los de la costa norte del Perú, surgieron en medio del tiempo creando cultura, desarrollándose en loa valles del actual Inca (costa sur del Perú), entre los años 100 D.C. y 700 D.C. Estos hombres formaron la cultura Nasca o Nazca, quienes se dedicaron a cazar cabezas humanas, como parte importante de su vida. Estos pueblos se habrían apartado desde muy temprano de las viejas influencias de Chavín, cuando la cultura Paracas se independizó paulatinamente, hasta dar origen a Nasca. Desde aquel tiempo y también en la época de Chavín existía la costumbre de cazar cabezas, pero no era tanta la importancia.
Fue larga la época de Paracas, permitiendo a los hombres absorber fuertemente el ambiente. La economía estaba bien asentada en la agricultura y las formas de vida se inspiraban en la realidad regional. Los hombres de Paracas hicieron pirámides, pero ellas eran muy distintas a las de Chavín, en cambio los de Nasca parece que abandonaron un tanto tal costumbre.
La transición de Paracas hacia Nasca no fue abrupta, fue un proceso lento y regular; quizá por eso las costumbres guerreras y la construcción de poblados semi-urbanos, solo continuó en Nasca como una prolongación de hábitos de la cultura Paracas.
los hombres de la cultura Nasca eran guerreros, que vivían en pueblos organizados, los sacerdotes tuvieron gran autoridad; algunos de ellos eran notables astrólogos y hasta encontraron en el cielo un "zodiaco" que les ayudó seguramente en sus tareas de adivinación y magia. Los signos de su zodiaco los dibujaron muchas veces en sus ceramios y en sus telas; también lo copiaron en la gran pampa del Ingenio, al norte de Nasca, con precisión matemática, tomándolos directamente de las estrellas. En la pampa hay unos dibujos gigantescos, de cientos de metros de tamaño, hechos con líneas que son verdaderas pistas hendidas en el cascajo; son notables las figuras de las araña, el mono, del ave, etc. junto con pistas en zig-zag o líneas rectas interminables, de kilómetros.
Todas estas pistas y figuras servían para registrar el movimiento de los astros y "conjurar" un signo, para el vaticinio. Todos los astros tienen sus "épocas" y se mueven ante nuestra vista constantemente en forma muy regular; aparecen siempre en la misma época en una posición dada, de modo que algunas estrellas o constelaciones coinciden con los períodos agrícolas importantes, es decir, la siembra, la cosecha, el aporque (acto de poner tierra al pie de las plantas para darle mayor consistencia y conseguir que crezcan nuevas raíces para asegurar la nutrición de las plantas y conservar la humedad durante más tiempo), la época de lluvias, etc. para los agricultores, este movimiento periódico de las estrellas era fundamental, pues gracias a ella podían decidir sus actividades agrícolas. Así, la constelación tal o cual, que corresponde a la figura de un animal dado, traerá las lluvias y con ellas vendrá el verano y el tiempo bueno para hacer el barbecho habrá terminado; quienes conocían las estrellas podían "revelar" los secretos de la naturaleza con gran precisión. Estos sacerdotes debieron ser geniales adivinos. Pero muchas marcas de la pampa del Ingenio no "rastreaban " a las estrellas sino al Sol, según parece; el Sol con sus movimientos es también un excelente guía del tiempo; se sabe que gracias al Sol contamos 360 o 365 días como "un año"; es que el Sol se mueve en forma oscilante, ante nuestros ojos, desde una posición dada, que se llama equinoccio hasta otra llamada solsticio y luego vuelve a su posición original; este movimiento de "ida y vuelta" es de un año. Si uno se fija en el horizonte, durante el verano el Sol saldrá por un punto al Sur-este de donde lo miramos y se ocultará por el Nor-oeste, entonces estará en el solsticio; en el invierno, en cambio, será al revés, aparecerá al Nor-este y se ocultará en la parte sur del occidente. Si se fija con atención este transcurso, se podrá saber cuándo está cerca cada estación y so se registra, como en Nasca, cada movimiento, se logrará un calendario de 360 días, más o menos, pues ese es el transcurrir del tiempo. Los sacerdotes sabían en que día estaban, casi como lo sabemos hoy con nuestros simplificados calendarios. Y eso permite planificar, programar, prever el futuro, porque se sabe la fecha de antemano.
A esto debieron dedicarse gentes especializadas, con mucho conocimientos de matemáticas, geometría y astronomía.
No cabe duda que la clase urbana era la más poderosa, de otro modo no se explicaría cómo algunos hombres eran enterrados con lujos, mientras otros eran enterrados con sencillez. Existe un entierro, encontrado en Chaviña al sur de Nasca, en donde varias personas fueron sacrificadas en homenaje de un hombre cuya tumba era en realidad un complejo de pequeñas tumbas, en donde estaban las ofrendas humanas, de animales (incluso un ratón decapitado) y de artefactos.
Los nasquenses tuvieron varias ciudades, pero la que más conocemos es la de kawachi, en el mismo valle del río Grande de Nasca. En una época fue la capital de varios valles, pero con frecuencia cada valle mantuvo una cierta autonomía, desde Chincha hasta Camaná.
En las ciudades nasquenses, los artesanos produjeron objetos de gran calidad artística, diferentes, por supuesto, de los mochicas. En el tejido y la orfebrería destacaron bastante, pero en la cerámica se llegó a niveles muy altos de perfeccionamiento técnico y de expresión artística. En lo técnico, vale la pena destacar la policromía de sus artefactos de cerámica que ni aún hoy pueden obtenerse los tonos y matices con la fineza de aquellos artistas. Sus diseños son mágicos y que algunos frecuentan plantas y animales reales, en ningún caso hay copia.
En todo el país se dio un proceso similar al de estas dos culturas (Nasca y Moche), en Cajamarca, en el Callejón de Huaylas, en el Mantaro, en Ayacucho, en el Cusco, en Lima, etc. pero describirlas sería muy extenso; por eso hemos escogido sólo como ejemplo y porque están mejor documentadas.
El altiplano fue el lugar donde se asentaron los primeros habitantes de la cultura Tiwanaku hace 1,500 A.C. y que tuvo su máximo apogeo en el años 700 D.C. hasta los 1,200 D.C. durante el florecimiento de la ciudad de Tiwanaku, al sur-este del lago Titicaca, contaban con especialistas urbanos (sacerdotes). Ellos gracias a un calendario, fijaron ciclos que hicieron posible una producción abundante y segura, además de contar con un sistema de control pluvial. Los sacerdotes vivían en su mayoría en la ciudad de Tiwanaku, pero también estuvieron al mismo tiempo otras ciudades o poblados de menor importancia establecidos en el altiplano, cerca de la metrópoli.
Tiwanaku era una urbe gigantesca, con grandes templos en formas de recintos que alojaban las imágenes de los dioses grabadas en piedra. Los dioses eran antropomorfos, es decir tenían forma humana, pero con una serie de atributos que eran principalmente los del felino, del halcón y las serpientes; junto a las divinidades aparecen también las figuras de los camélidos domésticos y de plantas cultivadas. Algunas de estas estatuas son enormes; una mide aproximadamente 7 metros de alto.
Una de las esculturas que más ha llamado la atención es aquella en que parece grabada la imagen de una divinidad central que sostiene dos báculos, uno en cada mano y una cabeza con rayos. Se atribuye esta imagen a la de un dios que era muy venerado cuando llegaron los españoles, llamado "Wiraqocha (viracocha). La actividad económica de Tiwanaku era principalmente la agricultura con cultivos que estaban limitados al tipo de plantas de altura, capaces de soportar el duro clima del altiplano y ganadería de llamas y alpaca. De estos último aprovecharon muy bien su carne y lana, mas no su leche debido a que nunca fue un alimento apetecible en los Andes, hasta antes de la llegada de los españoles.
