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martes, 12 de diciembre de 2017

El Mito de Wiracocha

En tiempos del antiguo Perú no existía ni el día ni la noche todo era oscuridad, de una laguna salió Kon Tiqsi Wiracocha creo al Sol, la Luna y las estrellas. Luego creo la tierra, el cielo y personas, pero éstos fueron desobedientes con su creador y como castigo los convirtió en piedras. 
En Tiwanaku Wiracocha creo otras personas entre hombres y mujeres de las piedras y les dotó de un líder que los gobernara. Mandó a que se dispersaran menos a dos que se quedaron con él, a quienes instruyó. 
Éstos se llamarán los tales y saldrán de tal fuente en tal provincia y poblarán en ella y allá serán aumentados y éstos saldrán de tal cueva y se nombrarán los fulanos y poblarán en tal parte, y así como yo aquí los tengo pintados y hechos de piedra, así han de salir de las fuentes, ríos, cuevas y cerros, en las provincias donde he dicho y nombrado y luego irán todos ustedes por esta parte (señalándoles hacia donde el Sol sale) , dividiéndolos a cada uno por sí y señalándoles el derecho que deban de llevar...
Iban (los mensajeros de Wiracocha) llamando y sacando personas de los ríos, cuevas y fuentes y poblaron la tierra hacia donde el sol sale.
Desde Tiwanaku Wiracocha mandó a sus dos compañeros así:
El uno por la parte y provincia de Condesuyo, las espaldas donde el sol sale, a la mano izquierda y el otro por la parte y provincia de Antisuyo que es a la mano derecha. Y el dios Wiracocha partió al Cusco, que es por el medio de estas dos provincias, viniendo por el camino real que va por los Andes hacia Caxamalca. 
Llegando a Cacha (18 leguas del Cusco), salieron con sus armas unos nativos del pueblo de Canas con intención de matarlo, no reconocían que era el dios Wiracocha. Para demostrar su poder hizo llover fuego del cielo, ardiendo una cordillera. Al ver esta grandeza los pobladores de Canas arrojaron sus armas y huyeron. Wiracocha tomó una vara y apagó el fuego.

Wiracocha se dio a conocer como su dios y los Canas lo acataron, levantándole una suntuosa huaca (lugar sagrado). Esculpieron su imagen en una piedra enorme.
Siguiendo su camino, Wiracocha llegó al Tambo de Urcos, asciende la cerro más alto y allí se sienta a descansar. De allí salieron quienes en memoria de del dios, colocaron en este sitio un trono de oro. 

En el Cusco creo a una persona que lo llamó Allcaviza y dio su nombre al pueblo. Continuó su camino hasta llegar a Puerto Viejo, donde se reunió con los mensajeros, y con ellos se fue hacia el mar y luego desaparecieron. 




Fuente: Historia del Perú Antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel 

martes, 20 de junio de 2017

La muerte en tiempo de los incas

La muerte para los incas era sencillamente el pasaje de esta a la otra vida. Por eso nadie se atormentaba frente a ella, porque estaban seguros de que sus descendientes y su ayllu cuidarían de su cadáver momificado, o simplemente disecado, llevándole comidas, bebidas y ropajes durante todos los años del futuro. En dicho aspecto lo único que le acongojaba era que pudieran ser quemados o pulverizados, porque eso si significaba su desaparición total.

No tenían la menor idea del paraíso celestial, tampoco del infierno ni mucho menos del purgatorio o la existencia de diablos al estilo de las religiones del viejo mundo. Tampoco pensaban en la resurrección de los muertos. Sin embargo creían en otras cosas: que el camaquem o fuerza vital muere o desaparece cuando al cuerpo vivo o al cadáver se lo quemaba o desintegraba. La etnia Huaro, al sur del Cusco, concebía la reencarnación o transmigración del camaquen de un sujeto que acababa de morir a otro que recién nacía.
En el sur, una vez fallecido, al cuerpo yerto se le bañaba para purificarlo; luego se le sobaba con sebo y maíz blanco molido, mullu y otros ingredientes. Acto seguido, se le vestía. Los parientes lloraban y después lo llevaban al Machay (cueva) para colocarlo junto a otros difuntos del ayllu. El camaquem no se retiraba del lado de los restos mortales sino cinco días más tarde de finado; fecha en la que los parientes iban al río o arroyo más próximo a lavar los atuendos y otras prendas dejadas por el muerto, una vez limpios, se los guardaba para seguir vistiendo a la momia. Estaban convencidos que ulteriormente de exhalar el último suspiro, esa fuerza vital de su propio ser seguía con vida, y creían igualmente que en el cadáver seguían latentes muchos atributos del ser vivo: sed, hambre, calor, frío, etc. De ahí porque para el jatunruna era importante la conservación del cadáver, lo que resultaba fácil en costa y Andes dada las condiciones ecológicas, que coadyuvaban a su disecación y momificación.


