jueves, 27 de diciembre de 2012

Tunanmarca: La capital del reino Huanca



La capital del reino Huanca fue la gran ciudad de Siquillapucara, actualmente conocida con el nombre de Tunanmarca. Está edificada en la cima de un cerro de cantería o roca traquítica. 
Todo el reino estaba gobernado por el jatuncuraca y de carácter hereditario; sus órdenes eran acatados por sus vasallos, quienes como tributo, le sembraban y cosechaban sus sementeras de maíz, papa, ají y otras ubicadas tanto en el valle como en la selva alta. 
Nadie todavía a medido su área ni su altitud, ni se ha levantado ningún plano. Pero debe tener dos kilómetros de largo por medio de ancho. Por el Oeste y el Sur la circundan tres murallas concéntricas de piedra; mientras que por el Oeste y el Norte, unas laderqas muy empinadas le sirven de defensa natural. Siquillapucara era una ciudad fortificada, toda su extensión estuvo cubierta por casas típica huanca: circulares y de un solo piso, de piedra y barro, con cobertizos de jenñual y paja. Se calcula que hubo más de tres mil habitaciones. Casi todas están derruidas ahora, salvo seis que quedan con las paredes intactas, pero sin cobertizos. Además quedan aún dos con techos abovedados con lajas de piedra. Cada habitación constituía una vivienda para una familia nuclear. No hay calles, sino pasadizos en laberinto; cada casa es independiente de otra.
En el centro de la vieja capital huanca, todavía quedan la plaza y el templo dedicado a Huallallo Carguancho, el dios nacional del reino Huanca. Y a una cuadra más o menos, hacia el norte, se halla el palacio  del rey Huanca o jatuncuraca. Este tenía, y aún pueden verse siete habitaciones grandes y redondas. Están encerradas por una cerca, tiene un gran patio donde jugaban los numerosos hijos del rey, y donde conversaban las siete esposas del rey; se afirma que vivían en gran armonía. Ahora mismo, también se puede contemplar la larga y ancha avenida que conectaba la plaza del templo con la parte baja del cerro.
Siquillapucara fue la capital del reino Huanca por espacio de casi medio milenio; allí debieron vivir casi más de quince mil habitantes. Fue la residencia de los más altos dignatarios y funcionarios del reino. Cuando, en 1460, Túpac Inca invadió el valle del Huancamayo, en plan de conquista, Siquillapucara fue la última ciudad en rendirse al militarismo cusqueño. Viejos documentos todavía inéditos, cuentan que los huancas de la capital del reino, fueron vencidos por el hambre y la sed, ya que sus provisiones se agotaron. Pero una vez derrotados sus heroicos defensores fueron deportados en masa a la región septentrional de Chachapoyas. Hombres y mujeres salieron abandonando sus tierras y moradas, lanzando agudos alaridos de dolor y desperación. Pero la orden fue cumplida y la vieja y monumental  capital huanca quedó despoblada para siempre. Desde entonces solo hierbas y sabandijas conocen de su desgracia del abandono. Sin embargo la ira del vencedor no quedó allí; Túpac Yupanqui ordenó derribar casas, palacios y templos. Todo fue echado por los suelos, salvo seis u ocho habitaciones que las dejaron intactas para la eterna memoria de la gloriosa ciudad huanca.

La arquitectura huanca


El nombre de huancas fue conocido desde el período de los estados regionales y organizaciones tribales (1000-1460 d.C.) un numeroso grupo étnico que tenía su hábitat en los territorios de las actuales provincias de Jauja,Concepción y Huancayo. Los huancas surgieron al declinar el apogeo expansionista del imperio Wari; fue entonces cuando más de setenta ayllus unidos por la creencia de un origen común en la pacarina de Wariwillca, lograron ser unificados políticamente por un caudillo cuyo nombre se perdió en la historia. Primero fue convertida en una gran nación y luego en uno de los más poderosos reinos de los andes centrales, como los chancas, lupacas, etc. Era un pueblo guerrero, cuya economía estaba basada en dos sectores: La agricultura en los valles y quebradas, y la ganadería en las tierras altas de la puna. La mayoría de su población estaba radicada entre Yanamarca y Tunanmarca y en el valle mismo del Jatunmayo o Huancamayo; llamado desde 1782 valle del Mantaro, lugar donde todos se dedicaban a la siembra y a la cosecha de maíz, papas y otros productos agrícolas. Solo una minoría permanecía en las punas, cuidando centenares de rebaños de llamas. 



