lunes, 10 de noviembre de 2014

Génova

Establecida sobre el mar de Liguria, fue durante años rival comercial de Venecia, pues también en se dedicó al comercio marítimo entre Europa y Oriente con productos como las preciadas especias, colorantes, tejidos, metales, pieles, entre otros. Así pudo desarrollar su propia industria naviera. También dirigió su atención hacia las actividades bancarias e industriales. En el siglo XIII génova era ya una potencia marítima y había logrado una alianza con el imperio Bizantino, que se tradujo en un acceso preferente al Mar Negro. Al igual que Venecia estableció su dominio en algunas islas del Mar Egeo. Muchas islas griegas se convirtieron en sus dependientes. Asimismo contó con algunos enclaves en el norte de África y el Medio Oriente. A diferencia de su contraparte Veneciana, su economía pudo capear sin dificultad la posterior pérdida de sus dominios ultramarinos debido a las guerras en la propia península itálica, la acción de las grandes monarquías y el avance turco. Todavía para el siglo XVI era un importante centro financiero y de manufacturas de seda. 


A pear de su economía de gran resistencia, la vida política genovesa fue bastante azarosa. Es una historia de inacabables enfrentamientos ciudadanos entre nobles y plebeyos, y entre familias rivales, que con sus ejércitos en miniatura, controlaban más o menos las áreas de la ciudad donde se hallaban concentrados sus respectivos clanes. En medio de esta situación interna, los genoveses también hubieron de recurrir al sistema de ceder el poder a gobiernos extranjeros: Saboya, Francia, Milán. 

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