Ante el temor de no frenar las reformas del tercer estado, Luis XVI ordenó a la nobleza y al clero integrarse a la Asamblea Nacional. Desde ese momento los diputados dejaron de representar a sus correspondientes estamentos y pasaron a representar a la nación soberana. La agitación social que sobrevino, especialmente en las provincias y entre los habitantes urbanos más empobrecidos (Sans-Cullots), superó pronto a la agitación política de los asambleístas. Cuando se supo que el rey ordenaba la concentración de las tropas en torno a París, una multitud reunida espontáneamente asaltó la antigua fortaleza de la bastilla, una antigua prisión que constituía un símbolo del poder absoluto.
En
las zonas rurales la sola reunión de los Estados Generales hizo que vastas
regiones dejaran de pagar las cargas señoriales y los diezmos eclesiásticos, en
la esperanza de que fueran suprimidos.
Las
noticias llegadas de París, aumentados por la distancia, desataron una ola
general de motines. El rencor acumulado por siglos de explotación se descargó
contra los castillos señoriales y sus odiados archivos donde se registraban los
tributos que se adeudaban al señor. Alarmantes versiones atemorizaron a las
ciudades – se hablaba de grupos de bandidos que asaltaban las propiedades – y
en muchos casos burguesía se armó ante el temor de que ocurrieran mayores
desmanes. Entonces el pánico conocido como “Gran Peur” (Gran Miedo).
Sacudió
a Francia. Por todas partes surgieron, a imitación de París, comunas o
municipios revolucionarios, en reemplazo de las autoridades reales.
Además de liberar a los escasos prisioneros, los salteadores buscaron armas y municiones para organizar la defensa de la naciente revolución. Así, el 14 de julio de 1789 pasó a ser una fecha simbólica en la lucha contra la autoridad despótica. Luego de estos sucesos, en París se formó una guardia nacional, osea una milicia cívica, comandada por el marqués de La Fayette (un noble partidario de los cambios más moderados). Esta revolución urbana dio fuerzas a la Asamblea Constituyente recientemente inaugurada que, de no contar con ese apoyo, hubiera sido fácilmente disuelta por las tropas de Luis XVI.
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