A la muerte de Iván IV "el terrible", en 1584, un período de inestabilidad asoló Rusia. Finalmente en 1613, Miguel Romanov se apoderó del gobierno, inaugurando una de las dinastías europeas más célebres, que estaría vigente hasta 1917, fecha en que el zar Nicolás II fue depuesto. Miguel consolidó la penetración rusa en Siberia y realizó los primeros intentos de conectar el país con Europa. En 1645 murió y fue sucedido por Alejo I, que gobernó hasta 1676. En 1689 ascendió al trono quien verdaderamente le cambiaría el rostro a Rusia: Pedro I "el grande", era aún muy joven, déspota, disoluto y decidido, rápidamente se distinguió como uno de los monarcas más hábiles del absolutismo europeo, haciendo de Rusia una potencia del continente. Pedro I reparó en que su país preservaba demasiadas costumbres de tiempos inmemoriales, provenientes en su mayoría de Asia. La barba larga que solían usar los nobles, por ejemplo, llegó a su fin con este zar, que la prohibió. Pero eso no fue lo más importante. Al darse cuenta que en Rusia no existía industria ni actividad comercial a gran escala, Pedro I buscó, ante todo, la modernización de su país al estilo europeo. De incógnito realizó dos viajes por Europa, donde recorrió fábricas, talleres, escuelas, bibliotecas, entre otros lugares. A su regreso aplicó reformas que le acarrearon resistencias en distintos sectores, pero el monarca apeló a la fuerza para aplacar esos intentos opositores. Los siguientes fueron aspectos claves de dichas reformas:
- Importación de europeos: Un gran contingente de artesanos, científicos, técnicos, ingenieros e intelectuales de Europa fue llevado a Rusia para transmitir sus conocimientos. Ello fue la base del impulso al comercio y a la industria. Se fundó la escuela naval, la escuela de cirugía, la escuela de ingeniería, entre otros centros de aprendizaje.
- Fundación de San Petersburgo: Esta ciudad ubicada a las orillas del río Neva y sobre el mar Báltico, pronto se convirtió en la residencia de los zares.
- Expansión territorial: Se llevó acabo mediante sucesivas guerras contra Suecia, a la que se arrebató territorios que daban acceso al Báltico y contra el imperio Turco Otomano, para obtener un camino hacia el mar Negro.
Pedro I estableció la monarquía absoluta en Rusia, donde su voluntad era ley para sus súbditos. Si bien durante su reinado el país entró en la senda del desarrollo europeo, también este gobernante se caracterizó por su dureza, apelando muchas veces a persecuciones y ejecuciones. Murió en 1725.