martes, 2 de febrero de 2016

Hominización

La hominización explica el proceso de la evolución biológica de la especie humana, desde sus ancestros hasta su estado actual. El proceso lleva ese nombre debido a que el ser humano pertenece, según la taxonomía tradicional, a la familia de los homínidos.
Se considera que la evolución de nuestra especie se inició en el continente africano, pues los restos fósiles más antiguos de su existencia han sido hallados en el Valle del Rift, en la zona oriental de este continente, que abarca los actuales países de Etiopia, Kenia y Tanzania. Fue en la garganta de Olduvai (Tanzania) donde se hallaron los restos más antiguos del género Homo, de allí que se le denomine “la cuna de la humanidad”.

Desde el siglo XVIII, época de la Ilustración, filósofos, anatomistas, biólogos, y demás investigadores y eruditos empezaron a preguntarse de dónde y cómo pudieron aparecer las especies de plantas y animales que pueblan la naturaleza, y entre todos ellos, los primeros seres humanos. Las teorías religiosas habían entrado ya, hacía algún tiempo, en el descrédito, gracias, entre otras cosas, al pensamiento racional y crítico de la intelectualidad europea. Así, en el año de 1809, un naturalista francés, Jean Baptiste Monet, caballero de Lamarck, publicaba una obra titulada Filosofía zoológica, en la cual planteaba la primera teoría oficial del proceso de evolución. Dicho planteamiento era conocido como la Teoría de los caracteres adquiridos o, simplemente, Regla del uso y desuso, el cual empezó a tropezar con las pocas evidencias científicas que mostraba. Lo curioso es que, en ese mismo año, nacía quien a la larga se convertiría en el Padre de la Teoría de la Evolución: Charles Robert Darwin Wedgwood, el cual, tras varios años de observaciones, estudios e interpretaciones de la vida salvaje, lograría publicar, en 1859, la obra que lo catapultó a la fama mundial: El origen de las especies por medio de la selección natural. Dicho libro marcó la pauta para las futuras investigaciones, con respecto al proceso evolutivo natural. La idea que en el reino de la naturaleza existe una constante lucha por la sobrevivencia y que solo sobreviven los más aptos fue crucial para entender el comportamiento de muchas especies de plantas y animales, entre ellas, la del ser humano. Años después, en 1871, Darwin daba otro salto en la comprensión de la evolución humana al publicar El origen del hombre y su descendencia en relación al sexo. Inmediatamente, muchos investigadores se lanzaron en la búsqueda de aquellos restos que pudieran identificar a los ancestros humanos más relevantes, entre ellos, al famoso «eslabón perdido». Así, surgió la iniciativa de encontrar la genealogía que explique la evolución del ser humano.


Leiner

Historiador de profesión y especialista en informática educativa por convicción.

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