Hitler llevó a cabo nuevas ofensivas por el frente sur. El avance nazi se realizó inicialmente de manera exitosa, pero a mediados de 1942, Hitler decidió dividir el ejército alemán para cumplir dos objetivos simultáneos: ocupar la ciudad de Stalingrado, a orillas del río Volga y el extremo sur del frente de combate, la región del Cáucaso.
El ejército alemán en el frente sur del territorio soviético tropezó con la defensa ejercida en Stalingrado por la resistencia rusa. A partir de julio de 1942, los rusos se reforzaron con las tropas del general Vasily Chuikov, a fin de evitar que la ciudad cayera a manos de los alemanes. El mismo Hitler decidió trasladarse a Vinnitsa, cerca de Ucrania, para seguir el rumbo de los sucesos.
Ahí ordenó una serie de incursiones prácticamente casa por casa, con lo que la ciudad quedó casi destruida. Hacia octubre de ese año, las tropas alemanas lograban el mayor control sobre Stalingrado. Ese fue el último éxito de la ofensiva alemana. El general Zhukov, quien había arribado al frente de batalla en setiembre, lanzó una poderosa contraofensiva que doblegó a las cansadas tropas del mariscal von Paulus, a quien el Führer había dado la orden de resistir hasta el final. El VI ejército alemán fue cercado en la ciudad y aislado del resto de la Wehrmacht. A finales de 1942, la única posibilidad que le quedaba al ejército de von Paulus era el envío de suministros para la vía aérea, pero la Lufwaffe fracasó en aquel intento. La situación, agravada con el invierno ruso, hizo que von Paulus se rindiera el 30 de enero de 1943.
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