Por lo general se habla, en la historia tradicional de "Guerras civiles entre los conquistadores", un concepto que no es aplicable, debido a que una guerra civil es un conflicto entre vastos sectores de un país y en su propio territorio. Los conflictos ocurridos entre los bandos militares que participaron en la invasión al Tawantinsuyu (pizarristas y almagristas), solo representan pugnas de intereses en el mismo sector español, por la repartición de los tesoros, territorios y poblaciones, asaltadas por las huestes hispánicas.
No existen diferencias ideológicas, ni diversas propuestas en el sistema económico feudal que ambos bandos pretendían implantar. José Carlos Mariátegui nos dice: "los conquistadores no se preocuparon sino de distribuirse y de disputarse el botín.....se repartieron tierras y hombres".
La repartición de tierras, así como las encomiendas (repartición de los grupos de nativos sometidos a la servidumbre feudal en beneficio del encomendero), se produjo de manera irregular y sin equidad alguna.
Pizarro, sus hermanos y sus allegados favoritos, recibían siempre la mejor ubicación, relegando a los almagristas; gracias a la Capitulación de Toledo, que se dio un 26 de junio de 1529, que autorizaba a Francisco Pizarro asumir la gobernación de las encomiendas y tierras en la 200 leguas del sur del actual Ecuador y que alcanzaba aproximadamente hasta Mala y Cañete (Lima); pero en 1534, por instancias del Consejo de Indias y con la firma del rey Carlos I se redefinió tal autorización, ampliándole a Francisco Pizarro 70 leguas más hacia el sur en lo que ahora es Chincha (Ica) y concediendo autorización de 200 leguas desde Chincha hacia el sur a Diego de Almagro.
A la gobernación de Pizarro se le llamó "Nueva Castilla" y a la de Almagro "Nueva Toledo". El Consejo de Indias, organismo especializado de la Corona española para la administración y defensa de sus intereses en las colonias, no contaba con los medios tecnológicos para definir si la ciudad del Cusco, ubicada en el mismo paralelo en que está Chincha, pertenecía a Nueva Castilla o a Nueva Toledo.
La expedición de Almagro a la actual Chile en 1535, con el apoyo del cusqueño Inca Paullo (hermanos de Waskar), resultó un fracaso. Almagro decepcionado retornó al Cusco en momentos en el que se producía la rebelión de Manco Inca (1537) y el cerco del Cusco. Su regreso resultó oportuno para los pizarristas y determinante para que Manco Inca tomara la decisión de retirarse a Vilcabamba por los miles de nativos cañaris y chachapoyas que respaldaban a Almagro. Sin embargo Almagro no había vuelto al Cusco para apoyar a los hermanos Pizarro, sino para exigir la posesión del Cusco, produciéndose el primer conflicto entre los invasores españoles.
La guerra entre los gobernadores (1537-1538)
Este conflicto se produjo para apoderarse de los territorios, riquezas (oro, plata), campos fértiles y conseguir mejores encomiendas. La causa que desencadenó esta disputa entre pizarristas y Almagristas fue la posesión de la ciudad imperial del Cusco.
Los principales hechos y conflictos son:
- Batalla de Pachachaca (2 de julio de 1537) en Abancay: El triunfo fue de los almagristas, quienes se posesionaron del Cusco y capturaron a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro; éste último logró fugar.
- Entrevista en Mala: Pizarro y Almagro llegan a un acuerdo temporal, hasta que llegue de España un juez de Comisión para dar una solución definitiva al conflicto. Pizarro de momento aceptaba la posesión del Cusco por el gobernador de Nueva Toledo (Almagro), a cambio que liberen a su hermano Hernando; Almagro cumplió con lo solicitado.
- Batalla de las Salinas (6 de abril de 1538) en Cusco: Una vez liberado Hernando Pizarro, se reunió con su hermano; Gonzalo. Juntos organizaron un ejército, desconocieron el acuerdo anterior, derrotan a Almagro y luego lo asesinan decapitándolo.
