Las terrazas maiceras en el Cusco y en cualquier otro lugar del área andina tenían como fin primordial la labranza de este grano para la élite dirigente y gobernante, no con el fin de alimentar a la población; sino para acumular este producto de gran prestigio y apreciado para los actos de retribución de servicios a guerreros, administradores y acllas, y concederlo como regalo a nobles de la metrópoli o provincia. Es por tal motivo que los andenes o terrazas fueron obras dirigidas y mandadas a producir por los grupos de poder, quienes para lograrlo, aprovecharon infinidad de tecnologías que ya los antiguos peruanos conocían.
A medida que el imperio se expandía, iban confiscando tierras laborales y la preocupación del Estado Inca era procurar sembrar maizales ya que cualquier acto de retribución o redistribución sin algo de maíz era considerado incompleto, lo mismo ocurría con las plantaciones de coca.
Fuente: Los Incas de Waldemar Espinoza