Gracias a las posibilidades ganaderas de los tiwanakenses tuvieron posesión abundante de lana y también de carne para el comercio. Tanto la carne, como la papa era deshidratada y conservada en este estado por tiempo largo, de modo que podía ser transportada a grandes distancias como producto de intercambio. A la carne deshidratada le llamaban "charki" y a a papa "chuño". La lana, la carne y quizá la papa podrían ser llevadas junto con otros productos suntuarios a diversos lugares, a cambio de los productos de las tierras bajas. Entre estos productos suntuarios se encuentran unas pedrerías raras a las que ahora llamamos turquesas, pero sobre todo el bronce, un metal obtenido por aleación del cobre y el estaño. La elaboración del bronce surgió en el altiplano del lago Titicaca, en Tiwanaku, su uso era estrictamente ceremoniales, suntuarios y excepcionalmente a la producción. Quienes lo producían debían ser especialistas de muchos privilegios en la comunidad urbana. Pero Tiwanaku no llegó a constituir un gran imperio; debió ser un estado expansivo con dominio sobre muchos territorios, pero sobre todo un estado colonizador que de carácter imperialista.
Si nos atenemos a las informaciones que tenemos sobre los reinos altiplánicos posteriores y su organización y la semejanza de su estructura con la de Tiwanaku en su época de máxima expansión, encontramos una imagen muy particular de un estado colonizador, que se preocupaba por conquistar tierras no con el objeto de someter a los hombres que allí vivían sino con el de explotar ellos mismos las tierras para obtener los productos que su hábitat altiplánico no les permitía producir. El gran estado tiwanakense viene a ser una gran metrópoli con otras ciudades menores cerca del inmenso lago Titicaca y una infinidad de enclaves dispersos en los valles de la costa cerca del mar, donde se producía el maíz, varias legumbres y se obtenía una gran variedad de peces y otros mariscos; dispersos en las quebradas intermedias de los Andes, donde también hay maíz del bueno y árboles frutales y quizá incluso en la Amazonía, donde además de la yuca o mandioca, se puede conseguir la coca.
Es quizá la diferencia entre un estado "colonizador" frente a un estado "conquistador", como lo fue el estado Inca.
En algunos lugares, como la costa de Arequipa o el norte de Chile, las colonias altiplánicas encontraron pueblos muy atrasados de pescadores y recolectores, con los cuales coexistieron pero no se mezclaron, es decir no convivieron; algunas poblaciones asimilaron algo los logros tecnológicos tiwanakenses y desarrollaron formas superiores de cultura; si embargo muchos pueblos simplemente intercambiaron sus productos con los altiplánicos.
Pero uno de los efectos más importantes de este extraordinario estado fue el que produjeron uno o varios de sus enclaves en los andes centrales, especialmente en la actual región de Ayacucho. Allí los colonizadores tiwanakenses se encontraron con una sociedad que había desarrollado mucho, tecnológica y socialmente, de modo que de la coexistencia de ambas, de una forma que aún los arqueólogos tienen que estudiar, se produjo un sincretismo de tal magnitud, que surgió una nueva sociedad y que se convertiría en el primer imperio andino, iniciándose la explotación de los pueblos por vía de las armas; que ocurrió entre los años 500 D.C. a 1,000 D.C. nos referimos a la cultura Wari.
Al constituirse las ciudades en centros de poder de una clase de especialistas que solo producían servicios, fueran éstos sacerdotes o artesanos, dicho poder era débil si no estaba sustentando por un instrumento represivo, lo suficientemente eficaz como para lograr un seguro abastecimiento de los alimentos producidos por los campesinos. Durante muchos siglos transcurridos desde la época teocrática de Chavín, cuando todavía no existían verdaderos estados, hasta la época en que se desarrollaron los reinos de Moche, Nasca o de Tiwanaku, de base seguramente teocrática aún, hubo cambios notables en la población. Los centros urbanos crecieron en tamaño y necesidades aunque al mismo tiempo la técnica agraria aumentó mucho la producción campesina. Los reyes o señores más poderosos comenzaron a apropiarse de la riqueza de los menos poderosos y tanto en Moche como en Nasca se formaron reinos que controlaban más de un valle y en consecuencia muchos pueblos diferentes. Los de Tiwanaku, para establecer sus colonias, debieron hacer uso también de las armas en más de un lugar. Se dio inicio pues a una pugna entre ciudades, es decir entre las clases urbanas hambrientas de poder y más riqueza, resolviendo esta pugna con las armas.Los grupos armados de cada ciudad, extraídos del pueblo para servir a la clase urbana y sus apetitos, constituyeron entonces los ejércitos, en donde los especialistas en la guerra, los "militares" profesionales, los que dirigían al ejército, eran parientes o hermanos de los sacerdotes o quizá eran los sacerdotes mismos. Se constituyó en una clase social que no solo tenía el poder de la tecnología especializada, sino también el poder de las armas, que si bien no reemplazaron totalmente la ferocidad de los dioses, que aparecieron en los tiempos de Chavín, les sirvieron de excelente apoyo para someter a los campesinos y también a los urbanos o "ciudadanos" de otros territorios.
El inicio de esta nueva forma de Estado explotador de otros estados, se dio con el surgimiento de una poderosa ciudad en el actual Ayacucho, que los arqueólogos conocen con el nombre de Wari, gracias a una coyuntura histórica.
En Ayacucho, en la época de los Nascas, Mochicas y Tiwanakus, se desarrollaba una sociedad llamada Warpa (Huarpa), que había logrado dominar plenamente la difícil geografía de la región. Los warpas, en toda la cuenca de Ayacucho y Huanta tuvieron realmente solo una ciudad y en cambio muchísimas aldeas. La ciudad se llama ahora Ñawimpukyo y desde allí se domina un extenso paisaje que abarca casi todos los valles de la cuenca. Ñawimpukyo está más o menos a 3,000 metros sobre el nivel del mar; más arriba varios kilómetros al sur, sobre los 3,500 metros sobre el nivel del mar, hay otra población, casi una ciudad en la zona conocida con el nombre de Chupas. Quizá hubo varias ciudades a manera de "cabeceras de región". Los warpas cultivaron la tierra con un riguroso control en la distribución del agua, por medio de canales y represas; luego habilitaron nuevas tierras construyendo terrazas agrícolas en los cerros para evitar la erosión. Esas terrazas se llaman "andenes" y más tarde los Incas lo utilizaron muchísimo.
Hacia los años 600 ó 700 de nuestra era, los warpas intensificaron sus relaciones comerciales con Nasca, que por los demás siempre existieron; dando como resultado una serie de valiosos intercambios tecnológicos, entre los que destaca un notable mejoramiento de la artesanía en Ayacucho, especialmente la cerámica, que permitió la aparición de poblados, como el de Conchopata, con talleres especializados de alfarería predominantemente suntuaria. En este mismo tiempo los habitantes de la actual Ayacucho (Warpa) entraron en contacto con los tiwanakenses, seguramente a partir de los "enclaves" altiplánicos ubicados en el mismo Ayacucho, o en las cercanías.
