jueves, 19 de abril de 2012

Invasión española al Tawantinsuyu


Francisco Pizarro participó junto a Núñez de Balboa el saqueo a Panamá y estuvo presente cuando el joven Panquiaco avivó la codicia de los invasores hispanos con sus narraciones sobre la riqueza de un reino austral más allá del río Virú.

La misteriosas denuncias por parte del español Enciso contra Balboa ante el nuevo gobernador de Panamá, Pedro Arias Dávila (Pedrarias), azuzadas por Pizarro, provocaron la muerte de Balboa. Pizarro se convirtió en Teniente Gobernador de Pedrarias; abusó de su cargo con el propósito de asegurar el fracaso de cualquier intento de otros navegantes de explorar las opulentas tierras del misterioso reino austral. Fue así como Pascual de Andagoya, Juan Basurto y Becerra pagaron con sus vidas la osadía de adelantarse a Pizarro.



En 1524 Francisco Pizarro decidió explorar personalmente dichas tierras antes de que otros se le anticipen a la invasión.

Fue así como reunió en Panamá a Diego de Almagro, conocido comerciante y poseedor de pertrechos y al cura Hernando de Luque, amigo cercano de Gaspar de Espinoza (vecino de Panamá y rico desde el saqueo de Punta Boricua y el Golfo de Nicoya, en Centroamérica).

Llegaron a un acuerdo para asumir responsabilidades: Como capitán de la expedición, Pizarro; como proveedor de suministros, Almagro; y el dinero lo proporcionaría Luque, aunque en realidad era el testaferro de Gaspar de Espinoza, el verdadero financista de la expedición.

El pacto fue formalizado ante un notario en 1526; estableciéndose una empresa invasora después de comprobar la factibilidad del proyecto.Mientras eso ocurría en Panamá, Díaz de Solís, exploró en 1525 los actuales países de Paraguay, Bolivia y Perú; logrando avanzar sin saberlo a las provincias periféricas del Tawantinsuyu, pero murió ajusticiado por los pobladores andinos, por sus saqueos y violaciones, sin llegar a reclamar su derecho de descubridor.  los viajes de Pizarro fueron los siguientes:


Viaje de exploración

Por la prematura, Pizarro se embarcó en una sola nave con 40 hombres, que fueron dejados en Puerto Piñas. Almagro retornó a Panamá por provisiones, estas tropas capitaneadas por Pizarro exploraron las costas de la actual Colombia. Luego esperaron los pertrechos en un lugar al que llamaron Puerto del Hambre, donde fueron cercados por una tribu; lograron escapar de ésta pero fueron emboscados por el Cacique del Fortín de las Piedras. De este lugar se fueron a la playa Chochama y allí esperaron a encontrase con Almagro, pero éste los buscaba por las tierras del Cacique  cuyos guerreros lo atacaron, perdiendo un ojo; en represalia Almagro, incendiC el lugar, llamado desde entonces Puerto Quemado.

Después de encontrar a los soldados de Pizarro en Chochama, Almagro regresó a Panamá donde se sumó a la empresa, enviado por el gobernador Pedrarias, con la condición de que Almagro, sea capitán adjunto y garantice la inversión del gobernador. Este hecho hizo que iniciara tempranamente las rencillas con el capitán Francisco Pizarro, las cuales se agravaron en el segundo viaje, con el pleito de Atacamez.



Viaje de descubrimiento

A partir de Chochama las huestes invasoras prosiguieron la campaña reforzados en 1526, con la inclusión de mercenarios como Pedro de Candia, Alonso de Molina y del experto navegante Bartolomé Ruíz de Estrada, quien aportó a la empresa su propia embarcación. El navío de Bartolomé podía adelantarse para recoger vestigios e informaciones sobre el codiciado reino austral y así alertar a los capitanes, y éstos diseñen correctamente la estrategia de invasión.