Consecuentemente, para que no padecieran de hambre ni sed colocaban adyacentes al muerto vasijas de alimentos y bebidas, cosas que se le continuaba llevando cada cierto tiempo, en fechas conocidas. Tal hecho explica la necesidad de dejar hijos y descendientes para asegurar el abastecimiento permanente al fallecido. 
Tanta era la obsesión o temor que con el tiempo el cuerpo del muerto quedara abandonado por alguna razón, se colocaba a todos los cadáveres en una sola tumba llamada machay, para que ese lugar recibieran el culto y cuidados por la comunidad (ayllu), quienes, por respeto y tradición, les llevaban coca y les mudaban de vestimenta. Era un desvelo el que sus cadáveres no desaparecieran, porque su conservación significaba seguir viviendo. Fue, pues, la idea de la supervivencia después de la muerte lo que condujo a la preservación de los yertos despojos. Entre los jatunrunas, el muerto era envuelto en telas, dejándole el rostro libre; pero entre los sapaincas se les colocaba una máscara de oro delgado, que de seguro reproduciría los rasgos fisonómicos del difunto. 

Con respecto a la momificación de inca, el resguardo de su momia en sus aposentos solariegos, rodeada de esposas y yanas vivos, afianzando su continuidad. Para el runa andino no había nada más angustioso que la desaparición de los cuerpos de sus antepasados, o pensar de que el suyo propio iba a correr ese triste destino. Tal vez por esa razón, Atawallpa soportó que lo bautizaran y prefirió morir por la del garrote en vez de ser llevado a la hoguera y así evitar que su cuerpo desaparezca. 

Así como los cadáveres recibían cuidados especiales, se los disponía de tal forma para que se secaran y pudieran conservarse centenares de años. En los Andes, los pobladores de habla quechua por lo común no acostumbraban a enterrarlos en el subsuelo. Eran arropados y colocados en posición fetal, (codos entre las rodillas y las manos sujetando el mentón). Estas momias eran llevadas a cuevas naturales o aftificiales llamadas machais, ubicadas en cañones y laderas de los cerros. Rodeándolos con objetos familiares: vajillas, herramientas, comidas, bebidas. Quedaban pues, prácticamente al aire libre, a la vista de todos. Hasta allí acudían sus parientes colaterales y directos, llevándoles mates de alimentos, derramando chicha y poniendo hojas de coca en las bocas de las momias. También a sacrificarles cuyes y llamas. En la costa, en camio, las momias eran sepultadas bajo tierra y arena en posición de cúbito dorsal o fetal; pero dispuestos en tal forma que la cámara funeraria, holgada, no aplastara al muerto, para evitar que padeciera con el peso de tanto material encima. Se acondicionaba un tubo de caña para conectar la boca del cadáver con la superficie exterior para verterle chicha ritual en las fechas que tenían acostumbradas. 



Los pueblos aymaras conservaban a sus muertos ilustres sobre el suelo, alrededor de los cuales construían unos mausoleos de piedra y/o tierra dura que recibían la denominación de chullpas y pucullos. En a cultura Chachapoyas, a los nobles se les enterraba con pintorescas urnas funerarias hechas de arcilla, pero con apariencia de cuerpos humanos, incluyendo una cabeza. Urnas a las cuales colocaban en altas cuevas u oquedades, cuyas vías de acceso las destruían totalmente, para eludir su profanación. Enterrar a un noble bajo el suelo entre los chachas era signo de desprecio. 
El muerto de la costa era enterrado conservando los mismos gestos con que había fallecido. Por lo demás las tumbas constituían lugares sagrados; y las momias de los antepasados seres sacralizados, acudiendo a ellas para solicitarles buenas cosechas y aguas, o la detención de éstas cuando se excedían.