De los tiwanakenses, los warpas tomaron en primer lugar sus dioses, cuyo prestigio debió ser muy grande. Sabemos bien que el prestigio de los dioses depende del éxito económico que obtengan los pueblos que los veneran. Pero junto con la imagen de los dioses y seguramente sus mitos y leyes, los warpas obtuvieron también nuevas formas de organización y elevaron la producción de las plantas y animales altiplánicos, además del bronce, la turquesa y con seguridad los hermosos lienzos con dioses del Titicaca. Desde aquí se inicia la leyenda de la "pacarina" (lugar de origen) altiplánica.
Los alfareros de Warpa, con la elaborada tecnología nasquense y la cosmogonía tiwanakense plasmaron en sus vasijas ceremoniales, muchas de ellas inmensos tazones, hermosamente pintados con la imagen polícroma del dios de los báculos que aparece grabado en Tiwanaku en la "Puerta del Sol", en piedra, adornado con llamas, con maíz y quinua.
En el curso de los años, los especialistas de Warpa se congregaron en la ciudad de Wari, que fue creciendo inusitadamente; allí vivían los alfareros, los orfebres, picapedreros, sacerdotes y seguramente encima de todos ellos, una casta de administradores con sirvientes que los cargaban en literas. La ciudad, además contaba con un ejército, que se dedicó a conquistar a los pueblos del Oeste, del Norte y del Sur; menos el Altiplano.
En Wari, las casas estaban dentro de unos recintos muy grandes hechas de piedra, con murallas de 6 o más metros de alto. Habían casas de hasta dos y quizá tres pisos. Debieron vivir allí unas 40,000 personas aproximadamente. En lugares sagrados aún no bien determinados hubo, talladas en piedra, imágenes de personajes humanos ricamente ataviados, ligeramente parecidos a los de Tiwanaku; hay también una estatua del jaguar. Se conocen unos recintos de piedra finamente labrada, probablemente ceremoniales. Hace poco se descubrieron unos inmensos talleres de cerámica, seguramente para fabricar esos finos objetos polícromos que se distribuyeron por varias regiones; había también una zona donde tallaban la turquesa, haciendo joyas litúrgicas de diversa forma y tamaño.
La ciudad de Wari extendió sus dominios desde las actuales regiones de Cajamarca y Lambayeque, por el Norte; hasta Cusco y Arequipa, por el Sur.
En cada lugar, estableció una ciudad, a manera de centro colonial de administración; estas ciudades, si bien eran hechas a imagen al Wari, eran en cambio ciudades muy bien planificadas, con extensas zonas dedicadas para depósitos, con plazas, barrios residenciales y un cauteloso sistema de protección militar.
Eran ciudades amuralladas y a veces con una sola puerta de acceso y otra de salida, con laberintos interiores. En Cajamarca, en Huamachuco, en Lambayeque, en Supe, en el Callejón de Huaylas, en Lima, en Huancayo, en Cusco y en muchos lugares más se conocen ya estas ciudades del viejo imperio. Una de las más conocidas y al mismo tiempo de las mejor conservadas es la llamada "Pikillaqta", al sur de la ciudad del Cusco. Entre ciudad y ciudad habían caminos muy anchos y bien trazados, que más tarde los Incas usaron para sus conquistas. Pero las ciudades que estableció Wari en cada valle, en cada territorio conquistado, fueron "cabezas de región" que fueron teniendo autonomía e importancia propia; alguna de ellas, como la ciudad de Pachacámac, cerca de Lima, se convirtió en poco tiempo en un centro casi con igual importancia que Wari "exportando" sus productos a lo largo de toda la costa, en mayor proporción que los de Wari.
Cuando cayó Wari, el prestigio de Pachacámac se mantuvo y aún en tiempo de los Incas, siguió siendo de primerísima importancia, conservando sus propios dioses, que seguramente fueron los de Wari.
Cuando los imperios llegan a su máximo esplendor, en ese mismo momento comienza su caída. Los imperios son estructuras parasitarias, como un minúsculo insecto que se alimenta de la sangre de un gran organismo. A medida que crecen necesitan más y más del organismo que explotan, hasta dejarlo exánime; entonces cuando el organismo está empobrecido crea anticuerpos para defenderse, para sobrevivir y aplasta al parásito y lo destruye. Así sucedió con Wari; estaba incapacitada para mantener una ciudad tan grande; además la población rural, atraída por los beneficios de la ciudad había abandonado el campo y extensas zonas, antes cultivadas por los campesinos, eran entonces tierras muertas, improductivas; habría crecido la metrópoli, pero había bajado la producción del campo. La zona de la actual Ayacucho se había convertido en territorio pobre, aunque contrariamente la ciudad viviese de excelencias. Es que la vida de la urbe se sustentaba en el trabajo de otros pueblos.
Cuando las ciudades coloniales comenzaron a crecer y cuando junto a ellas crecieron otros rivales, Wari en pleno apogeo comenzó a declinar, las colonias se fueron liberando poco a poco, esto ocurrió entre los años 100 D.C. a 1,200 D.C. surgen los nuevos reinos y señoríos.
La insurrección armada de caudillos nativos o de jefes ambiciosos; la insurrección de campesinos; la guerra entre pueblos rivales. La metrópoli Wari, quizá saqueada se convirtió en un fantasma, con sus estatuas de piedra caídas, sus muros enterrados, sin agua, sin vida.
Liberados los pueblos, no se liberaron plenamente la explotación; nuevos "ciudadanos", nuevos señores reemplazaron a los precedentes, solo que esta vez eran nativos, quizá descendientes de aquellos "urbanos" que fueron sometidos por los de Wari o quizá se reconstruyeron las antiguas "dinastías" de gobernantes locales. Pero al menos, sobre los hombros de los campesinos pasaba solo la manutención de ellos y ya no de los lejanos emperadores.
Parece que los señores locales trataron de volver a las viejas costumbres que los Wari habían totalmente trastocado, pero eso no fue posible sino de un lento proceso, durante el cual se conservaron varias divinidades impuestas por Wari y varias de otras costumbres. Por eso los arqueólogos, especialmente Max Uhle, llamaron "epigonales" a las artes que se desarrollaron en este tiempo; "epigonales de Tiwanaku", en tanto que los dioses de Wari, derivados de Tiwanaku, eran aún copiados, aunque descuidadamente por los artistas de la Costa y los Andes, que evidentemente no poseían ya ni el dominio tecnológico ni la destreza artística de los viejos artesanos de Wari y sus principales ciudades.
Los "epigonales" no representan solamente manifestaciones regionales del arte, sino también a nuevos estados emergentes. Hay un epigonal del norte, que abarca toda la costa, desde la actual Lambayeque hasta Huarmey y la zona andina de Huaylas (Ancash), al que se llama "cultura Santa", que bien puede indicar un reino posterior a Wari en toda esa zona; existe otro epigonal en la costa central, en la zona que más tarde ocupará la "cultura Chancay", que bien pudo ser también otro reino; otro es el "epigonal" de la costa sur, que evidentemente está ligado a los reinos de Ica y Chincha, que se desarrollarán más tarde. En la zona andina de Cajamarca existe un epigonal que es llamado "fase IV" por su descubridor, el francés Henry Reichlen. En Arequipa a lo largo del río Colca, se desarrolló un epigonal que desembocó en el reino de los Collaguas, cuya cultura material está representada, por ahora, por la cerámica del estilo "Chuquibamba".