Era un pueblo guerrero, cuyas ciudades casi siempre estaban fortificadas y edificadas en las cimas de los cerros. las casas eran de gran perfección geométrica, con plano en forma circular y de 1.50 a 2 metros de altura. 
Las paredes estaban construidas con piedras irregulares, poligonales, labradas por las caras exteriores. La argamasa que la unía era de arcilla, cal y arena molida. En cambio las paredes interiores estaban sin pulimentar, los muros las preferían de doble pared: uno externo, de piedras pequeñas, poligonales y pulimentadas; y el interno, más grueso y menos labrado. El objetivo del muro era dar solidez a los edificios y proporcionar belleza al exterior de ellos. Las puertas casi siempre fueron trapezoidales y muy pocas las rectangulares, pero todas mejor labradas que las paredes. El dintel, invariablemente, era un bloque rectangular. Las casas constantemente, fueron cilíndricas, en forma de cono truncado, anchas en la base y un poco angostas en lo alto, muy raras eran las ovaladas y cuadradas. Esa fue la razón para que las casas de los huancas estuvieran aisladas unas de otras, dando la apariencia de torres o de chulpas. En la parte superior de las paredes había una o dos ventanas pequeñas, seguramente para la aireación y quizás también para la observación; las ventanas grandes no fueron usadas. Los techos eran de madera de jenñual, quishuar y aliso cubierto con paja, pero no escaseaban los de bóveda falsa, hechas con losas de piedra, unidas con el citado mortero. Muchas de esta calidad todavía subsisten en Tunanmarca. Las casas fueron de una sola habitación y por lo común de un solo piso, cuyo diámetro fluctuaba entre 1.50 y 2 metros: ambiente demasiado estrecho para la residencia de una familia nuclear. De ahí que las casas huancas, más que viviendas o residencias eran alcobas o refugios. Sus dueños en el día preferían estar en los campos y no dentro de ellas salvo durante las lluvias.
Loa huancas edificaron sus casa para dormir y refugiarse y no para vivir. Las casas presentaban el mismo el mismo estilo y las mismas proprciones; a todas las levantaban empleando la técnica de la pirca, pero la del jatuncuraca era más grande y refinada que las demás. 
También construyeron algunas casas de dos pisos, como las de Shutuy y Pachaayllu en Jatunsausa. Asimismo Cieza y Cobo, estas habitaciones circulares servían de tumbas a sus moradores. Fuera de esa calidad de viviendas también utilizaban chozas y cuevas.    
Como las casas o habitaciones circulares eran independientes unas de otras, su aglomeración dio como resultado un pueblo amorfo. Los espacios que separaban las viviendas unas de otras eran estrechos pasadizos; no había calles. Pero cada Llacta o pueblo huanca sí tenía un  templo y una plaza para sus danzas y fiestas. 
Preferían levantar sus ciudades y casas en las cumbres y laderas de los cerros, pero también hubo algunas edificadas en el valle, tal como sucedió con Patancoto y Cotocoto, cuyas ruinas pueden verse ahora. 
Los graneros, a veces circulares y los demás de ellos cuadrados, en columna de a uno, siempre los edificaron en las faldas y cimas de los cerros, semejando a la distancia ser chulpa o torres funerarias. Los construían en esos sitios para aprovechar el viento y el aire helado para la conservación de sus granos y tubérculos almacenados en ellos. Algunos cronistas como Cieza por ejemplo, confunden con pueblos y casas a estas colcas. 
En suma podemos afirmar que la arquitectura doméstica y religiosa de los huancas no llegó al grado refinado de Chimor, ni de Chincha. Todo fue sencillez entre los pobladores del hoy llamado Valle del Mantaro. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