Como se advierte, existían dos categorías principales de culto: el divino y funerario. Con respecto a lo funerario, las momias debían ser cuidadas y conservarlas, visitarlos por lo menos una vez al año para cambiarles de vestimenta y sacarlos para llevarlos cargados, las espaldas o sobre una parihuela, procesionalmente rumbo a la comunidad para danzar con el cadáver. Pensaban que con aquel rito contribuía a dar bienestar y eternidad al ayllu. Un oficiante exprofesamente encargado hacía recordar las fechas y el compromiso intangible de llevarles alimetos y bebida: un deber ineludible de los hijos y de los descendientes. La preservación y culto de las momias de los runas o gente común no demandaba tanto servicio y gasto como la de los sapaincas y grandes curacas.

El esmero y precaución que ponían en los cadáveres es prueba en que creían en la vida sobrenatural. Se imaginaban que los muertos seguían sintiendo casi todos los problemas y necesidades que los seres vivos. Además daban por hecho de que sus espíritus o camascas, por ser tan numerosas las defunciones a lo largo de la vida y trayectoria de los ayllus y etnias, ya no tenían como caber en el mundo de los muertos, por falta de tierras y de viviendas para todos. Suponían también que los camascas se agrupaban en ayllus, al igual que los jatunrunas vivos. 

En los Andes, el espacio o recinto de los camascas estaba aquí mismo, en la caypacha; unos paraban en campos floridos y otros en cumbres nevadas, a los cuales, para llegar a los citados camascas tenían que caminar por trochas y puentes llenos de dificultades y obstáculos; dicha vía, además, era oscura, pudiendo vencerla solo gracias a un perro-guía, de preferencia negro, animalito que tenía la facultad de ver a los camascas en la noche. Como resultado de tal creencia mataban un perro durante los funerales. Los que tenían ganado sacrificaban una llama, para que el "alma" del citado auquénido ayudara a transportar la carga del muerto.
En la costa, estaban persuadidos que las almas iban a descansar en las islas ubicadas frente a sus playas, en la mamacocha o mar. 

En el Chinchaysuyu estaban seguros de que las almas se alejaban de los cadáveres a los cinco días del fallecimiento. Y después, una vez por año, en el mes que conmemoraban a sus difuntos (noviembre), visitaban las casas de sus parientes vivos tomando la forma de moscones que, durante el vuelo, emitían un suave y característico zumbido. EL hecho explica por qué no mataban a dichos animalitos.
Si el culto de los ancestros determinó la conservación del cadáver, lógicamente que su preservación generó la técnica de la momificación. A veces extraían las visceras y el cerebro. Lo restante les resultaba fácil merced a las condiciones ecológicas de los Andes y la Costa, en la primera por el gélido frío de las mesetas, y en la segunda por la sequedad de los arenales salitrosos. Las vísceras acostumbraban a enterrarlas en los sitios donde habían nacido, de preferencia en el punto donde sus madres los arrojaron al mundo el día del parto. 

Creían también en el Sapainca muerto, podía sobrevivir en una estatua, a la que se le reputaba su segundo cuerpo. La mencionada efigie recibía el nombre de guaoqui o huaoqui, a la que se adicionaba el nombre del soberano a quien simbolizaba y encarnaba, para ellos la estatua tenía vida. El culto que practicaba cada panaca en torno a ellas, garantizaba su supervivencia.

Fuente: Los Incas de Waldemar Espinoza

sábado, 28 de enero de 2017

Oráculos y héroes incas

Como oráculos se tenía no únicamente a los ídolos de los dioses sino también a los mallquis o momias de los progenitores de los ayllus y etnias o nacionalidades.
A los grandes señores y caudillos fundadores de ayllus y señoríos se les veneraba después de muertos, conservando sus cuerpos momificados con el nombre de mallquis. los caciques y señores posteriores perpetuaban su memoria y estaban orgullosos de descender de ellos. Les rendían un culto permanente mediante ofrendas y ritos que también comprendían fiestas y sacrificios. Los paseaban procesionalmente por sus chacras para obtener buenas cosechas, también eran llevados a las campañas guerreras para conseguir victorias. Así ocurrió con los chancas, que siempre traían consigo a sus expediciones las momias de Uscovilca Ancovilca.


