Desde la época de Julio César en el mundo romano se empezó a hablar de los bárbaros. Este nombre fue dado a los grupos humanos que formando tribus habitaban al norte y este del imperio, en los bosques y llanuras de la Europa Central y Oriental.
Comparados con los romanos, ciertamente los bárbaros estaban en un estado de atraso cultural. Vivían de la caza y ganadería, trasladándose continuamente de un lugar a otro en procura de mejores territorios.
Varias familias formaban una tribu, se diferenciaba de otra por el territorio que ocupaba. Cada tribu reconocía un jefe, y en tiempo de guerra se agrupaban varias para elegir a sus capitanes.
Todo adulto entre los bárbaros debía ser guerrero. La cobardía y la traición eran castigadas con la muerte.
Con el correr del tiempo varias de esas tribus fueron estableciendo aldeas, al aficionarse por la agricultura. Pero no abandonaron la ganadería y la caza, sus principales ocupaciones. Nunca llegaron a edificar ciudades.
Al crecer en número tuvieron la necesidad de ganar territorios, recurriendo a la guerra. Primero guerrearon entre sí y luego volvieron los ojos al imperio romano aprovechando su crisis para empezar a invadirlo.
Las victorias posibilitaron las conquistas del botín. Los jefes se reservaban para sí la mayor parte y al acumular riquezas terminaron por diferenciarse de la masa de guerreros, formando una clase superior o nobleza. Aparte del poder económico, esta clase pronto acaparó el poder político. Así en las reuniones de la tribu, donde antes habían tenido voz y voto todos los guerreros, al final sólo decidieron los nobles, entre quienes fueron elegidos los reyes.
Hacia el siglo V las principales agrupaciones de bárbaros pertenecían al tronco germánico, amenazando el imperio romano. A su vez habían sido expulsados de sus primitivos territorios por los hunos (guerreros nómades de las estepas asiáticas). Existían además los eslavos, pobladores del a franja oriental del Vístula. Cada una de estas agrupaciones reunía multitud de subdivisiones, pero habrían de terminar convirtiéndose en grandes reinos. La gran oleada invasora se inició el año 406 d.C. al cruzar la frontera del Rin masas de guerreros germánicos, cambiando totalmente la situación del Imperio romano y de Europa en particular. Venían empujados por el avance depredador de las hordas de los hunos.
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