La alianza hispano-huanca contra los incas a través de las fuentes escritas

Para el Perú no existen textos en Runasimi que nos comuniquen la visión de la conquista, como si ocurre en México, en cuyo idioma nativo transmitieron el profundo sentir de sus conciencias frente a la invasión española. Todas las informaciones que hasta ahora se han hallado, fueron escritos en castellano, puesto que los autores se vieron obligados a solicitar los servicios de algún funcionario español para que las redactara, de conformidad a la versión que les transmitían a través de un intérprete. Las informaciones de Guacrapáucar y de Cusichaca, pertenecen a este género. 
Don Felipe Guacrapáucar y Don Francisco Cusichaca fueron dos curacas principales de la nación huanca, quienes en 1558, aunados con Don Carlos Apo Alaya, otro señor huanca, dictaron para que las escribieran un escribano, unas memorias sobre el colaboracionismo de ellos en el apaciguamiento de la sublevación de Francisco Hernández Girón. Querían, entonces, el pago justo de todos los gastos hechos en ella. Pero sus pedidos fueron remitidos al Consejo de Indias, para su consulta y que fueron archivados. El hecho motivó, años más tarde, un viaje especial de los tres curacas a Lima; pero no solos, sino con testigos y todas las de la ley. 
Viajaron decididos a llevar a cabo una información mucho más detallada que los simples memoriales o memorias de 1558, para exponer todos los servicios y la integridad de la ayuda que los huancas habían brindado a los españoles desde 1532 hasta 1560 y 1561. 
Cada uno de los tres curacas principales de la nación huanca, en 1560 y 1561, hicieron una información sobre su alianza con los españoles. Se escribieron tres informaciones: Hananhuanca, Lurinhuanca, Jatunsausa. La primera se ha extraviado, las otras dos hacen referencia a la colaboración total de las tres sayas o parcialidades en que estaba dividido el grupo étnico de los huancas. 
La pérdida de los informes de Hananhuanca debió ser notable, ´prueba de ello puede hacer la afirmación que hace Guamán Poma de Ayala donde dejó un dibujo del Apo Alaya Chuquillanqui, curaca de Hananhuanca, apresando a Francisco Hernández Girón, exhibiéndolo como uno de los más decisivos auxiliares en aquella campaña. Del colaboracionismo de Hananhuanca, pues apenas existen dos documentos directos: La memoria de dos páginas de 1558 y el relato de Guamán Poma (1615?). Ambos se refieren a las provisiones dados por el Apo Alaya durante la pacificación de Hernández Girón. 
Don Felipe Guacrapáucar llegó a Lima, con un manojo de quipus, en la segunda quincena del mes de junio de 1560. El 23 del mismo dirigió un pedimento (escrito que se presenta ante un juez y en el que se pide una o varias cosas) a la Audiencia. Solicitó, a nombre de un anciano padre, realizar ante los oidores una información o probanza acerca de la actuación del Apo Don Jerónimo Guacrapáucar y de la saya de Lurinhuanca, desde 1533, año en el que se aliaron con Francisco Pizarro. la solicitud fue aceptada;  y la información fue recibida ante le oidor; el licenciado Saavedra. Don Felipe Guacrapáucar se presentó con diecisiete testigos, algunos de ellos de gran prestigio en el Perú debido a sus avanzadas edades y porque residían muchísimos años en estas tierras. Declararon por ejemplo: Pedro de Alconchel, Beatriz de Saucedo, Doña Leonor Palla y Doña Inés Yupanqui, cuatro testigos de excepción, por cuanto habían actuado desde la llegada de Francisco Pizarro a Cajamarca en 1532.  
Otro testigo presentado por Don Felipe Guacrapáucar, es el capitán Juan de Larrinaga Salazar, el mismo que en 1565, fundaría las reducciones indígenas de Santa Fe de Jatunjauja, San Jerónimo de Tumán y Santiago de León de Chongos. También hay que destacar a Damián de La Bandera, ex visitador del Valle de Huancamayo y gran conocedor de la geografía regional.
El 26 de agosto de 1560 se terminó de escribir y recibir la información de Don Jerónimo Guacrapáucar y de la saya de Lurinhuanca, a pedido de Don Felipe Guacrapáucar. Ese mismo día, solicitó una copia de ella para llevársela a España. 