Las momias o mallquis estaban categorizados según fuera de una familia extensa o ayllu; de una saya, de un reino, o de un imperio. Pero no solo poseían mallquis preservados de manera momificada, sino otros convertidos en piedra, como el caso de Ayar Ucho y Ayar Auca, considerados oráculos.
En otras situaciones a los héroes fundadores los convertían en cerros, como sucedía con los nevados de Raco y Yanacolca (Huariaca/Yaros/Pasco), considerados como los dioses de las comidas guisadas, invocándolos durante las cosechas. Entre los héroes apreciados y adorados tenemos a Yanarramán y Libiac Cancharco, venerados en el área Yacha (Huánuco) y que no son otra cosa que el rayo que al caer en la tierra, de acuerdo al mito, se transformaron en cerros, cerros que los yachas los consideraban sus pacariscas o pacarinas: lugares de origen o procedencia. 

Fuente: Los Incas de Waldemar Espinoza 

jueves, 26 de enero de 2017

División del trabajo de las mujeres en tiempos de los incas

1) Aucacamayoc huarme: mujeres casadas, de 29 a 50 años.
2) Purichacuas: de 50 años, que podían andar y hacer algo en el pueblo.
3) Puñuchacuas: viejas dormilonas.
4) Haucacuna (vaccha cuna): ciegas, mancas, cojas, etc.
5) Sipas: mozas casaderas.
6) Corocunas: motiloncillas de 12 a 18 años, servicio doméstico y ganadería.
7) Pasaupalla: de 9 a 12 años; las que cogían flores para teñir lana.
8) Puclla: de 5 a 9 años; juegos, recolección de leña, transporte de agua y de comida.
9) Lloca: empiezan a andar.
10) Quiraupicac: que están en la cuna.


Fuente: Historia del Perú Antiguo a través de las fuentes escritas de Luis E. Valcárcel

viernes, 13 de enero de 2017

Oficios y ocupaciones en tiempos de los incas según Guaman Poma

1. Cucoc Llimpe = Pintores en paredes, quero o mate.
2. Amauta cuna = Oficiales.
3. Llacllac querocamayoc = Carpinteros.
4. Rumita Chicoc = Canteros.
5. Manca llutac = Olleros.
6. Tacac = Plateros.
7. Cumbi camayoc = tejedores de tejido fino.
8. Pachaca = Labradores.
9. Michic = Pastores.
10. Aucamayoc = Tejedores.
11. Cirac = Sastres.
12. Micoc rurac = Cocinero.
13. Suyoyoc = Mayordomo.
14. Collcamayoc = Común.
15. Isapucamayoc = Administrador.
16. Quillca camayoc = Escribano de quipo, cordel.
17. Taquic = Cantores y músicos.
18. Cochoquic, pincolloc camayoc = Flauteros.
19. Aucacamayoc = Guerreros.


Fuente: Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita de Luis E. Valcárcel

martes, 13 de diciembre de 2016

Juzgamiento del inca

A la muerte de cada inca, los ancianos de la corte examinaban su vida y costumbres y si había sido provechoso para el pueblo, eran llamados los quipucamyoc para que registrasen los hechos y hazañas y los conservaran. Cieza de León dice: "Y estos indios que por mandado de los reyes sabían estos romances, eran honrados por ellos y favorecidos y tenían cuidado grande de los enseñar a sus hijos y a hombres de sus provincias y a sus más avisados y entendidos que entre todos se hallaban, y ansi por las bocas de unos lo sabían otros, de tal manera que hoy día entre ellos cuentan lo que pasó ha 500 años, como si fueren 10... Los que sabían los romances, a voces grandes, mirando contra el Inca, le cantaban lo que por sus pasados había sido hecho, y si entre los reyes alguno salía remiso, cobarde, dado a vicios y amigo de holgar, sin acrecentar el señorío del imperio, mandaban que de estos tales hobiese poca memoria o casi ninguna, y tanto miraron en esto que si alguno se hallaba era por no olvidar el nombre suyo y la sucesión, pero en lo demás se callaban, cada una de las momias de los reyes, además del servicio conocido, tenía sus truhanes y decidores que estaban con palabras alegres contentando al pueblo".