Pero esta enumeración, que puede ser aún más extensa, no tiene más importancia que el comprender las muchas divisiones que se dieron a raíz de la caída del imperio. Sobre cada región o más bien a partir de cada ciudad surgió un señorío o reino. Cada uno quería conquistar a los otros; el ejemplo de Wari era seguido; es que en realidad, la clase urbana, al imponer su dictadura sobre el campo, necesitaba expandirse, sobre todo porque ella también tenía productos que necesitaba cambiar por otros, especialmente por alimentos. No se debe olvidar que el crecimiento de la ciudad va paralelo al ascenso de la producción urbana; por ejemplo, los alfareros de la ciudad producen en forma masiva artefactos domésticos, que los campesinos pueden adquirir con una parte de sus excedentes. Pero para esto, es menester eliminar, por la fuerza la competencia de los alfareros de otras ciudades. Y así se formaron los reinos nuevos; entre los principales tenemos: Los yungas del Chimú, los Aymaras del altiplano y los del Cusco. Hubo otros en Ica, por ejemplo, que desarrollaron un arte extraordinario; en Chancay, en Lima y en otras partes.
Uno de los reinos que brilló fueron los Chimú. Dicen que era una simple balsa de palos que llegó desde un lejano pueblo del sur, cuyo nombre y señas se han perdido en la memoria. Quien la comandaba era una señor de nombre Tacaynamo y dicen que traía muchas cosas nuevas que enseñar. Mandado a gobernar por un señor desconocido, fue aceptado por los lugareños y desde entonces se constituyó el gran reino de Chimú, que su nieto Ñancen Pinco logró ampliar hasta muy cerca de la región andina y que mucho más tarde el valeroso Minchancaman convirtió en un verdadero imperio costeño, cuyos límites llegaban hasta Tumbes por el norte, y Carabayllo en Lima, por el sur.
Héroe legendario este Tacaynamo, que al igual que Rómulo, el fundador de Roma, se pierde en la leyenda, ingresando a la historia sólo a través del recuerdo brumoso que llegó a sus descendientes, los poderosos señores del valle Moche, de boca en boca a lo largo de siglos.
Quizá si fue un clan o una tribum o quizá si solo es el lejano recuerdo de los Wari que conquistaron a los bravos Mochicas muchos siglos atrás. Pero de esta leyenda surge, la explicación del Estado Chimú, cuyos reyes justificaron en ella su capacidad de transmitir por herencia el poder de gobernar.
Los descendientes ficticios o reales del héroe fundador del reino eran los gobernantes de una hermosa y populosa ciudad, construida en la parte norteña del valle de Moche; ahora se le conoce con el nombre de Chanchán, es la ciudad de adobe más grande de América. La ciudad, con avenidas anchas y larguísimas, trazadas casi en sistema de coordenadas, encierra una belleza increíble. En los "barrios", al interior de unos hermosos recintos amurallados, que contaban con plazas, jardines, templos, edificios públicos y viviendas, los muros estaban cubiertos con hermosos relieves, frisos hechos de barro, que aún hoy se conservan. Son varios barrios amurallados cada uno, seguramente correspondientes a distintos "linajes" urbanos; alrededor de los grandes recintos y palacios vivía una numerosa población en casas más bien modestas, que quizá eran de los "Yana", una suerte de esclavos de los señores de la ciudad. Pero por supuesto, la ciudad de Chanchán, o sea la capital del reino Chimú alcanzó gran apogeo gracias a que pudo conquistar a otros pueblos vecinos, aprovechando los recursos de otros valles costeños y las zonas andinas adyacentes. Conquistaron muchos valles, en especial los de la región de Lambayeque, porque allí habían también ya un reino establecido quizá tan importante como el de Chimú.
Tanto en Lambayeque como en Trujillo, se cuenta la historia de un héroe legendario que fundó el reino; este señor se llamaba Naymlap o Ñamlap. Él llegó a las costas de Lambayeque procedente del norte, portando un ídolo llamado Ñan Pallec, que dio nombre a la región.
Establecido en la tierra, fundó una larga dinastía que terminó en las disipadas manos de Fem Pallec, el rey embrujado por una belleza femenina, cuyo embrujo hizo que el valle se cubriera de oscuridad y pobreza, hasta los tiempos en que un rey de Chimú conquistó el territorio y lo incorporó a su imperio.
Por la naticias que hay cerca del legendario Ñamlap, se advierte que los señores de la ciudad habían llegado a extremos increíbles de fastuosidad y despilfarro. Ñamlap, llegó con un "harem", lo que quiere decir que había la poligamia permitida a la clase alta, pues en el pueblo existía la monogamia; llegó además, con una serie de cortesanos y sirvientes tales como Pituzofi (el músico), Ñiñacola (maestro de cámara), Ñiñaguintue (canciller del rey), Fonga (el que preparaba el camino para el paso del señor), Occhocalo (el cocinero real), Xamuchec (camarero de la pintura facial), Ollopcopoc (maestro del baño) y Llapchillulli (proveedor de las telas plumarias).
el reino de Chimú tenía una vida urbana muy estratificada. Esta tenía una "cabeza" que era la del gran señor, al parecer llamado genéricamente Ci-quic y que formaba la casta de poder con los caciques llamados Alaec y con una suerte de cortesanos llamados Pixllca. Quizá Pixllca era simplemente el reconocimiento de "ciudadano". De bajo de ellos estaban los campesinos, cuyo jefe familiar era el Paraeng y finalmente como esclavos, en la última categoría social figuraban los Yana.
La explotación del hombre por el hombre estaba bastante cerca de aquello que en el viejo mundo se llamó "esclavismo", aunque en algunas partes del reino Chimú, como en la actual región de Piura, tierra de los Tallanes, donde existía la "poliandría" de la clase alta, es decir que las mujeres que estaban en el gobierno podían tener varios maridos, los señores tenían derecho de propiedad sobre el trabajo de otros hombres; hay documentos que dicen que en aquellos tiempos, la tierra pertenecía al señor, dándoles a los campesinos en arrendamiento y usufructuando ellos parte de las cosechas que producían. Esto nos hace recordar al feudalismo del viejo mundo.
Todo esto se daba dentro de un marco de gran desarrollo urbano, que se expresa no solamente en la magnitud y número de las ciudades, sino también en la producción especializada y masiva de la cerámica y otras artesanías. El oro, la plata y el cobre eran trabajados con notable empeño y aun hoy los tesoros norteños son los más apreciados, aun cuando son más los de Lambayeque que los de cualquier otra parte. La técnica hidráulica llegó a su máximo, de modo que fueron habilitadas nuevas tierras y la población aumentó, pese a las guerras y otras calamidades. Y así fue este reino hasta cuando los Incas los conquistaron en la segunda mitad del siglo XV.
Cuando los españoles llegaron, los cusqueños hablaban de este reino como la "tierra de los yungas", y su lengua llamada "Muchik", era conocida como la lengua "Yunga". Sin embargo, Yunga era la expresión que se usaba para las "tierras bajas y calientes", en general. Si bien tuvo cada reino su nombre propio, los viejos cronistas, les llamaban "yungas".
Entre los años 1,000 a 1,500 D.C. Tiwanaku mantuvo su hegemonía, cuando Wari colapsó; pero esta hegemonía no duró todo el tiempo; el reino de Tiwanaku se desintegró, permitiendo que surgieran en su reemplazo otros reinos menores, rivales entre sí, establecidos alrededor del lago Titicaca o en las cercanías, que evidentemente siguieron la pauta del estado "colonizador". Como se mencionó surgieron varias naciones después de la caída de Tiwanaku, pero nos ocuparemos de tres: Los Colla y los Lupaca y los Pacajes.