Alcanzaron el río San Juan, de allí Bartolomé  Ru-z inició el recorrido exploratorio de las costas más meridionales, llegó a cruzar la línea ecuatorial, donde alcanzó a ver una balsa de nativos tallanes. Movido por el hallazgo inicia la persecución hasta la bahía San Mateo, donde finalmente los capturaron, pero no regresó a tiempo al punto de encuentro donde los soldados lo esperaban con impaciencia.

La tensión y la hambruna fueron insoportables. El descontento de los mercenarios por los alimentos y las quejas por las difíciles condiciones terminaron por exasperar a los caudillos, en Atacamez, donde casi se produce un duelo anticipado de lo que sería la guerra civil entre Pizarro y Almagro. Sin embargo, Almagro se embarcó en búsqueda de pertrechos hacia Panamá, portando sin saberlo un mensaje de auxilio al interior de un ovillo de lana, probablemente escrito por el soldado Saravia que termina con el siguiente cuarteto: "Pues señor gobernador, miradlo bien por entero que allá va el recogedor y acá queda el carnicero".

Al llegar a Panamá, Almagro se dio con la sorpresa de que Pedrarias, el protector de la empresa, había sido destituido y ejecutado por el nuevo gobernador Pedro de los RCos, la esposa de éste recibió como obsequio de Almagro algunos adornos arrancados de los pobladores nativos, incluyendo la madeja con el mensaje secreto, el cual no tardó en ser descubierto. Entonces el gobernador de los Ríos ordenó la captura de Almagro y el rescate de los expedicionarios, nombrando para tal fín al capitán Juan de Tafur.

Mientras tanto Bartolomé Ruíz retornaba al punto de encuentro con Pizarro, llevando consigo a los jóvenes tallanes, bautizados como Felipe, Fernando y Francisco a quienes denominaban despectivamente como Filipillo, Fernandillo y Francisquillo. Por sugerencia de Ruíz, los invasores fueron a la isla del Gallo con el fin de esperar el retorno de Almagro con las provisiones, pero quien llegó fue el comocionado Tafur con la orden de conducirlos de vuelta a Panamá. Al ver peligrar su lucrativa empresa Pizarro protagonizó una escena que la fábula ha immortalizado como "Los Trece de la isla del Gallo", quienes supuestamente cruzaron una línea trazada por Francisco Pizarro para definir quiénes querían seguirlo y quiénes querían volver. Al final llegaron a un acuerdo conveniente, para ambas partes.

A pesar que Ruíz de Estrada era uno de los más empecinados en continuar, se vio obligado a pilotear su embarcación y regresar a Panamá con el resto de los que optaron por retirarse, traer refuerzos, pertrechos y desembarcar previamente en la isla Gorgona. Al grupo de los trece, más Pizarro y dos esclavos, se unió Almagro con refuerzos. Continuaron a pie, por la ruta descrita por Ruíz, llegaron a la bahía San Mateo, donde descubrieron, en 1528, la Fortaleza de Tumbes. Pizarro envió a Alonso de Molina con un esclavo para que dibujase lo explorado, lo cual resultó tan extraordinario que mandó un segundo grupo conformado por Pedro de Candia y Felipillo. Estos útlimos confirmaron la noticia de la existencia de un imperio rico en oro. Pizarro se da cuenta de la magnitud del hallazgo, y avanza hasta llegar a la desembocadura del río Santa, de donde decide retornar a Panamá.



Viaje de la invasión definitiva

Con la certeza que existiría una cultura avanzada y de un imperio rico e importante como el azteca, que ya Hernán Cortés, su primo, había invadido, Pizarro y sus secuaces decidieron formalizar sus derechos con una capitulación que es un documento oficial la cual facilitaba, mediante autirización real y bendición de la iglesia. Una capitulación les permitiría expresamente contar con el apoyo del Estado para vencer cualquier traba u oposición de las autoridades cloniales en América, el despojo que estaba a punto de cometer se iniciaba con dicha capitulación.