En cambio la información de Jatunsausa iba ser realizada por otro curaca y un año después la de Lurinhuanca. Efectivamente en 1561, Don Francisco Cusichaca, curaca principal y titular de la saya de Jatunsausa, como heredero directo de su padre el Apo Manco Surichaqui, quien se había aliado con Pizarro en 1533, se puso de acuerdo con dos curacas más de su misma saya: Don Diego Ñaupari y Don Cristóbal Canchaya. El resultado de sus conversaciones fue un viaje a Lima, para apersonarse en la Audiencia Real y exhibir en ella otro enorme manojo de quipus también, anudados y guardados en Jatunsausa con religioso cuidado desde febrero de 1533, fecha en la cual Apo Manco Surichaqui envió sus mensajeros a Pizarro hasta Cajamarca. Los curacas huancas y también los jatunrunas, habían comentado siempre, en conversaciones públicas y privadas, sobre la existencia de esos quipus y fundamentalmente de su contenido. Allí figuraban toda la ayuda material que sus antepasados y ellos mismo habían dado a los españoles desde 1533 hasta 1534. Para los jatunsausas, era necesario presentarlos a la Audiencia, deseaban que las autoridades recompensaran de algún modo tanta ayuda brindada por ellos a los conquistadores. 
Viajaron a Lima llevando en sus chuspas los largos y hermosos cordones que contenían la historia de la alianza hispano-huanca. Así mismo iba avivando la memoria para recordar los sucesos del pasado y poder ampliar las informaciones que meditaban realizar al respecto. 
Don Francisco Cusichaca se presentó ante la Real Audiencia el 6 de setiembre de 1561, junto con Ñaupari y Canchaya. Y ahí, en la mesa del escribano Francisco López dejaron un memorial.
Manifestaron que no lo presentaban en nombre propio sino de todos los jatunsausas. A su memorial acompañaban unos capítulos de setenticinco puntos, donde figuraban todos los sucesos ocurridos en Jatunsausa desde 1533 hasta diciembre de 1554. Era una detallada información, según sus recuerdos, de los auxilios dados por los jatunsausas a lo largo de ese lapso. Todo ello querían los curacas demostrarlo con las declaraciones de testigos andinos y españoles. Por lo tanto los setenticinco capítulos no eran sino otras tantas preguntas, bien y ampliamente estructuradas. Conjuntamente con los setenticinco capítulos iba una memoria, en la cual se había hecho la transcripción de los quipus. En aquella memoria se especificaban las más mínimas cosas que los jatunsausas dieron a los españoles, desde 1533. Por entonces la saya de Jatunsausa era la encomienda de Gómez de Caravantes. 
Cusichaca y sus dos paisanos presentaron su pedimento, sus capítulos y su memoria a la Audiencia. Con ello demostraban que su intención era realizar una probanza al respecto, para la cual tenían abundantes testigos. Pedido que la Audiencia lo aceptó y comisionó para su recepción al licenciado Alvaro Ponce de León. Pero como Don Francisco Cusichaca era indígena y por consiguiente, considerado menor de edad, fue necesario que nombrara apoderados. Estos fueron dos:  Francisco de la Torre, procurador de causas en la misma Audiencia, quien se hallaba ausente; y el otro, Alonso Mescua; ambos españoles. Como Don Francisco Cusichaca no sabía hablar el castellano ni escribir, se hizo entender mediante un intérprete mestizo llamado Pedro de Alvadán. 
La presentación y juramentación de los testigos duró varios días. Empezó el 6 de setiembre de 1561 y acabó el 15 del mismo. Los testimonios comenzaron a recibirse el 19 de aquel mes, ante Don Alvaro Ponce de León, oidor de la Audiencia; la última declaración fue recibida el 7 de octubre. Duró pues diecisiete días, fueron presentados quince españoles y un huanca de Jatunsausa. Pero de todos los españoles, dos eran de excepción: Pedro de Alconchel, el trompeta de la conquista y Diego de Ribera "el viejo", testigos presenciales de los hechos fundamentales de la alianza hispano-huanca. El testigo jatunsausino, monolingüe y analfabeto, también es otro de los testificantes extraordinarios; se llamaba Don Baltazar Canchaya, un notable huanca de la citada saya de Jatunsausa. Había nacido en 1523, de manera que a la llegada de Pizarro tenía ya diez años de edad. Además había conocido y tratado al Apo Manco Surichaqui, el célebre curaca de Jatunsausa que se alió con los españoles, cuyos actos no solo había visto sino también oído repetidas veces a sus paisanos y familiares. El fue el único testigo que declaró bien y ampliamente, casi desde el primer al último capítulo del interrogatorio. 
El interprete que tradujo los quipus y las declaraciones fue el indígena noble Don Martín. Y una vez acabada la información, el 13 de octubre de 1561, Don Francisco Cusichaca solicitó una copia de ella. Lo que en efecto se le dio, certificada con la firma y sigla del escribano Francisco López; la deseaba para enviarla también a España, al rey mismo, para que lo leyera y se enterara de las hazañas de los huancas de Jatunsausa a favor de Pizarro y del rey de España.