Los Colla vivían al Nor-oeste del lago Titicaca y eran vecinos de los Lupaca, que vivían en todo el frente occidental del lago; los Pacajes, en cambio, vivían en torno al río Desaguadero, al Sur del lago. El Norte del lago estaba ocupado por los Omasuyus, que bien pudieron haber constituido también un reino. Más hacia el norte vivieron los Canas y los Canchis y hacia el occidente los Collaguas y los Ubinas, pero sobre todos ellos hay muy poca información aún y quizá solo fueron pequeños señoríos, o parcialidades dependientes de otros reinos.
Todos tenían en común la lengua "Aymara" o "Haque-Aru" (Haq´aru), diferente a la "Yunga" o del "Quechua", lengua de los Incas y de gran parte del territorio peruano.
Los Colla y los Lupaca, estaban en permanente guerra, de modo que el rey Colla, llamado Zapana y que vivía en la ciudad capital llamada Hatuncolla, era rival natural del rey Lupaca llamado Cari, que vivía en la ciudad de Chucuito. Esta enemistad entre ambos reinos revela un viejo afán hegemónico de ambas castas gobernantes; una lucha de las clases en el poder para tener aún un mayor poder.
Por supuesto los reyes aymaras estaban llenos de privilegios, aunque éstos estaban parcialmente distribuidos. Se sabe que en los Andes y especialmente entre los altiplánicos, el principio de gobierno se basaba en un poder dividido entre dos jefes; entre los lupacas se llamaban Cari y Cusi. Claro que uno de los reyes era más importante que el otro y tenía mayores beneficios, pero ambos eran reconocidos como jefes supremos. Esto estaba ligado también al hecho de que las comunidades mismas estaban divididas en dos mitades: Alansaa y Maasaa.
La gran riqueza de los reinos aymaras se basaba en la ganadería de la llama y la alpaca, sobre esto hay noticias impresionantes, dado que se registra la existencia de propietarios de grandes rebaños a los que los españoles llamaban "indios ricos" frente a gentes muy pobres, como los "urus"que no tenían ninguna forma de propiedad.
El Estado se beneficiaba gracias a la tributación forzosa del trabajo del campesino y pastores. Siguiendo la tradición de Tiwanaku, los reinos aymaras tenían "enclaves" coloniales en varios valles de la costa, en los andes centrales y también en la ceja de selva. Pero la hegemonía la tenían los pobladores del altiplano, que vivían en la capital, que en el caso de los lupacas era Chucuito y en el caso de los Pacajes era Caquiaviri o vivían en los pueblos que eran "cabeceras"de provincias del reino. En el caso de los lupaca, de quienes se tiene más información, las cabeceras eran siete, todas situadas a orillas del lago Titicaca.
Gracias a las investigaciones arqueológicas, que aún son escasas, se advierte una cierta homogeneidad cultural en este tiempo, la que está representada por lo que los arqueólogos llaman "Horizonte tricolor del sur", en referencia a la cerámica, de tres colores y generalmente muy toscas, que producían seguramente los propios campesinos, pese a que hay referencia de alfareros especialistas junto con orfebres viviendo en las ciudades.
Respecto a las ciudades del Altiplano de este tiempo, hay que decir que ellas no parecen haber sido muy grandes y quizá solo eran residencia de los pequeños grupos de poder y sus sirvientes al igual que los artesanos; la mayor parte de la población vivía en el campo, en pequeños poblados, de los cuales ahora casi ni quedan vestigios.
Quedan en cambio, como si fueran inmensas ciudades, los cementerios, constituidos por torres sepulcrales a las que llaman "Chulpas" y en las que eran enterrados los hombres con gran ceremonia, sacrificando en ello animales y aun vidas humanas, de acuerdo a la posición social del muerto.
Los reinos aymaras se expandieron por el occidente hasta el mar, en los valles de las actuales regiones de Arequipa, Moquegua y Tacna, en los valles del norte de Chile llegando hasta Antofagasta; por el oriente y el norte hasta el límite con las selvas bolivianas; por el sur hasta el Nor-oeste argentino, donde existen sus rastros en la quebrada de Humahuaca y zonas adyacentes.
Fueron tempranamente conquistados por los Incas (Cusco), pero mantuvieron su organización durante el imperio y aun durante los primeros tiempos de la llegada de los españoles.
Habíamos mencionado que cuando decayó Wari surgieron nuevos reinos como los de Lambayeque, Chimú, Chincha y los reinos altiplánicos, todos ellos se desarrollaron entre los 800 a 1,450 D.C. y lograron gran reputación y poder; pero paralelamente junto a ellos surgió un reino casi insignificante en el actual Cusco, sin imaginar que se convertirían en el más grande imperio de América (los Incas).
Excavaciones hechas en el siglo XIX confirmaron que Tiwanaku fue invadida y destruida a fines del siglo XII. Los invasores habrían sido los Aymaras, por ende algunas comunidades tiwanaquenses se refugiaron en las islas del lago Titicaca para luego trasladarse hacia el Nor-oeste, hasta llegar a Pacaritambo. No es casualidad que las dos leyendas más famosas que intentan explicar el origen de los incas: Los hermanos Ayar, Manco Cápac y Mama Ocllo, dan pistas sobre el lugar del que partieron hacia el Cusco.
Se ha dado importancia arqueológica a la ciudad de Wari de Piquillacta (Pikillaqta), al Sur del Cusco; cuya influencia habría permanecido en esa zona, siendo heredada por los primeros grupos quechuas, quienes asimilaron sus modelos organizativos y poder. Después de varios años, llegaron a lo que hoy es el valle del Urubamba y la metrópoli del Cusco, que entonces era conocida como Acamama. Estos habitantes recién llegados habrían venido con un equipo cultural ya forjado, en base al de sus ancestros de Tiwanaku y los ingredientes culturales de Wari que lograron heredar de la zona.
Una vez establecidos en el Cusco, combatieron, negociaron, hicieron alianzas y se mezclaron con los pobladores locales. Establecieron un pequeño reino, que habría de ser la semilla del Tawantinsuyu (Inca).
Los primeros incas asumieron funciones propias de un curaca, estableciendo la dinastía Urin Cusco (los del bajo Cusco), con el tiempo formarían alianzas con otras etnias, los investigadores lo llaman confederación Cusqueña, donde sus gobernantes alcanzaron ser reyes regionales. Ya en esta etapa estaba siendo gobernada por la dinastía Hanan Cusco (los del alto Cusco).
El reino del Cusco, por muchos años fue modesto, los arqueólogos identifican esta temprana edad del estado cusqueño con el nombre de una cerámica de baja calidad artística y tecnológica, a la que llaman "Killke". Debió ser la misma ciudad del Cusco el centro de vivienda de los reyes, dado que varios años atrás se había abandonado la ciudad de Pikillaqta, centro administrativo colonial del imperio Wari.
Las poblaciones fueron pequeñas y aparte quizá del Cusco mismo, no parece haber existido otros grandes centros urbanos. La fortaleza-templo de Saqsaywaman fue parcial o totalmente construida en este tiempo y es probable que muchos de los hermosos edificios del Cusco fueran también de aquellos años.
Los edificios públicos eran construidos con un refinado gusto arquitectónico y un magnífico labrado de las piedras, pero todo esto se incrementó y mejoró en la época imperial.
