Esta ciudad se ubica en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático. Se la conocía también como la serenísima república de San Marcos, por ser este su santo patrono. Venecia fue una notable potencia comercial, que logró hacerse de un pequeño imperio, formado por una necesidad básicamente comercial. Por su ubicación geográfica, necesitaba de un pasillo comercial protegido que atravesara el Adriático, es decir, las costas de Dalmacia y Albania; llegara a las aguas abiertas del Mediterráneo; y le permitiera bordear Grecia; atravesar el Mar Egeoy alcanzar los territorios del Oriente (los puertos del Mar Negro, Bizancio, Siria, Egipto, entre otros lugares) para llevar sus preciados productos. La posesión de la isla de Creta y más tarde de la de Chipre constituyeron dos logros importantes en este sentido. De este modo, además, la larga cadena de ciudades a orillas del mar, puertos e islas que estaban bajo su control permitía a sus galeras reabastecerse con la frecuencia que necesitaban. Si bien Venecia controlaba buena parte del comercio con Oriente, la necesidad de introducir libremente sus productos más allá de los Alpes, le planteó la necesidad de expandir sus dominios al interior de Europa. Esto, sin embargo, le acarrearía serio obstáculos por la oposición de las demás ciudades italianas, principalmente Milán y Génova, y los intereses del papado y las casas reales europeas, como España y Francia.
Hacia el siglo XV, poco más de 3000 navíos con 36 mil tripulantes surcaban las aguas bajo la bandera veneciana. Sus principales rutas comerciales fueron las siguientes:
Ruta del Mar Negro. Llegaba a Constantinopla y de allí, por el río Don, iba hasta donde llegaban las caravanas mongolas y rusas.
Ruta de Palestina y Siria. Pasaba por Creta y Chipre.
Ruta de Egipto. Alcanzaba la costa norte de África.
Ruta del norte de Europa. Era la más larga. Con numerosas escalas se alcanzaban los puertos de Amberes y Londres.
Estas rutas podían ser cubiertas tanto por convoyes organizados por el propio gobierno de la ciudad de Venecia, como por particulares.
Los venecianos también tenían representantes comerciales en todas las grandes ciudades, tanto de Europa como de Oriente. Con los turcos se dio una compleja relación. Por una parte, tenían que tratar con ellos, pese a que eran el azote de la cristianidad. Las enormes ganancias que se obtenía del tráfico de especias y otras mercaderías de Oriente valían el sacrificio. Por su parte, los turcos también tenían que vérselas con los venecianos, pese a que eran cristianos, pues dependían de Venecia para acceder a los mercados europeos. Así como hubo representantes venecianos ante el sultán, también hubo turcos en Venecia.
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