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martes, 26 de febrero de 2013

El regreso de Wiracocha

Atawallpa (Atahualpa) envió al Cusco un mensajero con órdenes para sus generales de quitarles la vida a todos los miembros de la panaca de Waskar (Huáscar). Se colocaron grandes estacas en el camino de Jaquijahuana, se sacó de la prisión a todas las mujeres del Inca prisionero y se les ahorcó en aquellos postes con sus hijos. A las que estaban embarazadas, antes de morir se les abrió los vientres para que los fetos cayeran al suelo y una vez caídos de los ataban a los brazos. Las crónicas afirman que de esta y otras formas mataron a más de 80 hijos e hijas de Waskar; ahorcaron también a los hermanos que le habían sido fieles; también fueron prisioneros y ahorcados los orejones y pallas que lo secundaron. El perdón que los generales quiteños dieron en nombre de su señor no tuvo ningún efecto. Entre deudos y criados del desventurado Waskar, los muertos pasaron el millar y medio.


Pero ni aún con esto la sed de sangre se calmó, los quiteños mostrando su odio hacia el primer conquistador de Quito, saquearon el palacio de Thupaq Yupanqui y llevando su momia a un despoblado, le prendieron fuego hasta reducirla a polvo. Los servidores de la momia fueron victimados; también los cañaris y chachapoyas que estaban en el Cusco no corrieron mejor suerte.

La mayor parte de estas muertes se efectuaron en presencia del mismo Waskar, al que sacaron de su celda para que sufriera contemplando cada ejecución. A pesar de ello, el Inca jamás dirigió palabras contra ellos; presencio la masacre de esposa Coya Miro la cual tenía un hijo de Waskar en sus brazos y otro a cuestas, al mismo tiempo también tuvo que soportar el asesinato de su hermana Chimbo Cisa; fue entonces que el maniatado prisionero no soportó tan horrendo crimen dijo: "Pachayachachi Wiracocha, tú que por tanto tiempo me favoreciste y me honraste y diste ser, haz que quien así me trata se vea de esta manera y que en su presencia vea lo que yo en la mía he visto y veo."
Luego de esas palabras casi proféticas entró al Cusco un mensajero de Atawallpa (Atahualpa) con una noticia increíble: En la costa de Puerto Viejo había aparecido un dios; Waskar miró al cielo agradecido y creyó en la justicia divina. Por su parte Quisquis y Calcuchímac quedarían pasmados de estupor y aferrándose a las ropas del mensajero lo instarían a contar lo sucedido. El emisario añadiría solamente que por noticias enviadas por los curacas tallanes de Tumbes, Poechos, Paita, Amotape, Catacaos y otros lugares se sabía que procedente del mar había surgido una legión de dioses y el mayor de ellos los tallanes creían que era Wiracocha. Los curacas insistían en que el dios Wiracocha y sus acompañantes habían salido del mar a la altura de Puerto Viejo, región donde las antiguas tradiciones religiosas que el mismo dios desapareció. Se trataba, pues, del retorno del hacedor de todo lo creado y no era demasiado aventurar que volvía a la tierra para bendecir el reinado de Atawallpa.
En el colmo de la felicidad, Atawallpa había despachado emisarios a los curacas tallanes, dándoles gracias por el aviso y mandándoles que lo informen de todo lo que sobre aquel caso sucediese. 
Por la noticia, Quisquis y Calcuchímac quedaron convencidos que con Atawallpa comenzaba una edad dorada, y tratando de borrar toda huella del tiempo anterior quemaron en el Cusco todos los quipus que hablaban de las hazañas de los Incas precedentes. La verdadera historia del mundo empezaba con Atawallpa.
Mientras el Inca victorioso que se encontraba en Huamachuco gastaba los días en planear el recibimiento de su divino huésped, Waskar con los hombros agujereados por las cuerdas que lo mantenían preso, susurraba en la oscuridad de la noche: "Apoc Pachayachachiz Wiracocha Ticci...permite que el dolor que a mí en este punto me lastima, lastime con igual dolor a los ejecutores de tantas crueldades."