En 1529, los socios de la empresa invasora reunidos en Panamá decidieron enviar a la Corte Real un representante para que gestione la capitulación.La misión recayó en Pizarro quien, como primo de Hernán Cortés, obtuvo de él una recomendación para comparecer ante el rey Carlos I (también conocido como Carlos V de Alemania) pero éste no pudo atenderlo personalmente pues debía viajar por cuestiones político-militares del imperio a Italia; el rey dispuso la especial atención al Consejo de Indias y que su esposa lo firmara (la reina Isabel, hija de Manuel I de Portugal) en su representación. En el acuerdo, las condicones más favorables fueron para la Corona; los nombramientos y honores, especialmente los ingresos económicos, eran satisfactorios para Pizarro, mas no para sus socios (Almagro y Luque).



La capitulación de Toledo

La capitulación fue suscrita en la ciudad de Toledo, el 26 de julio 1529. En este documento no solo se plasmó la autorización para el proyecto de invasión al nuevo continente y la traición de Pizarro contra sus socios. El Consejo de Indias avaló gustoso la propuesta ambiciosa del representante de la empresa, Francisco Pizarro, con el propósito de concentrar los privilegios de poder en sus manos y de esta manera instigar los celos de los otros conquistadores contra Pizarro. La Capitulación de Toledo originó posteriormente un enfrentamiento entre Pizarro y Almagro.

Así, la capitulación concedía a Pizarro los cargos de Gobernador, Capitán, Alguacil Mayor y Adelantado, embajador del Rey, con un ingreso anual de más de 700 000 maravedíes; mientras que Almagro, al quien le correspondía el cargo de Adelantado para conservar el equilibrio, fue nombrado solo alcalde de Tumbes (fortaleza en ruinas por la guerra civil entre Waskar y Atawallpa), con un ingreso anual que apenas llegaba a los 300 000 maravedíes.

El cura Luque sufrió igual afrenta, pues ambicionaba ser propuesto por el Regio Patronato como Obispo de América y sólo lo nombraron Obispo de Tumbes, con un ingreso anual de 1000 ducados.

Los "Trece del Gallo" que arriesgaron su vida y su patrimonio fueron nombrados "Caballeros de la Espuela y Capa Dorada" conocidos como los "Trece de la Fama". Pero ellos: Cuéllar, Soraluce, De la Torre, Alcón, Ruíz de Estrada, Nicolás de Rivera y Cristóbal de Peralta, tenían la esperanza de hacerse acreedores de encomiendas (gobernadores de indios) y de mercedes  (repartimientos de tierra) con los cuales lucrar, en el marco del sistema feudal, reconocimiento que les podría conceder Pizarro (nombrado Marqués Gobernador), siempre y cuando le sean leales de manera personal (códigos feudales).

Para Almagro y los suyos, el panorama se tornaba gris y más aún con la llegada de los hermanos de Francisco Pizarro: Hernando, Juan, y Gonzalo Pizarro, además de su hermano materno, Martín de Alcántara Gonzalez.

Es necesario detallar los acuerdos establecidos en la Capitulación de Toledo, estos fueron:

  • Derechos de la Corona al Quinto Real, es decir, a los metales preciosos y al botín obtenido en las campañas.
  • Derechos de la Iglesia, a resultas del Patronato Real que la corona ejercía sobre ella a cambio de riquezas y poder, y que se encontraba bendecido por el Requerimiento, ceremonia de lectura de un documento papal exigiendo a los nativos la aceptación del rey y el bautismo, que en el fondo consistía en un mecanismo de control ideológico, para asegurar la subordinación del pueblo andino, caso contrario, la masacre sería justificada por los europeos, atribuyéndose la defensa de la religión católica.
  • Declaración tácita de guerra por parte de la Corona española contra el imperio andino (Tawantinsuyu), cuya realización quedaba a cargo del Capitán, General y Marqués Gobernador Francisco Pizarro González y sus tropas.
Estos acuerdos nos permiten entender cómo la expedición dirigida por Pizarro (empresa privada) se convirtió en una invasión militar del Estado español y de los Habsburgo contra los Incas, quienes en esta etapa se debatían en una serie de luchas internas, las cuales facilitaron el triunfo de los españoles. Dicha invasión se realizó con el tercer viaje. Pizarro al mando de 198 hispanos, apoyado de ciento de esclavos negros de guerra, nativos centroamericanos y miles de guerreros andinos (cuyos curacas se querían liberar del dominio inca), llegaron al Antiguo Perú.

