Durante la edad media existieron muchas enfermedades, como la tuberculosis, la disentería y el paludismo, que provocaron numerosas muertes, pero el impacto producido por la peste bubónica se debió a que era fulminante. Era una enfermedad exótica proveniente de Asia: se inició en las estribaciones de la cordillera del Himalaya en la India a finales del siglo 13 y se extendió a lo largo de las rutas comerciales con gran rapidez. Llegó a China en los años 1330, y golpeó con ferocidad devastadora en el imperio bizantino en 1347 en Constantinopla fue llamado la "Gran Mortandad", y pronto fue llevado a ciudades europeas como Venecia, que comerciaban con el imperio bizantino. Por 1351 la enfermedad, que afecta a ricos y pobres por igual, se había extendido por la mayor parte de Europa. La plaga mató a alrededor de un tercio de la población europea total.
La plaga se extendió menos de un año de llegar al imperio bizantino la plaga se había extendido a Italia, Francia, España y Gran Bretaña. Por 1351 Rusia también se vio afectada. Milan, Polonia, Bélgica, parte de el suroeste de Francia, y el este de Alemania no se vio afectado.
Esta enfermedad se transmitía por intermedio de parásitos, especialmente por las pulgas de las ratas. Cuando las ratas enfermaban y morían, las pulgas se dispersaban y pasaban a las personas; probablemente la peste bubónica llegó hasta Europa en 1347, a bordo de los navíos genoveses y venecianos que comerciaban en las costas del mar negro. Sicilia y el sur de Italia fueron los primeros lugares en sufrir los efectos de la peste, que rápidamente se extendió hasta Avignon y de allí, a casi todo el continente.
Los médicos no fueron capaces de encontrar una cura por la terrible enfermedad.
Las consecuencias fueron devastadoras: solamente entre los meses de junio y setiembre de 1348 murió una tercera parte de la población europea. Se llamaba peste bubónica, porque las víctimas presentaban bubas o tumores oscuros en la garganta, las axilas, las ingles y las mucosas, además de una fiebre alta continua, que provocaba delirios. Los olores eran tan pestilentes que resultaban insoportables, provocando en la población angustia y depresión. Al tercer o quinto día morían de la muerte negra, llamada así por el color azul oscuro que tomaba la piel del moribundo. Ante el avance de la peste, las personas intentaban aislarse: las ciudades se replegaban sobre sí mismas, evitaban a los extraños y se evitaba el ingreso de la gente de las zonas ya afectadas. Sin embargo, no todos reaccionaban de la misma forma. Algunas personas actuaban solidariamente, ofreciéndose a cuidar a los enfermos o a enterrar a los muertos, aún sabiendo el riesgo que corrían. Las consecuencias de la peste fueron duras. Provocó grandes desequilibrios en todas las esferas de la vida y generó falta de mano de obra y de abastecimiento, tanto en el campo como en la ciudad. Hubo varias oleadas de peste y los índices demográficos llegaron a su punto más bajo en 1380. Pasado el momento, comenzó el lento restablecimiento demográfico. Si bien como consecuencia de la peste murieron millones de personas, aquellos que siguieron con vida tuvieron muchas más posibilidades económicas que antes que se desatara la peste, esto se debió a que quedaba menos gente para repartirse el trabajo, los bienes, las propiedades y las fortunas, y en consecuencia disminuyó la miseria.
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