Se sucedieron constantes sublevaciones populares en la China, contra la dominación extranjera. De mayor trascendencia fue la resistencia enérgica que hicieron los mismos chinos. La sociedad de puños armónicos, llamados comúnmente los bóxers (sociedades secretas que practicaban una especie de boxeo), organizó, en 1900, un movimiento nacionalista para arrojarlos del país. Los rebeldes ocasionaron mucho daño a la propiedad, sitiaron a las delegaciones de Pekín y mataron a centenares de extranjeros, entre ellos, al ministro de Alemania. Esta rebelión fue aplastada por una fuerza expedicionaria de británicos, rusos, japoneses, alemanes, franceses y norteamericanos, que concluyó con la toma de Pekín.
La rebelión de los bóxers tuvo las siguientes consecuencias:
- Surgió la rivalidad entre los mismos saqueadores.
- La dinastía Manchú, que gobernaba en aquella época, llegó a una extrema decadencia, al grado de no poder mantenerse sola, puesto que necesitaba el apoyo de potencias extranjeras.
- Los británicos y japoneses concertaron, en 1902, una alianza para proteger algunas zonas que se proponían explotar contra las intrusiones de los rusos y alemanes.
- El pueblo chino exigía reformas, anulando la influencia de los europeos.
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