El plan de invasión fue rápido y audaz. De Panamá pasaron a la bahía de San Mateo y a Coaque (1531), de allí al golfo de Guayaquil. En la isla de Puná se produjo el primer enfrentamiento entre los hispanos y punaeños del Incanato, estos últimos dirigidos por el curaca Tomala; el refuerzo de Sebastíán de Benalcazar y luego los 50 jinetes de Hernando de Soto neutralizaron al curaca Cacalami; pero, al mismo tiempo, como respuesta a la invasión se inició la resistencia militar andina, prolongada en todo el ámbito del Tawantinsuyu, como también el colaboracionismo a los españoles. Pero, pese a la fortaleza de los nativos los españoles vencieron. 

Los invasores desembarcaron en Tumbes, donde el curaca Chilimasa les brindó apoyo. Continuaron tierra adentro hacia Poechos en Piura; allí fueron agasajados por el curaca Maizavilca, quien cedió a Pizarro su propio sobrino como traductor, "Martinillo"; pero por otro lado desconfiando de Pizarro, avisó pronto a Atawallpa de la llegada de los españoles. El Inca envió a un noble orejón a Poechos, y comprobó que era un grupo de extranjeros y no dioses como creían algunos.

En Piura, los españoles fundaron San Miguel de Tangarará (1532); en este lugar recibieron noticias sobre el desenlace de la guerra civil de los Incas. En las batallas de Cotapampa y Wanacupampa; Waskar fue derrotado y apresado por las tropas de Atawallpa, éste último se encontraba en Cajamarca.

Pizarro atravesó las tierras del Gran Chimú y se adentró en los Andes, donde esperaba hallar el respaldo de las etnias sometidas por el Estado Inca.

El 15 de noviembre de 1532 llegaron a las cercanías de Cajamarca. Pizarro envió ante el Inca como "embajadores" a Hernando de Soto y Hernando Pizarro, quienes presentaron a Atawallpa las felicitaciones del Capitán General (Pizarro)  y su deseo de entrevistarse con él, al día siguiente, en la Plaza de Cajamarca.

Lo que ocurrió el 16 de noviembre de 1532 en la Plaza de Cajamarca se resume en la infamia y el genocidio. Allí se presentó el cura dominico Vicente de Valverde, con los intérpretes tallanes (Fernandillo y Martinillo) para intimidar al Inca y leerle el requerimiento (anuncio y autorización por mandato divino la conquista de las tierras y el sometimiento de los pueblos nativos que se negaran a ser evangelizados).


Este día se produjo en Cajamarca una batalla que tuvo como resultado la masacre de 6 000 nativos y el secuestro del Inca Atawallpa, quien por su excesiva confianza no tomó una rápida decisión de atrapar a los invasores.
Los españoles inventaron la leyenda de Santiago (El apostol Santiago es una figura legendaria en España, que según la tradición popular ayudó a los hidalgos a derrotar a los musulmanes en la guerra de Reconquista. El Santiago Matamoros se convierte en Santiago Mataindios)  para justificar su triunfo sobre los Incas.

Intereses clericales fueron los que ubicaron a Santiago como razón de ser de la reconquista de la Península y de la conquista del nuevo mundo. De esta manera se realizaba el esfuerzo conquistador para asentar el poder religioso.

Al estar Atawallpa prisionero, tenía temor de que Waskar se uniése a los invasores, después de la entrevista entre Waman Mallqui Topa (representante de Waskar) y Pizarro. Fue así que el Inca prisionero ordenó la ejecución de su hermano, mensaje que fue recibido por Calcuchimac, leal general de Atawallpa. Esta orden se cumplió a orillas del río Andamarca.