- Demora del comisionado del Consejo de Indias (1537-1541): El juez comisionado por la Corona española, fue Cristóbal Vaca de Castro, partió de España con una reveladora cédula Real (orden emitido por el rey de España) que lo nombraba gobernador de estas tierras, cuando aún el desenlace fatal entre Pizarro y Almagro era del desconocimiento del Consejo de Indias. En 1538 Almagro fue decapitado, pero su hijo mestizo Diego de Almagro apodado "El Mozo" y su gente llamados "Los de Chile", esperaron inútilmente el arribo de Vaca de Castro, hasta acabar sus reservas y luego pasar a la clandestinidad. Presos por la desesperación, los almagristas decidieron tomar justicia con sus propias manos, con una acción audaz dirigida por Juan de Rada, ingresaron al palacio de Francisco Pizarro y lo asesinaron el 26 de junio de 1541, erigiendo inmediatamente en el cabildo, a Almagro "El Mozo" como gobernador.
La guerra entre Vaca de Castro y Almagro, "El Mozo" (1541-1542)
Vaca de Castro había desembarcado en Buenaventura (Colombia) debido a un temporal, allí se enteró del magnicidio y enrumbó a Lima, con apoyo de las tropas de Alonso de Alvarado y Pedro Álvarez de Holguín, iniciando una implacable persecución contra Diego de Almagro "el mozo" y sus secuaces, a quienes derrotó en la batalla de Chupas (Ayacucho), el 16 de setiembre de 1542 y su posterior ejecución. Pedro de Candia traicionó a "el mozo".
Con este triunfo en Chupas, la corona española accedió al control de todo el territorio peruano y anexos, iniciando el proceso de centralización del poder y sometimiento de los encomenderos feudales a la autoridad central. Esto quedó determinado por las Nuevas Leyes de Indias, promulgadas en Barcelona el 20 de noviembre de 1542.
Estas nuevas leyes de Indias se promulgaron con la firma del rey Carlos I. Allí se establecía como efecto de las críticas de Fray Bartolomé de las Casas, supuestamente en defensa del nativo.
Las nuevas leyes se establecía, según la Real Cédula en lo siguiente:
- La creación de un Virreinato en el Perú
- Creación de audiencias en su jurisdicción
- La supresión del carácter perpetuo de las encomiendas
- La creación de deberes tributarios para pagar a la corona (al convertirse en súbditos los nativos, se inicia el pago de tributos indígena para la corona española).
El marco jurídico de las nuevas leyes era el proceso de centralización monárquico del poder sobre las comunidades de Castilla y los nobles nobles feudales de España, que los reyes Habsburgo venían desarrollando en Europa. Significaban en realidad, una limitación al libre desarrollo del feudalismo en América. Esto motivó a los encomenderos a sublevarse contra la corona y en este caso por el primer virrey, Blasco Núñez de Vela.
La rebelión de los encomenderos (1544- 1548)
El gobernador Vaca de Castro convivió pacíficamente con los encomenderos y el Cabildo de Lima. En mayo de 1544, llegó al Perú en su reemplazo, el virrey Blasco Núñez de Vela, quien a toda costa se propuso hacer cumplir las nuevas leyes; provocando una gran rebelión por parte de los encomenderos, bajo el mando de Gonzalo Pizarro (el más grande encomendero de la época) y del capitán Francisco de Carbajal, llamado el demonio de los Andes.
Los principales hechos fueron:
El 16 de octubre de 1544 los mismos oidores (jueces de la Audiencia de Lima) apresaron al virrey Núñez de Vela y lo deportaron por mar, para luego reconocer al procurador del Cusco, Gonzalo Pizarro, como gobernador del Perú, esta hecho contó con el apoyo de los encomenderos e incluso de la nobleza indígena.
Núñez de Vela fue deportado a España pero desembarcó en el actual Ecuador y organizó tropas leales a la corona, pero fue derrotado por los encomenderos en la batalla de Añaquito o Iñaquito el 18 de enero de 1546; siendo decapitado en Quito, de esta manera los encomenderos desafiaron a las autoridades centrales establecida en España e imponer su autonomía.
En Charcas (Alto Perú), el encomendero Diego Centeno proclamó su lealtad a la corona para obtener beneficios; pero Gonzalo Pizarro envía al demonio de los Andes para perseguirlo y capturarlo. Posteriormente el mismo Gonzalo le da alcance y logra derrotarlo en la batalla de la Huarina (Puno), el 26 de octubre de 1547; pero Centeno decide escapar.
Ante esta rebelión de los encomenderos, el rey Carlos I envió al cura Pedro de la Gasca, con el título de Pacificador y Gobernador.
