El reinado de Justiniano fue un período de apogeo ejemplificado en la conquista de África y de la Península Itálica. Sin embargo el esfuerzo dejó exhausto al imperio en tiempos en que nuevas amenazas se cernían sobre el horizonte. Los desarrollos que hicieron posible el esplendor de la era de justiniano se deben a la labor de sus antecesores, en particular Anastasio I, que gobernó entre el 491 y el 518. Este completó la restauración de la autoridad imperial derrotando a los isaurios, que habían obtenido una influencia desmedida gracias a que ellos expulsaron a los germanos. Más importante fue la reorganización de las finanzas públicas, que puso fin a la inflación y reordenó la recaudación tributaria, incrementando los ingresos estatales. Es necesario analizar dos aspectos del gobierno de Justiniano:
Conquistas iniciales: Justiniano accedió al trono en el año 527, aunque ya controlaba el poder durante el gobierno de su tío Justino I, entre el 518 y el 527. Luchó contra el imperio Sasánida, con el que acordó la paz en el año 532, a cambio de pagar un tributo anual. Tras sofocar toda oposición interna, quedó libre para realizar sus ambiciosos planes de expansión en occidente.
Su primer objetivo fue la destrucción del reino vándalo en el norte de África, lograda por Belisario en el 533. Dos años después envió otra expedición a Sicilia, primer paso de la conquista del reino ostrogodo. Belisario derrotó al rey ostrogodo Vitiges y tomó Rávena, su capital, el 540. Pero los ostrogodos iniciaron una revuelta general al año siguiente, bajo el liderazgo de Totila.
Crisis y recuperación: El mismo año de la rebelión ostrogoda, el imperio Sasánida retomó la ofensiva, saqueando las provincias bizantinas orientales. Simultáneamente los búlgaros incursionaron por los Balcanes, llegando hasta las murallas de Constantinopla. Aunque en el 545 se acordó una nueva paz con el persa sasánida Cosroes I a cambios de nuevos tributos, un año después Totila ocupó Roma, haciendo peligrar las posiciones bizantinas en la Península Itálica. Justiniano, sin embargo, logró recuperarse. En el 552, sus tropas aprovecharon un conflicto civil entre los visigodos para ocupar el sur de Hispania. Al mismo tiempo envió a la Península Itálica un ejército reforzado por lombardos, gépidos, hérulos e incluso persas desertores al mando de Narsés, que logró la derrota definitiva de los ostrogodos.
Las conquistas de Justiniano se obtuvieron a costa del agotamiento de los recursos del imperio, laboriosamente acumulados por sus antecesores. El crecimiento de las fronteras aumentó los posibles enemigos, mientras que el principal de todos, el imperio persa Sasánida, permaneció indemne. Para afrontar las nuevas responsabilidades se aumentaron los impuestos, provocando descontento en la población. En suma, pese a las hazañas militares, a la muerte de Justiniano (565), el imperio bizantino estaba endeble, lo que fue desastroso para los futuros gobernantes de constantinopla.
0 comments:
Publicar un comentario