Teorías sobre la caída del Imperio Inca

La visión de que 160 españoles y 60 caballos, sin ayuda de nadie pudieron conquistar el Imperio Andino, compuesto de varios de miles de soldados y de millones de pobladores, en un tiempo muy corto, ha hecho meditar a muchos investigadores. ¿Cómo explicarse que un puñado de invasores españoles hayan derrotado a miles de soldados andinos y luego subyugar a millones de pobladores?
Se han propuesto distintas teorías acerca de la caída del Tawantinsuyu; pero dos son las más difundidas:
a) El absolutismo exagerado del Estado Inca, que había convertido en autómatas a los tributarios andinos, al extremo de que caída la cabeza dirigente (el Inca) se vino todo abajo.
b) La situación social  y política de los reinos señoriales conquistados por los emperadores del Cusco. 
Esta última teoría hace resaltar el colaboracionismo de los señores étnicos, quienes lo hicieron para vengarse de antiguas rivalidades interseñoriales y también para salvaguardar el status socio-económico en que se desarrollaron dentro de las estructuras andinas y asimismo por la oposición que reinaba dentro de las clases sociales dominantes. 
c) Otras de la teoría muy difundidas sobre la destrucción del Imperio Inca, fue la división existente entre el ejército y la clase dirigente en dos bandos: Los de Waskar y los de Atawallpa, que valen decir entre Hurin y Hanan Cusco respectivamente; provocando una cruenta guerra civil, de la que se aprovechó Pizarro, ayudando al uno contra el otro y viceversa, hasta hacer desaparecer a los dos y quedarse él como único gobernador de todo el territorio. Esta teoría aún se acepta hasta el día de hoy.
Pero también hubieron investigadores que se preguntaron ¿cómo es que los araucanos, los chichimecas y otras tribus de cultura marginal no pudieron ser conquistadas con la misma sencillez que en el Perú y México? Esto ya se interrogaron el cronista Cieza en 1553 y Acosta en 1590.
Autores tan antiguos como Cieza y Acosta, y investigadores modernos sostienen que los araucanos no fueron subyugados fácilmente y no fueron conquistados nunca por los españoles, porque no habían formado señoríos. No habían tenido reyes a quienes obedecer, porque jamás habían estado sometidos a dominio extranjero; eran personas libres, su régimen socio-político y económico de nomadismo les incitó a combatir posibilitando la resistencia. Si estuvieran estructurados en señoríos, como los de México y Perú, se habrían derrumbado fácilmente; porque entregado el rey absoluto estaba cedido todo. Entre los araucanos no existía jerarquización social; allí los jefes no eran hereditarios sino elegidos, según la valentía y la fuerza. El jefe no hablaba en forma personal, sino que su palabra era la expresión del pueblo y su sentir el sentimiento de la masa. 
Las sociedades no señoriales, las organizadas sin estratificación clasista, son las que resisten al intruso o invasor; en cambio las etnias estructuradas en señoríos, como sucedió en los Andes, se desenvuelve en un ambiente contrario. Podemos afirmar que los españoles callaron la asistencia y alianza de los señores étnicos para no perder la encomiendas; si ellos hubieran manifestado que el Tawantinsuyu fue conquistados por los mismo nativos andinos para entregárselos a los españoles, entonces ¿con qué derecho habrían reclamado gratificación de servicios a la Corona española?
Para entender y explicar el ocaso del Imperio de los Incas es imprescindible estudiar el estado social de los diversos señoríos étnicos del mundo andino y el señorialismo feudal traído por los españoles. Porque de las fuerzas que se originan del encuentro de esos dos esquemas mentales, dependió la caída rápida del Imperio Inca.
En tal sentido debemos analizar cuál era la situación política de los curacazgos o señoríos étnicos que integraban el Tawantinsuyu. ¿Qué pensaban los jatuncuracas de los incas? ¿Cómo juzgaban la política económica y social impuesta desde el Cusco? ¿Estaban resignados con la conquista incaica? ¿Qué actitud tomaron los jatuncuracas y señoríos étnicos ante los españoles? ¿Cómo les recibieron? ¿Qué vieron en ellos?
Al contestar estas interrogantes, podremos comprender que la fácil conquista por un pequeño grupo de aventureros y su tecnología moderna es un mito; la desintegración del Tawantinsuyu se debe a la rivalidad señorial de los curacas andinos y a la oposición de éstas al dominio del Cusco. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Las primeras exploraciones de los europeos al Tawantinsuyu