Además de los quipucamayoc, eran escogidos por el Inca tres o cuatro hombres ancianos que fueran hábiles para que en cada provincia anotaran las cosas que ocurrían durante el tiempo de su reinado, fuesen prósperas o adversas, y que las tuviesen en la memoria y de ellas hicieran cantares para que más fácilmente fueran recordadas en lo futuro. Dichos cronistas no publicaban lo sabido y solo lo hacían en presencia del propio Inca. Estaban obligados en sus relatos a no hacer referencia alguna a hechos o actos que se relacionaran directa o indirectamente con el monarca reinante, pues solo debían tratar de la historia de sus antepasados, y luego que era muerto el rey, a su sucesor le decían estas palabras: "Oh Inca grande y poderoso, el sol, la luna, la tierra, los montes y los árboles, las piedras y tus padres te guarden de infortunio y te hagan próspero, dichoso y bienaventurado sobre todos cuantos nacieron, sábete que las cosas que sucedieron a tu antecesor son éstas", y luego, puestos los ojos al suelo y bajadas las manos con gran humildad le daban cuenta de todo lo que sabían. Y el nuevo Inca a su vez elegía otros cronistas que cumpliesen la misma función. 

Fuente: Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel

jueves, 27 de octubre de 2016

La red de caminos del Tawantinsuyu

En el Tawantinsuyu habían dos vías troncales de comunicación:

El camino de los llanos, de Chala y el camino de Waina Qhapaq o el Qhapaq Ñan (el más grande), de los Andes.
Uniendo lugares estratégicos de ambos caminos principales existían otros caminos transversales, de enlace entre diversas llactas o pueblos y curacazgos.
Por último no faltaron caminos especiales; de penetración hacia la Ceja de Selva (al Antisuyu, a Chachapoyas, por ejemplo) o a un asiento minero de importancia (a Porco, por ejemplo).

Los caminos secundarios que conectaban las llactas y curacazgos entre sí y a las vías troncales formaban una gigantesca red vial.
Estos caminos se habían hecho sobre los senderos, de trazo antiguo: Construidos primigeniamente para unir las comunidades aldeanas con las chacras un tanto alejadas.

a) Para vincular las chacras entre sí.
b) Para trasladarse a los corrales de auquénidos.
c) Para controlar las tomas de agua.

Cuando surge la necesidad de comunicarse entre aldeas vecinas, entre etnias y macroetnias, entre reinos y confederaciones, estos caminos se van extendiendo, van ocupando otros espacios terrestres; con ellos se puede dominar una mayor área geográfica. Pero sus límites no sobrepasaban las riberas de un pequeño valle; salvo algunas excepciones para conectarse con el del valle vecino, cosa que habría sido posible entre un valle costeño y otro andino, más que entre solo valles costeños y andinos entre sí. 
Es que entre los valles de la costa se extienden temibles zonas áridas. Entre los valles de las zonas andinas se interponen los accidentes cordilleranos. En cambio, los ríos de las vertientes del pacífico y del Atlántico están separados por espacios terrestres muy pequeños en sus cuencas altas; de tal manera que casi existe una continuidad entre ellos, lo que facilita su interconexión vial y comunicadora. 
Esa realidad fue muy bien interpretada por los antiguos andinos. Por eso, sus primeros caminos más allá de sus propios valles los hicieron en dirección al valle aledaño de la otra región natural.


Cuando los incas, aprovechando esa red inicial de caminos que principalmente existía en las hoyas hidrográficas, deciden hacer caminos de comunicación intervalle, dan origen las vías principales estratégicas y las dos grandes vías troncales.

Julio R. Villanueva dice: "La virtud de los emperadores del Tahuanyinsuyu fue interconectar el mundo andino de manera longitudinal".