lunes, 24 de diciembre de 2012

Teorías sobre la caída del Imperio Inca

La visión de que 160 españoles y 60 caballos, sin ayuda de nadie pudieron conquistar el Imperio Andino, compuesto de varios de miles de soldados y de millones de pobladores, en un tiempo muy corto, ha hecho meditar a muchos investigadores. ¿Cómo explicarse que un puñado de invasores españoles hayan derrotado a miles de soldados andinos y luego subyugar a millones de pobladores?
Se han propuesto distintas teorías acerca de la caída del Tawantinsuyu; pero dos son las más difundidas:
a) El absolutismo exagerado del Estado Inca, que había convertido en autómatas a los tributarios andinos, al extremo de que caída la cabeza dirigente (el Inca) se vino todo abajo.
b) La situación social  y política de los reinos señoriales conquistados por los emperadores del Cusco. 
Esta última teoría hace resaltar el colaboracionismo de los señores étnicos, quienes lo hicieron para vengarse de antiguas rivalidades interseñoriales y también para salvaguardar el status socio-económico en que se desarrollaron dentro de las estructuras andinas y asimismo por la oposición que reinaba dentro de las clases sociales dominantes. 
c) Otras de la teoría muy difundidas sobre la destrucción del Imperio Inca, fue la división existente entre el ejército y la clase dirigente en dos bandos: Los de Waskar y los de Atawallpa, que valen decir entre Hurin y Hanan Cusco respectivamente; provocando una cruenta guerra civil, de la que se aprovechó Pizarro, ayudando al uno contra el otro y viceversa, hasta hacer desaparecer a los dos y quedarse él como único gobernador de todo el territorio. Esta teoría aún se acepta hasta el día de hoy.
Pero también hubieron investigadores que se preguntaron ¿cómo es que los araucanos, los chichimecas y otras tribus de cultura marginal no pudieron ser conquistadas con la misma sencillez que en el Perú y México? Esto ya se interrogaron el cronista Cieza en 1553 y Acosta en 1590.
Autores tan antiguos como Cieza y Acosta, y investigadores modernos sostienen que los araucanos no fueron subyugados fácilmente y no fueron conquistados nunca por los españoles, porque no habían formado señoríos. No habían tenido reyes a quienes obedecer, porque jamás habían estado sometidos a dominio extranjero; eran personas libres, su régimen socio-político y económico de nomadismo les incitó a combatir posibilitando la resistencia. Si estuvieran estructurados en señoríos, como los de México y Perú, se habrían derrumbado fácilmente; porque entregado el rey absoluto estaba cedido todo. Entre los araucanos no existía jerarquización social; allí los jefes no eran hereditarios sino elegidos, según la valentía y la fuerza. El jefe no hablaba en forma personal, sino que su palabra era la expresión del pueblo y su sentir el sentimiento de la masa. 
Las sociedades no señoriales, las organizadas sin estratificación clasista, son las que resisten al intruso o invasor; en cambio las etnias estructuradas en señoríos, como sucedió en los Andes, se desenvuelve en un ambiente contrario. Podemos afirmar que los españoles callaron la asistencia y alianza de los señores étnicos para no perder la encomiendas; si ellos hubieran manifestado que el Tawantinsuyu fue conquistados por los mismo nativos andinos para entregárselos a los españoles, entonces ¿con qué derecho habrían reclamado gratificación de servicios a la Corona española?
Para entender y explicar el ocaso del Imperio de los Incas es imprescindible estudiar el estado social de los diversos señoríos étnicos del mundo andino y el señorialismo feudal traído por los españoles. Porque de las fuerzas que se originan del encuentro de esos dos esquemas mentales, dependió la caída rápida del Imperio Inca.
En tal sentido debemos analizar cuál era la situación política de los curacazgos o señoríos étnicos que integraban el Tawantinsuyu. ¿Qué pensaban los jatuncuracas de los incas? ¿Cómo juzgaban la política económica y social impuesta desde el Cusco? ¿Estaban resignados con la conquista incaica? ¿Qué actitud tomaron los jatuncuracas y señoríos étnicos ante los españoles? ¿Cómo les recibieron? ¿Qué vieron en ellos?
Al contestar estas interrogantes, podremos comprender que la fácil conquista por un pequeño grupo de aventureros y su tecnología moderna es un mito; la desintegración del Tawantinsuyu se debe a la rivalidad señorial de los curacas andinos y a la oposición de éstas al dominio del Cusco. 

 

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