Esta confederación estaba en permanente pugna con sus vecinos;Los Canas y Canchis al Sur del Cusco, como los Chancas al Norte el Cusco. En esta época se iniciaron luchas entre el naciente reino y otros pueblos; la lucha de las clases urbanas por el poder y los cusqueños lograron notables triunfos. Una de estas guerras fue la que sostuvieron los cusqueños con los chancas. Éstos eran quizá los descendientes o invasores de los viejos Wari, vivían al norte del Cusco y cuentan las cronistas que lograron sitiar la ciudad del Cusco. Los Chancas tenían jefes duales, llamados Anko Ayllu y Usko Willka, quizá fundadores de perdidas dinastías o simplemente jefes guerreros. Durante el asedio de la ciudad del Cusco, surgió un jefe entre los Incas que logró dominar a los Chancas, liberando al Cusco; de esta manera surgiría la figura del primer emperador Inca; Pachacuti (Pachacútec) hacia el año 1,438 D.C. desde entonces comenzó una increíble cadena de conquistas por parte de los cusqueños, quienes se expandieron en menos de cien años, desde el sur de la actual Colombia hasta el centro de Chile. Pachacuti fue el fundador histórico del Tawantinsuyu o imperio de las "cuatro regiones": Colla Suyu (al sur), Conti Suyu (al sur-oeste), Anti Suyu (al nor-este) y Chinchay Suyu (al norte). Cusco desde entonces fue el centro, "el ombligo del mundo".
El Cusco se convirtió en un lugar increíble, lleno de palacios suntuosos, templos relucientes con paredes de oro, plata y pedrerías, recintos inmensos, llamados "Collcas", llenos de lienzos finísimos, vestidos y toda clase de lujos para el vestir y el adorno personal, llenos también de granos, papas, carne seca y toda clase de alimentos disponibles en cualquier momento. Por las calles del Cusco transitaban elegantes cortesanos, con atuendos polícromos de fina lana y algodón seleccionado, a veces con mantos cubiertos con plumas escogidas de pájaros de la selva; algunos de ellos en literas, cargados por súbditos y seguido por sus mujeres y quizá su guardia personal además de sus sirvientes.
En la ciudad brotaba el agua de los surtidores bellamente tallados en piedra, agua limpia que llegaba por canales también labrados en piedra. Y los señores disponían de baños especiales para su aseo personal y los había en todo el reino, eran temperados con agua caliente natural proveniente del subsuelo.
En un templo llamado Cori Cancha o Qori kancha, palabra quechua que significa "recinto de oro", había un jardín artificial con una fuente al centro, todas bañadas en oro y pedrerías de tamaño natural. El jardín era policromado por la combinación del oro con láminas de plata, con incrustaciones de turquesas o lapislázuli, de conchas traídas de miles de kilómetros de distancia, de obsidiana negra. Los muros estaban cubiertos con grandes planchas de oro. Todo aquello fue llevado a Cajamarca como rescate al Inca Atawallpa, donde los españoles se repartieron una buena parte y una pequeña porción fue llevado a España, para la corte del rey Carlos V; quien por sus grandes extensiones territoriales en América y otras partes en Europa ´podría adjudicarse el título de emperador.
El Cusco no era el único lugar donde se guardaba la riqueza; en las colonias del Cusco; es decir en las "cabeceras región" había otras ciudades menores; en la ciudad de Vilcaswaman, cerca de la Actual Ayacucho, una hermosa pirámide llamada "Usno" estuvo cubierta totalmente con planchas de oro, así como los sillones y otros monolitos que aún hoy se conservan en el sitio y en Pachacámac, la vieja ciudad que está al sur de Lima, los españoles encontraron tanto metal precioso que a falta de hierro, para su viaje de Pachacámac a Jauja, herraron sus caballos con herrajes y clavos hechos de oro. Por supuesto, en todo su camino, en cada ciudad y aun en medio de los caminos, en unos hospedajes llamados "Tambos", los españoles encontraron las famosas "Collcas" (Colcas) con sus abastecimientos de comida y abrigo; llenas siempre en las épocas de bonanza y en las de escasez.
Pero no era tanto el oro y las pedrerías lo que indicaban la riqueza de este imperio, eran los tejidos. Una ciudad bien provista de lienzos de lana de alpaca, llama o vicuña y de algodón. El Sapa Inca, ameritaba sus simpatías y gratitud para con sus súbditos haciéndoles llegar obsequios en vestidos y telas, aparte de que a los más cercanos les entregara también mujeres.
Cada año, el Inca hacía que se reuniera a las jóvenes de todos los pueblos del imperio y seleccionadas pasaran a vivir en unos recintos llamados "Aqlla wasi" (casa de las escogidas), en donde ellas se dedicaban a preparar comidas y bebidas para la corte, pero sobre todo a hilar y tejer; las maestras, las más expertas, llamadas "mamaconas" o "mamacunas" (las señoras) las ilustraban en dichas artes, pero además ellas mismas producían bellas telas para el Inca y su corte. Las Aqllas en un determinado momento, podían ser conservada en estado de virginidad y quedar destinadas al culto solar, haciendo telas para el Inca para toda su vida, pero la mayoría era entregada por el Inca a sus súbditos o él mismo las desposaba y las incluía como parte de su extenso harem.
Pero la tarea de enriquecer las arcas estatales, es decir las Collcas, no era exclusiva de las aqllas, pues en ella iba también el trabajo de toda la población.
Cada hombre, cada mujer, por familias, debía entregar al Estado una cierta cantidad de hilado o de telas anualmente. Era una tributación en trabajo, pues la lana era generalmente les era entregada por el Estado, que poseía inmensos rebaños y también sembríos de algodón.
Por supuesto, el ganado y las tierras no fueron siempre de los Incas; ellos se apropiaron de todo aquello por la violencia, utilizando el chantaje diplomático por intermedio de las armas. Enviaban mensajeros a los señores de los territorios que ellos querían ocupar y si tales señores aceptaban la sumisión, les concedían privilegios; si los señores se resistían a perder su independencia, los aniquilaban con sus ejércitos y de todos modos se apoderaban de la región. Si la resistencia era muy grande, toda la población rebelde era desarraigada, conducida de su tierra a colonizar otros lugares. Naturalmente, en esto eran muy bien organizados los conquistadores cusqueños, de modo que hacían que estos desplazamientos de población fueran dentro de ciertos límites, tomando en cuenta factores de altitud, clima, etc. que permitieran un trabajo productivo para la población desplazada.
Cuando un pueblo era conquistado por los Incas programaban inmediatamente su producción y si era pobre, buscaban los mejores recursos para enriquecerla; si faltaba fuerza de trabajo, llevaban hombres de otras partes; si sobraba población la redistribuían. Pero no era por el bienestar del pueblo, fue por intereses del Estado Inca. Toda región conquistada era analizada y la áreas de producción divididas en tres partes: Una para el Inca, otra para el Sol y otra para el consumo de la población. O sea, que dos terceras partes del potencial productivo pasaban a poder de los explotadores (nobleza-clero) y una tercera quedaba en posesión del pueblo conquistado. Por supuesto esto no fue rigurosamente exacto, porque de un lado la división no necesariamente era cuantitativa y porque de otro lado, la tributación y la explotación no eran una novedad, de modo que probablemente de lo que se apoderaba el Estado Inca era mayormente de aquello que antiguamente beneficiaba a los "curacas" (jefes locales) y sus cortes, es decir a las clases explotadoras conquistadas, aun cuando se sabe que muchas de ellas eran mantenidas con muchos privilegios.
La riqueza en aquel tiempo no estaba en la propiedad física de la tierra, estaba en la propiedad de la fuerza de trabajo. Los medios de producción, es decir la tierra y el agua, debían ser mejorados para que el trabajo produjera más y mejores productos. Esta forma de la riqueza en el campo era igual en la ciudad, en donde, como hemos visto con las Aqllas, se explotaba su trabajo directamente, bajo riguroso control estatal.