Siempre se había atribuido a Pizarro, desde el punto de vista europeo, el título de de descubridor del Perú de los Incas; pero investigaciones con nuevos documentos, según los trabajos de barón E. Nordenskiöld, que sostiene que un portugués y no un español habría sido el primero en cruzar los linderos del imperio incaico, mediante una incursión de guaraníes que invadieron la parte suroriental del actual territorio boliviano, entre los años de 1522 y 1523.
Lo cierto es que los incas tuvieron noticias aunque confusas de las primeras exploraciones que Balboa realizaba en el golfo de Panamá desde 1515, y quizás con mayor seguridad desde 1526 en que llegaron a la Bahía de San Mateo y tomando una indefensa balsa de comerciantes tumbesinos. Fue en abril de 1528 que los incas descubrieron a los españoles cuando éstos merodeaban el litoral de Tumbes y un Apo (orejón) quien era un funcionario de la región, que subió a la embarcación extranjera.
Los antiguos peruano tuvieron la oportunidad de examinar de cerca a dos hombres, un negro y un blanco, cuya presencia en la playa y pueblo de Tumbes les causó más curiosidad que admiración. El primero por su negrura de su color y las gracias que hacía y el segundo por su brillante disfraz metálico con cimera emplumada, que ante la mirada risueña del señor de Tumbes, trató de sorprenderlos para hacerles creer que el arcabuz que traía era una extraña divinidad que lanzaba fuego, pero el astuto curaca, descubriendo el engaño, dejó confuso al soldado cuando vertiendo un vaso de chicha en el caño aún caliente del arcabuz, le pidió cordialmente que disparara de nuevo. 
En los meses posteriores, hasta agosto de 1528, los demás pueblos de la cota vieron también, deslizarse sobre el mar a la pequeña embarcación española y con más detalle a sus tripulantes que bajaron para proveerse de agua y alimentos,  como después al propio Pizarro cuando a instancias de una terca apu llana (jefe local), se vio precisado a bajar a tierra casi por la fuerza y muy temeroso de caer en una celada, para compartir con ella en una improvisada fiesta que le había preparado en homenaje a su visita. 
Este famoso encuentro, casi ignorado en los manuales de historia, fue en realidad tan importante y trascendental que decidió la suerte del imperio Inca, cuyas riquezas y la prosperidad de sus pueblos decidieron a los europeos y sin vacilación alguna, decidieron a emprender la invasión de estas tierras para la corona española, sin sospechar siquiera que el largo litoral que habían recorrido hasta el valle del Santa y los pueblos del Cusco, Chincha y Tumibamba (Tumipampa), que tanto habían oído nombrar; fueran los centros más importantes, nada menos que del mayor imperio que se había organizado en la América andina.
Cuando Pizarro retornó a Panamá, después de diez años de ausencia, luego de su viaje delirante y mostró a sus temidos acreedores las riquezas increíbles y las cosas extrañas que había traído, todos ellos quedaron deslumbrados y a instancias de la codicia soldadesca, emprendió su viaje a España, para que el rey autorizara las conquistas de estas nuevas tierras, que empezaron a ser conocidas oficialmente con el nombre de las "provincias del Perú", como sinónimo de ilusión, aventura y fortuna.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Conquista y consolidación del imperio de Pachacuti

