El continente africano fue el centro de las explotaciones europeas durante el siglo XIX, siendo el explorador más famoso David Livingstone, un misionero escocés que atravesó gran parte del territorio africano. Paralelamente otros exploradores, provenientes de varios países, se sumergían en esas exóticas tierras. Ante la información que contaban acerca de los recursos naturales del África, surgieron los intereses colonialistas de las potencias de Europa que planearon apoderarse y distribuirse dicho continente.
En 1876 con la "Conferencia Internacional de bruselas", que reunió a las principales potencias europeas, se dio inicio a la repartición de territorios africanos. Sin embargo fue con la "Conferencia Internacional de Berlín", se consolidó la presencia colonialista en África. La cita de Berlín fue convocada por el canciller alemán Otto Von Bismarck en 1885, para evitar los conflictos y buscar una salida apelando a la diplomacia entre las potencias coloniales que deseaban ampliar sus territorios en el continente africano. En dicha reunió se garantizó el libre comercio en la zona, aún en tiempos de conflicto, además se establecieron ciertos mecanismos que certificaban que una potencia europea había ocupado territorialmente un área geográfica, por ejemplo, se debía plantar una bandera y comunicar el hecho por vía diplomática a las demás fuerzas colonizadoras. Sobre las bases de estas disposiciones, las principales potencias europeas concretraron lo que se conoce como el "Reparto de África". Francia, Inglaterra y Bélgica ocuparon los más extensos territorios en el continente africano.
Colonias francesas en África: Ya en 1820, los franceses se interesaron en África del norte, para distraer la atención de los conflictos internos que vivían. Siete años después, Francia denunció ataques piratas argelinos a sus embarcaciones, lo que permitió justificar la invasión de Argelia. En la zona dominada, se alcanzó un crecimiento económico que tuvo en los europeos a sus mayores beneficiados.
La costa este de África ya era conocida por los comerciantes franceses. Esto ayudó en la conquista de Senegal en la segunda mitad del siglo XIX. En 1881, Francia conquistó también Túnez, en la zona norte. El soberano senegalés, luego de una intervención militar, aceptó el protectorado francés. Poco después surgió una rebelión anticolonial, pero fue rápidamente sofocada; luego de este hecho los franceses asumieron la administración gubernamental. Tras estos triunfos iniciales, Francia desarrolló un proyecto expansivo que abarcaba toda el África occidental, desde Argelia hasta el Congo y desde el Atlántico hasta el río Nilo. Primero se fueron orientando al hacia el interior, tomando gran porción de los lagos del Senegal y del Níger, y luego el desierto del Sahara. Aunque no llegaron al Nilo, tuvieron el mayor imperio en territorio africano; además anexaron a sus dominios la isla de Madagascar y el territorio de Marruecos.
Colonias inglesas en África: Luego de la inaguración del Canal de Suez (1869) , Egipto pidió préstamos a Inglaterra y Francia. Pero en 1875, surgieron grandes problemas financieros en el país africano; para solucionarlo se vendieron gran números de acciones del canal, que fueron compradas por el primer ministro inglés, Benjamín Disraeli, con el fin de dominar ese paso estratégico de Europa hacia Oriente. Los graves problemas económicos egipcios continuaron, debido a los gastos excesivos de sus autoridades y a la corrupción administrativa. Egipto tuvo que renunciar a sus deudas en 1879, por lo que Inglaterra y Francia adoptaron el control financiero del país. Ante esta coyuntura, las élites egipcias protestaron por la intervención a su soberanía. Como respuesta, Francia optó por retirarse, mientras que Inglaterra se quedó en el poder para restablecer el orden. El diplomático inglés Evelyn Baring fue nombrado cónsul general y representante plenipotenciario británico en Egipto. En dicho cargo reorganizó la economía, erradicó la corrupción administrativa, fomentó el crecimiento de la industria algodonera y suavizó parcialmente los trabajos forzados. Estas gestiones determinaron el desarrollo económico que alcanzó el país. Además de Egipto, los ingleses tuvieron el control sobre los territorios africanos de Costa de Oro, Sierra Leona, Nigeria, El Cabo, Uganda, Kenia, Somalia y Rhodesia; constituyéndose en la segunda fuerza imperial colonialista del continente africano.
El Congo Belga: Una vez que el rey de Bélgica, Leopoldo II, estableció su colonia en el África, formó la llamada "Asociación Africana", institución constituida por científicos y exploradores, que cumplía con los intereses expansionistas del rey europeo. Conocida las riquezas del reino conquistado, gracias a las exploraciones realizadas, Bélgica se apoderó de extensos territorios por medio de tratados con los jefes africanos.
Todas sus posesiones en el África fueron reunidas bajo el título de "Estado Libre del Congo". Los belgas obtuvieron beneficios económicos por la explotación de los recursos de la zona, en especial del caucho, aunque dieron algunas concesiones a compañías privadas. Impusieron, además, un régimen de trabajo forzoso que provocó protestas internas y el rechazo internacional. La situación mejoró recién en la primera década del siglo XX, con disposiciones del parlamento belga.
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