Este ajusticiamiento de Waskar por cuesrtiones políticas, fue pretexto para que Pizarro, temeroso de un intento de rescate por los generales de Atawallpa, replantearía la propuesta de asesinar al Inca. Esto se cumplió después de un remedo de un juicio sumario, el cual sentenció al estrangulamiento por garrote y posteriormente a la cremación de su cadáver. Atawallpa se salvó de ser quemado al haber aceptado el bautismo con el nombre de Juan Francisco. El Inca rehusó ir a la Hoguera ya que según expresó, el cuerpo de un Inca es divino y debía ser momificado, para ser conservado y venerado en su panaca. 

Ante un posible levantamiento general de las tropas que obedecían a Atawallpa, los invasores españoles emprendieron la marcha hacia el Cusco, apoyadas por las etnias contrarias al bando Atawallpista; dichas etnias creyeron en las falsas promesas de Pizarro. Con la riqueza obtenida por el rescate (dos cuartos de plata y uno de oro) los españoles nombraron a un Inca títere: Thupa Wallpa,  llamado Toparpa, otro de los hijos de Wayna Qhapaq.

El imperio fue derrumbado brevemente como resultado de las alianzas celebradas por diversos curacas étnicos de los Andes con los invasores europeos,  en quienes veían a sus libertadores. No exisitía en el Tawantinsuyu una unidad nacional ni idea imperial en la masa campesina y popular. Eran una multitud de naciones y curacasgos que sentían diferentes los unos de los otros; pero todos avasallados y dominados por el Cusco (la capital del Tawantinsuyu) cuya burocracia, militarismo y clero no querían trabajar. Los curacasgos ansiaban liberarse con vehemencia.

Entre los grupos étnicos o curacasgos más conspicuos como aliados y auxiliares de los españoles figuran los cañaris, los chancas, los caracaras, cierto sector de cusqueños, entre otros. Pero de todos ellos los que descollaron fueron los huancas y su líder Guacrapaucar.

La alianza de los huancas fue la más sobresaliente debido a la ubicación geográfica equidistante y estratégica entre Cusco-Vilcabamba y Lima, es decir entre la capital del imperio en ruinas y la capital colonial que estaba en plena formación; cada triunfo huanca significaba una victoria más para el colonialismo español del siglo XVI. Los huancas colaboraron con los españoles en: Guerreros, armas, ´víveres, vestuarios y así su apoyo fue cuantioso y determinante, que después por cédula alcanzaron privilegios como no a la servidumbre ni relaciones de explotación.

La invasión española a la Amazonía fue más difícil que al territorio central del Tawantinsuyu y cuya incorporación del territorio amazónico al sistema colonial español fue un hecho político, que significó la apropiación de tierras y de las personas que vivían en el Amazonas; la ocupación se realizó en diversas etapas:

  • Las entradas del siglo XVI (Promovidas por diferentes gobernantes como Pizarro, Vaca de Castro, La Gasca, virrey de Cañete para deshacerse de aventureros que eran causa de los conflictos).
  • Expediciones misioneras de jesuitas y franciscanos del siglo XVII-XVIII.
  • Ensayos tardíos de colonización (Tantamayo).
Entre las principales entradas del siglo XVI tenemos a Chachapoyas y Moyobamba con Alonso de Alvarado por órdenes de Pizarro y luego La Gasca a Bracamoros (Jaén) con Pedro Vergara, a Madre de Dios con Pedro de Candia, a Chunchos (selva central) con Perán Suárez, a Huánuco con Alonso de Mercadillo.

Los españoles creían que en el oriente existía un reino done había más oro que en el Cusco. Este era el pais del "Dorado". La expedición a este territorio costó una fortuna, pero resultó un fracaso completo desde un punto de vista militar.

La expedición de los marañones (1560) fue la segunda expedición española a el Dorado al mando del capitán Ursua acompañado por Lope de Aguirre, éste asesinó a Ursua y proclamó la independencia del Perú, por sentirse engañado por el virrey Andrés Hurtado de Mendoza  de que el Dorado existía; pero luego fue derrotado y murió en el abandono.

Leiner

Historiador de profesión y especialista en informática educativa por convicción.

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