Pachacuti organizó tres ejércitos; uno al mando de Apo Mayta fue a Huamanga; otro, capitaneado por su hermano Cápac Yupanqui, se preparó para sojuzgar hasta Chincha. Y el tercero bajo su propio comando, se pertrechó para maniobrar en apoyo de los dos anteriores. Así fue como se consolidó la conquista de Sora, Parisa, Quinua, Tayacaja, Ancarae, Chocurpu y Pariguanacocha. Su hermano y jefe militar Cápac Yupanqui se enrumbó hacia la conquista de la costa y anexó Nazca, Chincha, Lunaguaná sobre Mala e Ishmay (Pachacamac-Rímac); lo que le significó cuatro años de campaña. Mientras por los Andes, Apo Mayta conquistó Quinua, Parisa, Tayacaja y Ancarae.
Pachacuti visitó Tanquigua, fundando allí la Llaqta de Vilcashuamán. Continuó al norte y en Pomacocha nació su hijo Amaro Yupanqui, ya que los incas acostumbraban hacer expediciones y viajes en unión de sus esposas. Pronto pasó a Quinua, de donde retornó al Cusco. Acto continuo, fue a conquistar Acos (Sur del Cusco), trasladando su población, en gran parte, a Tanquigua y Quinua (mitmas).Por ese tiempo falleció el anciano Inca Wiracocha, hecho que motivó las ceremonias fúnebres.
 Después de la campaña al Chinchaysuyu se llevó a cabo la primera expedición conquistadora al Collasuyu, con el fin de contener a los reinos Colla y Lupaca, cuyos jefes, Chuchi Cápac y Apo Cari, se hacían llamar incas. Los derrotó gracias a las pericias del general Apo Conde Mayta, el cual dejando guarniciones de mitmas, gobernadores y espías para el efectivo control del país anexado, prosiguió hacia el Sur hasta someter Pacaje, en uno de cuyos parajes pudieron contemplar los escombros de lo que otrora había sido la célebre Taipicala (Tiwanaku).
Por le Oeste mientras tanto, conquistaban Contisuyu, hasta Camaná (Arequipa). En tal ocasión intentaron los Hanan y Hurincusco retornar a Taipicala, el terruño de sus más remotos antepasados, lo que fue imposible por diversas razones de índole táctica y estratégica. 
En aquella época también se revelaron los cuyos y cahuiñas; a iniciativa de los primeros planearon asesinar a Pachacuti, y en efecto un ollero lo turbó de una pedrada, causándole una herida indeleble en el cráneo. De haber triunfado  cuyos y cahuiñas habrían proclamado su liberación. Pero como no sucedió, se les castigó ejemplarmente devastando sus aldeas, matando a unos y deportando como mitmas a otros. 
Sin pérdida de tiempo emprendió la segunda campaña del Chinchaysuyu, confiándola a la habilidad y experiencia de su hermano el general Cápac Yupanqui, que persistió conquistando por ese rumbo. Con la colaboración de los guerreros chancas derrotó a los Huancas, Huarochirí, Yauyo, chucurpu, Atapillo, Canta, Tarma, Chinchaycocha, Checra, Cajatambo y Lampacollana. Cuando había vencido a los huaylas, los chancas se le fugaron del tambo de Huaraz, internándose por Conchucos, a Moyobamba, como medida precautoria para salvar sus vidas, pues Cápaca Yupanqui tenía pensado masacrarlos, debido a la importancia que iban adquiriendo. 
Cápac Yupanqui llegó a zonas más distantes, por los andes septentrionales hasta Cajamarca,  conquistando previamente Conchuco y Huamachuco. 
Por el Este, llamado el Antisuyu, otros efectivos avanzaban hacia Marcapata (Carabaya), en cuya oportunidad conspiraron los Collas, los cuales, después de dominados, fueron conducidos a Tambo para edificar los andenes y aposentos de Pachacuti, al igual que la fortaleza. Amaro Yupanqui fue el que reprimió a los collas, venciéndolos en la batalla de Lampa. Tales hechos coincidían con el nacimiento de Túpac Yupanqui (hijo de Pachacuti) en el Cusco.
Posteriormente se hizo una segunda expedición al Collasuyu, en la cual Amaro Topac y Páucar Ushno, hijos de Pachacuti, conquistaron e incorporaron Quillaca-Asanaque, Charca, paria, Caracara, Pocona, Chuy y Chicha (Tarija). Amaro Yupanqui se lució como un gran conquistador.
Los ejércitos Pachacuti y Amaro se apoderaron de Yanaguara, Chumpivilca y Arone, en cuyo tiempo un terremoto destruyó las aldeas y cultivos de la actual región de Arequipa. El propio Inca se trasladó allí, haciéndola repoblar con mitmas y fundando la llaqta de "La Chimba". 
Hacia 1468, cuando Pachacuti tenía más de 60 años de edad y 30 de reinado, nombró como heredero y sucesor a su muy querido hijo Amaro Yupanqui, uno de los 100 hijos de Pachacuti, con el cual estableció un correinado. Pero Amaro resultó un joven desmesuradamente prudente y amable, con un apego infinito a la agricultura y arquitectura; virtudes inapropiadas en una época de irresistibles actividades bélicas, intirgas y represiones. 
El correinante se le dio el sobrenombre de Amaro Inca Yupanqui; se casó con Chimpu Ocllo a la edad de 26 años.
Si bien es cierto que Amaro Yupanqui conocía el arte militar y los mecanismos de la administración estatal, el Estado imperial en plena formación, más requería un hombre de acción enérgica en el campo de la guerra para conquistar y reprimir. Y de tales atributos carecía Amaro Yupanqui. Pese a ello se le mandó a develar un alzamiento provocado por el rey colla (Asángaro/Juliaca). Y precisamente allí fue donde demostró carecer de toda cualidad para dirigir y controlar un Estado; claro que los Hanan y Urincusco reprimieron la conspiración, pero gracias a la estrategia de su hermano Auqui Yupanqui y otros. 
Su ineptitud guerrera frente a los collas fue comentada por sus parientes y estrategas y la derrota que sufrió a manos de los guaraníes en la frontera Sureste hizo que Pachacuti optara por retirarlo del correinado y nombrara a Túpac Yupanqui, otro de sus hijos con Anahuarque, como su heredero y nuevo correinante.
La destitución de Amaro Yupanqui fue honrosa; incluso se le permitió que instituyera su panaca (ayllu real) o linaje, puesto que tenía numerosas esposas e hijos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Las primeras conquistas de Pachacuti

