Aislado en Calca el viejo Huiracocha dejó en el Cusco a su hijo Inca Urco enviándole la borla o mascaipacha, realizándose las ceremonias tradicionales que se estilaban en el Inticancha, con sacrificios y fiestas. Inca Urco ocupó más o menos el número diez de la lista conocida del Cusco; pues se presume la existencia de otros que fueron eliminados de la historia en forma total y absoluta.
Desgraciadamente su mandato resultó uno de los más oscuros, abominables y nefasto de la historia andina, su notoria cobardía y ausencia integral de intuición y preparación táctica no le permitieron alistar ninguna expedición ni conquista. Se mantenía en el poder por la imperiosa y absurda prepotencia de su padre Huiracocha.
Inca Urco entregado a los placeres y vicios no se preocupaba en gobernar, la mayor parte de días los pasaba en casas de recreo; desagradando esta actitud a los guerreros componentes de la etnia Inca. Su carácter morboso le impulsaba inclusive a buscar tener relaciones sexuales entre mujeres pertenecientes a las clases sociales bajas (campesinas o yanas); y en ocasiones hasta llegó a violar a algunas mamaconas (las más venerables señoras de los acllahuasis). Era habitual verlo en la llacta bebiendo y hasta ebrio, vomitando y miccionando sin vergüenza alguna en las vías públicas. A cuantos se dirigía los trataba como hijos engendrados por él dando a entender haber tenido relaciones con sus madres. En ningún instante intentó levantar su vivienda, ni edificar construcciones de ningún tipo; y como guerrero resultó un inútil.
El descontento era unánime entre los de la etnia Inca que veían en Urco un jefe depravado y amilanado. Apo Maita, nieto de Cápac Yupanqui, ideó una conspiración para eliminarlo; pero temeroso de las represalias que desataría Huiracocha se abstuvo; el viejo Inca apoyaba a su corrupto y torpe hijo debido a las intrigas de la ingeniosa madre de éste: Curi Chulpi, a quien amaba con obsesión.
Los chancas aprovecharon la coyuntura, emprendieron su marcha para embestir a los Anan y Urin del Cusco. Estacionaron su campamento en Vilcacuna, confiados en sus hazañas pasadas y seguros de que nadie iba a oponérseles.
Huiracocha estaba convencido que todo acto defensivo era inútil; los chancas hasta entonces eran invencibles; además la etnia Inca vivía asediado por otros ayllus y señoríos vecinos.
Inca Urco en vez de hacerles frente huyó hacia un escondite. La situación de muchos de los señores de las etnias ubicadas al Este y Sur del río Apurímac era una sola: Desesperados por huir ante el inminente peligro de ser arrasados por los chancas.
El desaliento fue enorme en el Cusco y mucho más cuando Huiracocha fue a buscar refugio en Chita, llevando a sus hijos Urco y Socso, que les faltaba talento y valor.
Con los ánimos totalmente derrotados, dejaron desamparado su señorío, sin embargo, debió también influir para tal decisión la actitud de los sacerdotes, quienes para vengarse de las pequeñas reformas hechas por los Anancusco, estaban en conversaciones secretas con los chancas.
Cuando expulsaeron a los chancas gracias a la resistencia de Cusi Yupanqui y otros valerosos guerreros; la etnia Inca acordaron no consentir jamás la entrada del tímido y desvergonzado Urco al Cusco, pidiendo su destitución ipso facto. Urco entonces quiso justificar su conducta, pero nadie le creyó, hasta su mujer con la que tuvo hijos, lo abandonó, trasladándose al Cusco, donde Cusi Yupanqui la aceptó y admitió como una esposa más de su harén. Pero ante la insistencia del canalla prosiguió la guerra en forma cruel.
Urco al verse perdido, urdió una emboscada que debía cumplirse contra Cusi Yupanqui cuando estuviera de regreso al Cusco, emboscada comandada por el mismo Urco con gente que reunió en Yucay. Pero Cusi Yupanqui y sus generales, entre ellos Apo Mayta, les salieron el encuentro en el preciso instante que iban hacer asesinados, desbaratando a la gente de Urco en la batalla de Paca (río Tambo). En un choque cuerpo a cuerpo, Urco cayó desde un barranco al fondo del torrente, gracias a una certera pedrada lanzada por Roca, hermano de Cusi. Urco fue arrastrado por la corriente hasta Chuquillusca, seis Kilómetros abajo de Tambo. Allí fue cogido y luego matado, donde se le hizo pedazos, arrojando los trozos de su cuerpo al río.
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