Los hombres estaban organizados por el Estado de acuerdo con esta forma de explotación, que debió iniciarse progresivamente desde tiempos de Chavín.
Luego de que apareciera la propiedad colectiva de la tierra, antes de Chavín, el trabajo se convirtió en la fuente más importante de riqueza, en la medida que permitía el aumento de la producción y el aumento de los mismos medios de producción a través de la irrigación, la construcción de andenes, el uso de fertilizantes, etc. Los estados militaristas posteriores, especialmente a partir de Wari, la apropiación de la riqueza por la vía de la conquista armada, consistió en apropiarse de un mayor número de hombres para tener una mayor producción. Pero en la época de los Incas y quizá un poco antes, se había iniciado una nueva forma de riqueza, que consistía no solamente en la propiedad sobre la fuerza de trabajo, también sobre los medios de producción; es decir sobre las tierras y el ganado. Los Incas, su "panaca" (familia real), poseían derechos territoriales sobre determinadas zonas alrededor del Cusco; no los Incas en conjunto, sino cada Inca con su familia, de modo que el Cusco, cuando llegaron los españoles, las tierras pertenecían a tal o cual panaca, de tal o cual Inca; así Pisak pertenecía a una familia y probablemente Lucre a otra, etc. La propiedad privada sobre la tierra estaba en proceso de gestación y por supuesto no solo en el Cusco sino también en otras regiones. No era pues todo de propiedad colectiva como se creía en relación a los medios de producción; se estaba ingresando a una segunda o quizá tercera etapa de la historia de las clases sociales, el Estado y la propiedad.
Siendo la explotación por la vía del trabajo, la preocupación imperial por mejorar la producción es obvia. En cada región conquistada se hacían, cuando no las había, lo cual era muy raro, grandes obras de irrigación y de construcción de terrazas , al mismo tiempo que eran habilitados centros de administración colonial, los tambos, los caminos y por supuesto las collcas. Para cada región se habilitaba una ciudad de estilo cusqueño.
Cada hombre jefe de familia era dotado de un "tupu" o "topo" de tierra para trabajarla en su beneficio. Tenía aún tan poco sentido la tierra como propiedad física, que el "tupu" era en realidad una unidad de trabajo y de producción, de extensión variable, que un hombre podía trabajar con su familia y podía,con ese trabajo subsistir sin penurias. Las mujeres recibían medio "tupu", pero por todo esto que recibía tanto hombres como mujeres, debían dar su fuerza de trabajo para el labrado de las tierras del "Inti" (el dios Sol) y el Inca (la burocracia estatal). Ambas beneficiaban a la clase urbana, que en este tiempo ya estaba estratificada en la clase explotadora ligada a la corte y en las diversas capas de artesanos, sirvientes, soldados, que bien pudieron llegar a construir una suerte de capa de "ciudadanos" en algún momento. En el campo, los campesinos representados por los "Pureq" (jefes de familia), estaban en una escala social más baja, pero aún más abajo que ellos, en el campo y la ciudad, emergía una capa de esclavos, llamados "Yanacunas" (los yanas), que pertenecían a los señores y no tenían ninguno de los derechos de los campesinos o los urbanos. Ellos representaban el inicio de una nueva forma de explotación, que se basaba no solo en la propiedad de la fuerza de trabajo, que fue la primera, no en la de los medios de producción, sino en la propiedad absoluta de unos hombres sobre otros. En el esclavismo del viejo mundo, estas dos últimas formas de propiedad son las que caracterizan la riqueza.
De otro lado, el Estado Inca se beneficiaba también del servicio personal de todo el pueblo, el que se cumplía ciertas obligaciones regularmente. Unas estaban ligadas al aparato represivo militar; anualmente se llevaba a los jóvenes para el servicio militar obligatorio para el ejército; además todos debían trabajar por turno en la edificación de palacios, caminos, todas las obras estatales, que servían al pueblo, pero que en realidad beneficiaban mucho más a los señores del Cusco.
Así fue este imperio, construido bajo el despotismo de los Incas. En su corta historia como imperio, no cesaron de guerrear contra nuevos enemigos por conquistar o contra curacas de los pueblos coloniales y por supuesto, no cesaron la lucha interna entre ellos mismos. Cuando llegaron los españoles, dos hermanos decidían por las armas, quien sería el Inca. Eso produjo el fraccionamiento del extenso imperio; que, de otro lado, se habría fraccionado de todos modos, quizá constituyéndose feudos como los que de hecho poseían ya las panacas de los Incas o formándose nuevos reinos a base de ciudades como las de Pachacámac o las de Chincha, que se hacían crecientemente poderosas.
Las guerras que con frecuencia se desatan en el interior de una nación, provocadas por las luchas de clases por el poder, sobre todo cuando se trata de decidir en manos de qué explotador quedarán las tierras, esas guerras son llamadas "civiles". Cuando en cambio son entre los explotados contra los explotadores por el poder, esas son guerras revolucionarias.
En 1532, el Tawantinsuyu estaba en plena guerra civil, cuando llegaron por mar y desembarcaron en las costas, unos 260 hombres armados procedentes de un país extraño llamado España. Venían dirigidos por un aventurero muy audaz llamado Francisco Pizarro, un grupo de lugartenientes y unos pocos soldados, que en su mayoría eran de infantería, aunque habían algo así como 60 de caballería y llevaban una pocas armas pesadas de artillería, tales como cañones y por supuesto espadas, arcabuces, cascos de metal y todo un refinado equipo guerrero totalmente desconocido en el antiguo Perú.
Para llegar a este punto, Pizarro había vivido una serie de aventuras y dificultades, pues los españoles que a la sazón habían ya establecido sus reales en Panamá, luego de la invasión a América, no creían verdaderas las noticias que llegaban débilmente a Panamá, de la existencia de un rico imperio al sur. Vencidas las dificultades, luego de dos intentos de llegar a las costas del actual Perú., Pizarro y su gente lo logró en un tercer y penoso viaje. Se establecieron primero en Piura, tierra de los Tallanes, que fuera del reino de Chimú y de allí armó una expedición de 180 hombres con los que se internó en los Andes hasta llegar a Cajamarca, donde en ese momento se encontraba el Inca Atawallpa, a cientos de kilómetros del Cusco, la capital del Imperio.
Atawallpa había tomado preso a su hermano Waskar; Pizarro enterado de estas circunstancias, en una dramática escena que se dio en la Plaza de Cajamarca, apresó al Inca Atawallpa; luego de matar a sus súbditos con las armas de fuego. Los guerreros andinos sorprendidos por este enemigo y su armamento, huyeron o simplemente murieron al querer enfrentar con sus armas elementales a estos 180 españoles que les tendieron la emboscada.
Tomado el Inca en noviembre de 1532, fue mantenido preso hasta julio del año siguiente. Él había sido requerido "en nombre de Dios y del rey de España" para que se sometiese; el Inca confiado en salir libre de su cautiverio ordenó asesinar a su hermano Waskar para asegurar su propio trono. Fue un excelente pretexto para los aventureros españoles, quienes ambiciosos, engañaron al prisionero antes de matarlo, diciendo que si éste pagaba un rescate en oro no sería ejecutado; pero no fue así, luego de un juicio sumario mataron al Inca, asegurándose previamente la adhesión de un buen sector de la población y de un grupo de "nobles" nativos en este asesinato. Ese era el camino para llegar al poder, por vil y despreciable que fuera. Pizarro no olvidaba que aun antes de pisar tierra peruana, su rey lo había ya nombrado "gobernador" de estas tierras, pero eso había que conseguirlo por las armas en un país en donde toda una larga historia de luchas, reconocía el poder "legítimo" de un emperador. Pizarro lo comprendió así y por eso entró en alianza con los que como clase tenían derecho a ese poder. Apenas mató a Atawallpa se puso al lado de otro Inca, su nombre fue Túpac Wallpa, hijo de Wayna Cápac. Pizarro lo reconoció como nuevo "emperador" para el beneplácito de los Hanan Cusco, que creyeron con eso ver retornado su poder dinástico en el imperio. Así comenzó la guerra entre españoles e Incas que duró 40 años.
