martes, 8 de noviembre de 2016

El matrimonio del Inca

Con respecto al matrimonio del inca, el padre Murúa ofrece los siguientes datos: el Inca y la Coya se tomaban de las manos y se sentaban a comer juntos rodeados de la nobleza y lo primero que comían era la carne del pilco-llama que había sido sacrificado. El banquete seguía con muchas viandas y abundante chicha preparada en grandes tinajas de oro y de plata, algunas de las cuales tenían capacidad de 6 y 10 arrobas: circulaban los vasos de oro y de plata y los mates, con los que brindaban comenzando por el Inca y los cuatro señores de su consejo. Acabada la comida, se repartía coca en bolsones de oro, plata y plumería, mientras el Inca concedía muchas mercedes a los que le habían servido. Muchas horas eran ocupadas por cantos y bailes y cuando éstos concluían se juntaban todos los señores y el más importante entre ellos se dirigía al Inca con estas palabras: "señor, mirad por la coya, nuestra reina y señora; mirad que es vuestra mujer, tratadla bien y honradla mucho; no riñas, señor, con ella".


Y después exhortaba de manera semejante a la Coya, rogándole que sirviese y y obedeciese a su marido. Por último, se encargaba a ambos que mirasen mucho por sus vasallos, que los favoreciesen y tratasen y los tuvieran en un buen orden y concierto. 
la pareja real pasaba entonces a recibir el acatamiento de la nobleza y los muchos obsequios que ésta le hacía. 

Fuente: Historia del Perú Antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel  

lunes, 7 de noviembre de 2016

Los privilegios del Inca

Como un acto ceremonial propio de los reyes, la costumbre de que el Inca fuera servido por los señores del Cusco, quienes se le presentaban descalzos y gachas las cabezas; el monarca se sentaba a comer sin que nadie osase meter mano en el plato que él comía; cuando salía fuera de su palacio era llevado en andas, en hombros de nobles y cuando se detenía a descansar tenía en la plaza su asiento de oro; usaba de continuo un parasol hecho de plumas de avestruz (suri), teñidas de colorado, bebía en vasos de oro y del mismo metal era el resto de su vajilla, muchas mujeres estaban a su servicio.

Dice el padre Murúa que el Inca no se ponía nunca dos veces el mismo vestido y remudaba cuatro en el curso del día; que comía con gran aparato y música; que le servían 20 ñustas o princesas muy hermosas y 400 pajes, todos hijos de nobles; que las comidas y bebidas se le servían en servicio de barro aunque tenía riquísima vajilla de oro, que no comía ni bebía dos veces en el mismo vaso; que tenía por sus médicos y filósofos adivinos a los guanacuc, los cuales andaban desnudos por lugares apartados y sombríos y así andando solos se dedicaban a adivinar y desde que salía el sol hasta que se ponía le miraban con mucha firmeza, sin mover los ojos, y creían descubrir en esa contemplación grandes secretos; vivían una vida muy pura y simple, sin procurarse ningún deleite. 

Cuando el monarca salía de su palacio era precedido por 200 maceros, voceando que iba el Inca; luego salían 2000 cañaris que eran sus guardaespaldas, en seguida 2000 nativos naturales de la región, con sus armas; toda esta multitud caminaba con gran silencio, pues no se oía otro ruido que el de las sandalias. El Inca iba al final con algún orejón cerca de él, para conversarle, y detrás pajes que le llevaban sus propias armas. Así llegaba al templo y en él se colocaba en una tribuna alta y nadie entraba con él sino sus hijos. 

El Inca comía tres veces al día; para servirle a la mesa salía primero un Tucuyricoc o maestre-sala con 50 pajes e iba a la cocina secreta y en platos de arcilla llevaba los manjares y después que él hacía las salvas a todos ellos, lo servía al Inca. Puestos en la mesa de éste nadie ya podía tocarlos. El maestre-sala estaba siempre de rodillas, así como los servidores y los potajes que se le ofrecían estaban cortados y picados tan menudo que no habían menester de cuchillos ni trinchantes. Nadie comía con el Inca a no ser algún hijo. Bebía el vaso que le ofrecía el copero; cargo desempeñado siempre por un noble muy principal llamado, según Murúa, incoxanaimaxi. Agrega la información que el Inca bebía no en los vasos de oro y plata sino en otros de madera preciosa denominados Keros, la cual madera ponía de manifiesto el veneno, en caso de haberse emponzoñado la bebida. El monarca tenía siempre cerca de sí un médico o ampicamayoc


El Inca era conducido en andas muy adornado con pedrería y plumería de todos colores;  dichas andas eran llevadas en hombros por curacas y nobles y dícese que el Inca cuando iba de guerra llevaba en la mano una honda con la cual tiraba desde su asiento para animar a la gente. El tocado del Inca constaba del llauto y la mascapaicha, aquel era un rodete ancho de dos dedos, muy labrado de oro y chaquira con muchas piedras y dijes, que le ceñía la cabeza y sobre el cual se colocaba penachos y plumajes, excepto en las batallas en que llevaba una celada. En cuanto a la mascapaicha, era hecha de lana con hilos y estampas de oro

Fuente: Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel 

La coronación del Inca

Eran muy solemnes las fiestas que se realizaban en la coronación de los incas, en que se hacía uso de gran cantidad de vasos de oro y de plata y muchas figuras pequeñas de llamas hechas de los mismos metales, gran suma de ropa de cumbi, grande y pequeña, muchas conchas de la mar de todas clases, mucha plumería y un millar de llamas que eran sacrificadas.
El sumo sacerdote sacrificaba a un niño de seis a ocho años y pronunciaba la siguiente oración ante la imagen de Wiracocha: "Señor, esto te ofrecemos, porque nos tengas en quietud y nos ayudes en nuestras guerras, y conserves a nuestro señor el Inca en su grandeza y estado, y que vaya siempre en aumento, y que les des mucho saber para que nos gobierne". Concurrían a esta ceremonia los curacas de todo el reino y se hacía en presencia de los dioses y huacas del imperio.


Fuente: Historia del Perú Antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel.  

 

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