En la sociedad medieval de los primeros siglos, la familia asimiló elementos romanos y germánicos, pero más adelante configuró un perfil propio en los siguientes aspectos:
Miembros: La familia abarcaba tanto al núcleo compuesto por padre, madre, hijos, pero también a otros parientes, como tíos, abuelos, sobrinos e incluso esclavos. El padre era el que tenía el predominio en la familia.
Matrimonio: Se celebra en las ceremonias de esponsales. Los padres de la novia recibían una suma como símbolo de su traspaso en favor del futuro esposo. Esto se hacía públicamente y en algunos reinos, como el franco, se establecían cantidades fijas para este derecho. Los matrimonios eran por lo general acordados y se exigía de las novias aceptar la voluntad paterna. Grandes comidas y fiestas se celebraban luego de los esponsales. Los novios eran objetos de presentes por parte de los invitados y finalmente se dirigían a su lecho nupcial. Se consideraba que a los doce años, las mujeres ya estaban en condiciones de casarse.
Adulterio: Aunque frecuentes, episodios de secuestros y de adulterio eran condenados. La influencia del cristianismo provocó que el castigo por adulterio no se restringiera a la mujer, sino que también afectara al hombre.
No obstante en los pueblos germanos se mantuvo la costumbre de mantener concubinas, que eran generalmente esclavas.
Divorcio: Las prácticas del divorcio y separación se mantuvieron durante cierto tiempo, como herencia germánica y romana. Sin embargo hacia el siglo VIII aproximadamente, la iglesia las prohibió definitivamente.
Crianza: Si bien variaba, según el sector social, en general se realizó con distinciones entre mujeres y hombres. Las primeras eran educadas para desenvolverse al interior del hogar, mientras que los segundos eran instruidos para labores más duras, frecuentemente relacionadas con la actividad a la que se dedicaba el padre, si se trataba, por ejemplo, de campesinos, comerciantes o artesanos. En la aristocracia, la preparación militar solía ir acompañada de una educación monástica, donde se aprendía a leer y escribir, en un sistema institucional que seguía los preceptos de Carlomagno.