Muchos por ingenuidad y otros por otras razones, dicen que la guerra fue la "una conquista" y que el Imperio de los Incas se derrumbó en unos días; que 180 valientes vencieron heroicamente a miles de indios muy bien armados, pero primitivos y sumisos. Que los "indios" se amarraron las manos cuando el Inca fue apresado y a lo más lloraron mucho su muerte. Pero no dicen, quienes ven la historia así, que en Cajamarca solo comenzó una guerra por el poder, que además encajó perfectamente con lo que previamente se estaba dando entre los hijos del Inca Wayna Cápac (guerra civil).
La alianza entre los enemigos de Atawallpa y los españoles se produjo inmediatamente después de que el Inca fuera apresado. De otro lado, los curacas y ex-curacas de las colonias o "provincias" del Imperio, con sus hombres al lado, también estaban del lado de los españoles. Desde entonces estos 180 "heroicos" conquistadores estuvieron respaldados por ejércitos de miles de opositores del Inca.
No se trató una alianza de "razas", de traidores a la "raza peruana" con extranjeros de "raza blanca". Este mito de la "raza" es un invento de los europeos para justificar sus tropelías imperialistas; no se trató una alianza de clases, sino más bien de una alianza de los explotadores nativos que estaban a la defensiva y solo esperaban la oportunidad para tomar el poder por asalto y de los extranjeros que venían decididos a convertirse en explotadores.
Pizarro, con su Inca al lado y protegido por un ejército quizá similar al que acompañara al anterior Inca, fue a la capital del Imperio, al Cusco,pero en medio camino, mataron a Túpac Wallpa, de modo que cuando llegaron los españoles al Cusco, tuvieron que reconocer a otro hijo de Wayna Cápac como Inca, nos referimos a Manco Inca, que era del lado de los Hanan Cusco. Hecho esto, Pizarro se va del Cusco y funda su capital en Lima. Se inicia un poder dual , el de los españoles y el de los Incas.
Manco Inca fue "reconocido" a fines de 1533; entre este tiempo y 1535, observa primero la conducta de los extranjeros y luego se prepara para su expulsión.
Al mismo tiempo, Pizarro deja a sus hermanos en el Cusco, los que casi tenían en prisión al Inca, siendo el propio Pizarro quien se dedica a repartir la tierra entre sus allegados, sus soldados y los nuevos españoles que llegaban al Perú. En el Tawantinsuyu se inicia el caos, los españoles se reparten toda la riqueza; el oro de los templos y las mujeres son el botín preferido. Algunos españoles para asegurarse el poder a la treta cortesana de casarse con "nativas nobles". los Aqlla Wasi son vaciados y las vírgenes pasan a formar parte de los harenes de los cristianos de España; inician la prostitución, la mendicidad y el robo.
En 1536, Manco Inca logra escapar del Cusco y toma Sacsaywaman; su deseo fue volver a imponer el orden, sitia el Cusco y cuando luego de varios meses había casi logrado dominar a los que allí estaban, sus enemigos de linaje, los incas del otro bando apoyan a los españoles y logran vencer a Manco; a esto se suma la llegada de Almagro y sus tropas de Chile, teniendo que retirarse hacia las montañas de Vilcabamba, desde continuaría la lucha. Los españoles tienen prácticamente el poder en sus manos, ese poder sin embargo, era más grande de lo que ellos podían controlar, iniciándose desde 1536 un lucha entre los mismos españoles por el poder, que los historiadores del imperio español llaman "guerras civiles". Ante este caos interviene el rey de España en 1541, mandando a un nuevo gobernador, quién mandó a ejecutar al hijo de Almagro que se había declarado gobernador luego de que sus huestes asesinaran a Pizarro.
Manco Inca sigue insurrecto tratando tratando de recuperar el poder, pero en 1544 es asesinado, lo sucede su hijo Sayri Túpac, entre tanto, España decide establecer el "Virreinato" y da leyes que trata de ordenar la explotación y tropelías que se había organizado. Pero los españoles ya habían saboreado de esta explotación y se preparaban para enfrentarse el rey bajo el liderazgo de Gonzalo Pizarro, quien entra a Lima como gobernador en 1544 con 600 españoles y 800 nativos.
El rey decide "pacificar" el territorio y manda a La Gasca, quien ordena ejecurar a Gonzalo Pizarro y restablece el caos suspendiendo los efectos de las leyes nuevas. Sucede todo lo imaginable en este tiempo; el desenfreno absoluto. Se realiza una nueva sublevación por Hernández Girón, pero rápidamente vencido. El imperio español envía a un nuevo virrey, llamado marqués de Cañete que para pacificarlo deportó gente y ahorcó a unos 800. Este marqués logra que el Inca Sayri Túpac capitule a cambio de tierras y prebendas. Los último incas se estaban dando por vencidos, pocos años después, en 1560, es muerto Sayri Túpac, en su lugar toma el mando Titu Cusi Yupanqui.
Entre 1560 y 1570 hay una serie de escaramuzas, pero el poder está ya del lado de los españoles, decididamente. El caos continúa pero con cansancio, nadie vive seguro, especialmente los nativos, muchos de ellos han sido ennoblecidos por España como Inca Paullo. Al mismo tiempo España inicia el descoyuntamiento de toda la estructura económica social existente en el ´Perú, cortando los canales de riqueza forjado a lo largo de milenios, destruyendo a la familia andina y derivando todo el proceso económico en beneficio de su país de origen. A partir del virrey Toledo, este descoyuntamiento será pleno, de modo que todo el Perú se convertirá en fuente de explotación para el exterior.
En 1568 es nombrado don Francisco Toledo, como virrey del Perú; llega en 1569 y decide organizar el virreinato implantando la colonia. Pone punto final a la lucha por el poder, matando al último Inca, Túpac Amaru, en 1572, que había reemplazado a Titu Cusi Yupanqui un par de años atrás. Trae consigo la "inquisición", un tribunal religioso nefasto de una voracidad increíble. Toledo fue un tirano de extraordinaria habilidad; destruía todo lo que se le oponía, pero al mismo tiempo construía un poder de clase en el que habría de respaldar todo el virreinato. A los nobles nativos les reconoció un carácter cortesano, pero les quitó toda posibilidad de acceder al poder y formó una corte de españoles a su alrededor. Retomó hábilmente los métodos de explotación de los Incas, instituyó el trabajo obligatorio como tributo o "mita" con lo que se llegó casi al exterminio de los indígenas y restableció el régimen de "pachacas" a base de los censos de población. Finalmente recurrió al desquiciamiento de la estructura económica y social a partir de las "reducciones", sistema por el cual se instituyó por la fuerza un régimen de población aglutinante diferente a la andina. Aquí terminó la conquista y se inició una nueva etapa en la historia del Perú, en donde el desarrollo ya no fue más interno sino en función de los intereses de los países que sucesivamente asumieron su dominación.
Machu Picchu "Legado de los Incas"
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