La Gasca inició en Panamá, los planes para arrebatar a Gonzalo Pizarro todo apoyo, empezó con la flota del Mar del Sur a la cual incorporó al bando real, bajo el mando de Pedro de Hinojosa; luego envió a Lima un comisionado (Aldana), para proclamar la ordenanza de conciliación y arrepentimiento. El propósito era lograr la deserción de los allegados de Gonzalo Pizarro, y unirse al Pacificador La Gasca.
La propuesta incluía varias ventajas, como extender la duración de las encomiendas y mantener el trabajo gratuito de los nativos, esto hizo que muchos encomenderos rebeldes abandonaran el bando de Gonzalo Pizarro.
El 9 de abril de 1548 se produjo la batalla de Jaquijahuana, cerca del Cusco, donde los encomenderos que aún apoyaban a Gonzalo Pizarro se pasaron al bando de La Gasca, porque éste los había infiltrado con el apoyo de la iglesia.
Derrotados Gonzalo Pizarro y Carbajal, fueron ejecutados en el Cusco. El cura Pedro de La Gasca se mantuvo en el poder, gobernando hasta diciembre de 1549, año en que entregó el mando a la Audiencia de Lima.
Para ese entonces, la iglesia en el Perú afianzaba el valioso servicio que prestaba a favor del estado central, proseguía su labor de imposición cultural para asegurar la dominación del nuevo gobierno virreinal en la conciencia del pueblo andino. Fue desde entonces un importante organismo de poder en el Perú, defensor del sistema imperante, importante aliado para el manejo ideológico de las masas andinas sometidas a explotación; la corona española supo siempre recompensar sus servicios.
La rebelión de Francisco Hernández Girón (1553-1554)
Las promesas de La Gasca a los encomenderos que lo ayudaron a derrotar a Gonzalo Pizarro no se cumplieron, debido a que la Audiencia de Lima no atendía sus reclamos. Como una esperanza para solucionar sus intereses, llegó en 1551 el segundo Virrey del Perú (Antonio de Mendoza) pero falleció poco después el 21 de junio de 1552. El poder fue asumido nuevamente por la Audiencia de Lima, que incluso ordenó a instancia del primer arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, el pago por servicios a los indígenas, lo cual constituía una ruptura al compromiso de La Gasca; los encomenderos del Cusco se rebelaron el 12 de noviembre de 1553; capturando al corregidor del Cusco, Gil Ramírez de Ávalos. Su captor era el encomendero Hernández Girón, líder del grupo denominado "los insatisfechos", porque esperaban más recompensas por parte de las autoridades realistas.
Hechos principales:
La Audiencia comisionó al gobernador interino de Charcas, Alonso de Alvarado para someter a los rebeldes, pero fue derrotado en Chuquinga (Cusco), el 8 de mayo de 1554.
El presidente de la Audiencia, Saravia, encargó a los corregidores la formación de un ejército, el cual derrotó a Hernández Girón en la batalla de Pucará, al noreste del lago Titicaca el 8 de octubre de 1554. Girón fue apresado y llevado a Lima; y por orden de Saravia, fue decapitado el 7 de diciembre de 1554.
Consecuencias del conflicto interno entre los españoles:
- Consolidación del proceso centralización, a través de la Audiencia de Lima, sobre la derrotada autonomía feudal de los encomenderos.
- Coexistencia del sistema monárquico de extracción de recursos, especialmente metales preciosos, para el mercantilismo europeo con el sistema feudal, impulsado en los latifundios por los encomenderos en las provincias, quienes quedaron políticamente sometidos a la autoridad central del virrey y al control de los corregidores de provincias.
- Fortalecimiento del papel de la iglesia en le proceso de invasión y colonización, mediante mecanismos de control ideológico en la masa andina, inculcándoles resignación y esperanza en la vida eterna. Destruyeron las creencias ancestrales de los pobladores con el fin de frenar la conciencia colectiva de liberación.
- Desplazamiento de los encomenderos invasores a un segundo plano relegados a provincias, y establecimiento de una nueva casta de burócratas interesados en sus procedimientos administrativos ordenados por el Consejo de Indias, con la consecuente remesa de metales preciosos exigidos por el mercantilismo europeo.
Estas luchas comprometieron a los indígenas a tomar partido por uno de los bandos, fueron utilizados casi siempre para defender los intereses de ciertos grupos de españoles, como en el caso de pizarristas y almagristas. El principal ganador de esta lucha fue el imperio español, sacando de lado a los encomenderos, creación del virreinato del Perú para apoderarse de todas las riquezas que el mercantilismo europeo ambicionaba.