En el año 1212, ante el fracaso de las anteriores cruzadas, un grupo de niños y adolescentes, liderados por el joven pastor francés Esteban, se movilizó desde diferentes zonas de Europa para luchar contra los musulmanes. El rey de Francia alcanzó a impedir el viaje entre los suyos, pero en Alemania, los niños dirigidos por Nicolás (joven pastor) partieron hacia Tierra Santa. Según estos niños y sus padres, ellos eran los únicos capaces de derrotar a los turcos, pues eran puros, a diferencia de los cruzados pecadores. Aunque luego algunos adultos se dieron cuenta de la locura de esa expedición, no pudieron hacer mucho para contenerla. Supuestamente la cruzada de los niños estaba planeada por Dios y la providencia divina debía ayudarlos, por lo que no llevaron provisiones. Una difícil travesía a los Alpes redujo sus números, sólo alrededor de 7000 llegaron a Génova a finales del verano. Muchos murieron de hambre, frío y otras enfermedades, algunos pueden haber ido a Roma para tratar de cumplir con el Papa, y los otros pocos que sobrevivieron llegaron a Marsella, en la costa del Mediterráneo, donde se detuvieron pensando que Dios haría que las aguas se separasen para poder cruzar a pie. Esperaron el milagro sin resultado alguno, hasta que un grupo de marinos les ofreció llevarlos hasta Tierra Santa, Los niños accedieron pensando que estos hombres también habían sido mandados por Dios. Lamentablemente, muchos fueron llevados a Egipto para ser vendidos como esclavos. Esta fue una de las mayores tragedias de la historia de las cruzadas. Algunos historiadores sostienen que todo fue planeado o por lo menos instigado, por viles comerciantes.
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