Fuente: El Perú en los tiempos antiguos Autor Julio R. Villanueva Sotomayor.

jueves, 20 de octubre de 2016

El compañero fiel de la nobleza preinca

En las antiguas tumbas andinas las momias de los nobles siempre estaban rodeadas de objetos que les podía servir en el más allá. El noble rico era enterrado con más cosas que el de un noble menos rico. Por ejemplo los nobles como el Señor de Sipán, fueron enterrados con sus mujeres, guerreros, animales, joyas, ceramios, textiles, etc. Menos cosas se han hallado en las tumbas de nobles de jerarquía inferior. Pero el esqueleto del perro siempre ha sido un distintivo común. 


El tipo de perro que criaron principalmente los nobles de la época preinca es el llamado perro de cola larga, de color blanco o negro con manchas marrones. Se le puede comparar con el actual perro chusco. 
Tenía un promedio de vida de 12 años, era de colmillos grandes. Se alimentaba de los restos de animales que se cazaban. Justamente por su carácter agresivo, fue utilizado para la caza, principalmente los venados; había sido utilizado para acorralarlo. Luego su amo se encargaba de matar a su presa con lanzas, flechas y cuchillos.

El perro vivió junto al hombre andino desde los primeros asentamientos humanos. Durante el precerámico el perro fue domesticado por los primeros cazadores del Ande y se desplazaba junto a su amo en búsqueda de presas. Al período Poémape pertenecen los esqueletos de perros hallados en las tumbas de la nobleza de la cultura Cupísnique. 
Las huellas de perros en barro fresco encontradas en las excavaciones de tumbas en el valle de Saña pertenecen al período Purulen.
Las primeras representaciones del perro en esculturas pertenecen a la cultura Moche, donde se había constituido como guardián y compañero de nobles y sacerdotes. Pero en épocas posteriores, este perro de cola larga fue reemplazado por el perro sin pelo, mal llamado perro chino, Sus funciones cambiaron y se utilizó más en el hogar que en la cacería. 

Sobre el origen de esta raza hay varias teorías, una de ellas afirma que apareció junto con la migración de personas que viajaron con sus perros de Asia a América a través del estrecho de Bering.

Fuente: Perú en los tiempos antiguos Julio R. Villanueva Sotomayor

martes, 18 de octubre de 2016

Los primeros mitos de Ai-Apaec

Ai-Apaec fue el héroe salvador que llegó a las tierras mochicas para ayudar a los seres humanos, que por entonces vivían acechados por seres monstruosos que generaban caos y desorden. Una de estas criaturas siempre rodeada de serpientes, usualmente se desplazaba por las montañas, donde capturaba incluso a las personas. Algunas veces este monstruo de rasgos antropomórficos, transformaba su apariencia en un cuadrúpedo de largo hocico con prolongados apéndices que se desprendían de la cabeza. Otras criaturas vivían en las profundidades del mar; entre ellas destacaban un cangrejo y un pez, ambos con rasgos humanizados, que también gustaban de tomar la vida humana. Ai-Apaec, personaje con atributos de felino, combatió contra dichos seres y los venció utilizando sus poderes y un poderoso cuchillo. En esta lucha por vencer los peligros circundantes y restablecer el orden en la tierra, transitó por distintos mundos, enfrentó a las fuerzas de la noche y el océano y realizó ofrendas a las divinidades, Ai-Apaec, aunque de apariencia humana, solía tener colmillos de jaguar, llevaba un tocado de felino, plumas de aves en la cabeza y cinturones de serpientes. El héroe suele aparecer acompañado de una iguana antropomorfa y un perro pequeño pero bravo. Juntos llegaron para vencer y restaurar el orden en el mundo. 

Por cada triunfo, Ai-Apaec capturaba la fuerza o esencia de sus oponentes y la usaba para apropiarse de los recursos y espacios que sus adversarios habían perdido. Es por ello que puede verse a Ai-Apaec pescando en el mar y cazando venados en las zonas altas de los valles. Así conquistaba el mundo salvaje.  