Fundado e instaurado el imperio, Pachacuti emprendió sus expediciones de conquista y anexión de territorios. Su primera acción fue atacar a la dirigencia Ayarmaca, llevándose acabo algunas batallas, hasta que en la última de Huamancancha la derrotó en forma concluyente asolando los ayllus ayarmacas; capturó al Tocay Cápac, a quien lo puso en prisión perpetua. De esta manera extinguió el reino de Ayarmaca fragmentando a su población y territorio en tres pequeños señoríos, cada cual libre del otro como simple cacicazgos, quedando desarticulados y abatidos; se les permitió el rango de incas simbólicos o de privilegio con uso de orejeras y pelo corto. 
Pachacuti y sus sucesores querían borrar de la historia el nombre Ayarmaca; y lo habrían logrado si es que 95 años más tarde no se produce la invasión española, tiempo muy corto para borrar de la memoria a tan importante reino. La pacarina o punto de origen de los ayarmacas fue considerado como el quinto ceque (líneas o rayas que partían de la ciudad del Cusco) del Chinchaysuyu. Por igual, al octavo ceque del Antisuyu, en lugar de llamarle Collana, Payán y Cayao, se le decía Ayarmaca. Pachacuti permitió que a los sobrevivientes derrotados tomar a su cargo la fiesta de Omarraime (agua y lluvias); y juntamente con los ayllus de Oma, Quivios (Cusco) y Tambo la celebración del huarachico (ritual que implicaba el paso de la niñez a la vida adulta). Siguieron pues, conservando cierto rango en la organización del Cusco.
Con su hermano Inca Roca sometió a los tambos (el futuro Ollantaytambo, que como los incas, descendían de otra rama de emigrantes de Taipicala. Velozmente se conquistó y anexó a los cuyos, luego a los tres señoríos de Amaybamba, Vitcos y Vilcabamba incluyendo Piccho (Machu Picchu). Después sometió a las etnias Cugma y Huata, gobernadas por Páucar Topac y Poma Lluqui. A 16 leguas del Cusco, subyugó a los señoríos o ayllus de Huáncara y Toguaro. 
En su reinado de 33 años (1438-1471) iba a extender sus dominios territoriales por el norte. Él mismo pensó anexar a los curacazgos y reinos de las tierras del actual Ayacucho. Sus hazañas eran tan descollantes que los señoríos Cotapampa, Cotanera, Omasayo y Aymarae (hoy región de Apurímac) acordaron someterse pacíficamente. 
Pachacuti emprendió su primera gran campaña dirigida al Chinchaysuyu, para plasmar la destrucción final de los chancas (Andahuaylas) y tomar posesión de su área nuclear. Sólo halló resistencia en la fortaleza de Curamba. Para concertar la paz regaló al jefe vencido una palla (señora de la nobleza) del Cusco, en calidad de esposa. En seguida con sus generales Apo Maita y a la cabeza de sus tropas, que incrementaba con los guerreros de las etnias que iban conquistando, intervino e incorporó a los soras, lucanas y chalcos, apresando a los curacas Guacralla y Puxaico. En el espacio de los Tanquiguas, éstos se refugiaron en la fortaleza de Auquimarca con la esperanza de resistir,pero fue en vano.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Pampa de Ayacucho



El campo en que se libró la batalla de Ayacucho, se denominaba así, Ayacucho y no Quinua. En los partes de batalla de los jefes de los ejércitos combatientes, en la capitulación firmada por Sucre y Canterac en la tarde del día de la batalla, así como en las memorias de los jefes que participaron en ella, se da el nombre de Ayacucho al campo en que se dio la batalla del 9 de diciembre de 1824. Para perpetuar este nombre, entre otras disposiciones, el Congreso peruano por ley del 12 de febrero de 1825 dispuso que: Será reconocido en adelante el general del Ejército Unido Antonio José de Sucre, con el dictado de Gran Mariscal de Ayacucho, por la memorable victoria obtenida en los campos de ese nombre". y Bolívar por decreto del 15 de febrero de 1825, cambió de nombre al Departamento en que se encuentra la pampa y a la ciudad en cuya cercanía está, para perpetuar el nombre del lugar en que se obtuvo la victoria que afianzó para siempre la independencia total de la República y decretó: "El Departamento de Huamanga será denominado en adelante Departamento de Ayacucho". "La ciudad de Huamanga, capital de ese Departamento, llevará la denominación de ciudad de Ayacucho". Quinua es el nombre del pueblo que queda en un extremo de la pampa.

 

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