Eran muy solemnes las fiestas que se realizaban en la coronación de los incas, en que se hacía uso de gran cantidad de vasos de oro y de plata y muchas figuras pequeñas de llamas hechas de los mismos metales, gran suma de ropa de cumbi, grande y pequeña, muchas conchas de la mar de todas clases, mucha plumería y un millar de llamas que eran sacrificadas.
El sumo sacerdote sacrificaba a un niño de seis a ocho años y pronunciaba la siguiente oración ante la imagen de Wiracocha: "Señor, esto te ofrecemos, porque nos tengas en quietud y nos ayudes en nuestras guerras, y conserves a nuestro señor el Inca en su grandeza y estado, y que vaya siempre en aumento, y que les des mucho saber para que nos gobierne". Concurrían a esta ceremonia los curacas de todo el reino y se hacía en presencia de los dioses y huacas del imperio.
Fuente: Historia del Perú Antiguo a través de la fuente escrita por Luis E. Valcárcel.
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