Fuente: Culturas antiguas del Perú Edit. Septiembre

sábado, 15 de octubre de 2016

El gran héroe Mochica llamado Ai-Apaec


Las élites mochicas emplearon mitos y rituales en los templos para dar forma a una identidad común y legitimar su poder ante la población. Dichos relatos parecen haber tenido hechos históricos vividos como en los valles de Moche y Chicama (conflictos con otras comunidades), pero fueron expresados como mitos. Así apareció y se difundió la figura de Ai-Apaec. Este personaje era un héroe que inspiraba valores que realizaban la identidad mochica, especialmente en los guerreros. Sus mitos funcionaban además como metáforas del proceso social de expansión y conquista que protagonizaron los mochicas, quienes fueron considerados representantes de Ai-Apaec otorgándose el legítimo derecho de gobernar y ocupar un lugar primordial en la jerarquía social. 
A través del mito de Ai-Apaec se explicó como se había resuelto la disputa por los recursos con las comunidades vecinas y se configuró la imagen de los foráneos con miedo y rechazos, pues se les consideraba criaturas temibles y peligrosas. Las poblaciones de los valles altos fueron representados como criaturas en forma de serpiente y la de los pescadores como feroces monstruos marinos. Todos debían enfrentarse a Ai-Apaec y ser vencidos por él, es decir conquistados por los guerreros mochicas. Así, la figura de Ai-Apaec se convirtió en el referente cultural de los mochica y dio mística a los guerreros de los estados mochicas. Estos evocando la figura del líder mítico, se enfrentaban a sus vecinos y reclamaban tierras y recursos. 
Conquistar los espacios de altura y el litoral era fundamental. no solo por los abundantes recursos de esas zonas, sino también por su valor simbólico. Las montañas eran consideradas el lugar de origen de la vida ya que los ríos y el sol llegaban desde ahí para fertilizar los valles. El mar era el fin, el paso hacia el inframundo, donde el sol desaparecía para luego renacer, y las aguas de los ríos se tornaban saladas y perdían su poder fertilizador.

Fuente: Culturas antiguas del Perú Edit. Septiembre

lunes, 3 de octubre de 2016

Los funerales del Inca

Según Peter Kaulicke, cuando el inca moría se llevaba a cabo un ritual que duraba diez días y que constaba de las siguientes etapas:

  • Las personas que vivían con él comenzaban a ayunar, se quitaban todo adorno y se quedaban en áreas oscuras durante tres días. 
  • Se invitaba a los nobles al Cusco para escoger un sucesor, quien anunciaba oficialmente la muerte del inca.
  • Los nobles (orejones) ofrecían al nuevo inca regalos y camélidos para el sacrificio. 
  • Después de tres días de encierro, todos se lavaban en un arrollo para "limpiarse" de la muerte, Se cambiaban de ropa y pintaban los rostros. 
  • Las viudas del inca, sus hijos y otros parientes eran seleccionados para el sacrificio. 
  • Dichas personas eran sacrificadas en una ceremonia, para ser enterradas con objetos de oro y plata de acuerdo con su género, tareas y labores sociales.
  • Durante una ceremonia en la plaza central, los nobles lloraban y recitaban las hazañas de los fallecidos. 
  • El cuerpo era preparado para el entierro.
  • Se realizaba la Capacocha o sacrificio ritual de niños de ambos sexos, quienes eran enterrados vivos para servir al inca en su nueva residencia. 
  • Miembros de la élite acompañaban a los líderes regionales para preparar los rituales de duelo en las provincias. 
  • Se distribuían camélidos y chicha de maíz entre los asistentes. 


Fuente; Culturas del Antiguo Perú Edit. Septiembre

sábado, 1 de octubre de 2016

¿Qué son las líneas de Nasca?

Diversas hipótesis han sido propuestas para tratar de explicar la existencia de las líneas de Nasca. Entre las más interesantes se encuentran aquellas que consideran las líneas como caminos sagrados (Toribio Mejia Xesspe), como calendario astronómico (Paul Kosok y María Reiche), como sistema de orientación territorial simbólico (Morrison, Aveni), como mecanismo cultural para invertir en actividades ceremoniales los excedentes productivos y frenar el crecimiento poblacional, como referentes territoriales (Urton), como centros de culto al agua y a la fertilidad ( Reinhard), como rutas de peregrinaje o como centros de adoración (Rostworowski).

Es importante considerar la dimensión ceremonial de las líneas y figuras de Nasca. El manejo de los conocimientos astronómicos debió estar en manos de grupos selectos de la sociedad. Sobre ellos sustentaban su poder ante la población común y por tanto debían ser codificados de manera tal que solo algunos pudieran acceder a ellos. Así, las lecturas de las líneas de Nasca debió realizarse en determinadas épocas del año, durante ceremonias y rituales sagrados especialmente preparados para ello. La presencia de altares cerca de los trapecios más grandes y de ofrenda como el Spondylus halladas en ellos enfatiza el carácter religioso de los geoglifos, en torno a los cuales se habría realizado cultos al agua y a la fertilidad. 



Esta explicación ayuda a entender que en la sociedad Nasca el poder era detentado por aquellos que poseían los conocimientos que hacían posible el desarrollo económico en una zona de desierto, donde la única manera de sobrevivir era aprovechando al máximo las escasas tierras de cultivo y los aún más exiguos recursos hídricos generados por las lluvias de los Andes, las cuales solo bajan a la costa en los meses de verano. Por lo tanto, predecir con anticipación la temporada de lluvias debió ser muy importante para la economía local; así como la base del poder de la clase dominante, aquella que vivía en centros ceremoniales como Cahuachi, y al parecer, poseía poderes ocultos y sobrenaturales que le permitía leer los mensajes de la pampa lo cual causaba gran impacto en la gente común. 

Fuente: Culturas antiguas del Perú  Editorial Septiembre 2015

martes, 3 de junio de 2014

Las cabezas clavas

Conocidas popularmente como "guardianes del templo" las cabezas clavas se diferencian de las otras piedras con diseños de chavín, por su carácter escultórico. Tienen expresión grotesca, todas ellas y aunque algunos rostros muestran ligero semblante, risueño, domina en las cabezas clavas, vistas en conjunto el gran tamaño de algunos ejemplares, aterrorizan al que los contempla.


Estas cabezas levan una prolongación, lanceta o espiga, en su sección posterior, que servía para sujetarlas en las paredes, en las que previamente entre uno y otro sillar se había acondicionado el espacio necesario para incrustarlas.
Varias de estas cabezas líticas presentan una protuberancia en su lado superior, a manera de moño. Aunque es difìcil por ahora deducir si en general estas cabezas clavas tuvieron la función de servir de "horcas". Se puede apreciar colgados de una saliente en forma de cabeza que aparece incrustada en un muro o en un torreón.
Aunque las cabezas clavas son anterior a los incas, podría tratarse de una antiquísima tradición; algo que no debe asustar por el largo espacio de tiempo que se interpone, ya qu no pocas prácticas normativas, por ejemplo en la cerámica, sobrevivieron hasta la época chimú y aún la inca (asa estribo) El uso mismo de clavar los paramentos con cabezas líticas, reaparece en Tiwanaku y en Huamachuco y Cabana (Pallasca).



Por otra parte, en México y Guatemala se encuentra también con alguna variante, el uso de complementar la arquitectura incrustando en los muros grandes cabezas escultóricas de piedra.Por otro lado son bien conocidos las cabezas líticas procedenes del Salvador popularizasas en el congreso de americanistas realizado en Lima en 1939. No cabe duda que también en este aspecto se descubre una tradición muy antigua y de contornos americanos, con continuidad de miles de años.


Los rostros líticos de Chavín  representan caras humanas con atributos de aves y felinos especialmente en la boca y colmillos. Los cabellos y las arrugas son subrayados y se transforman en serpientes, indicando raíces ornitoformas: bastones y serpientes que traen su prosapia en plumas de ave. Pero no todas las cabezas-clavas tienen rostro humano. En lo que se refiere a las narices, en las clavas, éstas aparecen chatas y carnosas. El tamaño es variado, las hay de 0.30 metros de altura hasta de 0.70 metros y más.
La medida más frecuente oscila entre 0.35 y 0.45, en lo alto.


Dibujo y texto del libro "Historia General de todos los peruanos"

 

Copyright @ 2013 Aprenda historia de la humanidad.