Fue la base de la organización social incaica, su origen es anterior al de los incas, pero ellos supieron incorporarlo a su organización social y económico.
Todos los habitantes del imperio vivían agrupados en conjuntos sociales que se denominaron ayllus. Cada ayllu estaba compuesto por varias familias. Las familias de un ayllu se consideraban solidariamente unidas por una serie de vínculos:
Vínculo se sangre: Todos los miembros de un ayllu tenían un tronco común, se consideraban parientes entre sí. Eran aylluni (parientes de sangre).
Vínculo totémico: El tótem era la creencia y respeto que debían tener todos los miembros de un ayllu hacia el ser natural y sobrenatural que había dado origen a la familia. Era el origen del tronco común. Podía ser un animal, una planta, un rayo, un cerro, etc. o una divinidad.
Vínculo de territorio: La tierra en que vivían los integrantes de un ayllu era trabajada por todos. El área geográfica recibió el nombre de marka; los aylluni se creían todos originarios del mismo lugar.
Vínculo de gobierno: Por el que todos los miembros de un ayllu estaban sometidos a la misma autoridad.
Vínculo económico: En el ayllu se trabajaba solidariamente. Los miembros de un ayllu debían realizar las tareas agrícolas, cuidar el ganado, construir caminos, puentes, andenes y viviendas; este trabajo en común establecía lazos muy fuertes entre unos y otros.
Vínculo religioso y de lengua: Todos debían adorar al Sol, el dios principal del Tawantinsuyu. También debían rendir culto a sus antepasados y a sus familiares muertos enterrarlos en el mismo ayllu; además los miembros del ayllu hablaban un mismo idioma regional, si lo tenían, y como segunda lengua, el runa simi (quechua), que fue el idioma oficial del imperio inca.
Los vínculos que cohesionaban a los miembros de un ayllu fueron tan fuertes, que constituyeron la base del antiguo Perú; sobre el ayllu descansó todo el sistema organizativo incaico. Esta fuerte unión entre los parientes fue el motor de desarrollo económico, cultural y religioso.
Cada ayllu tenía un jefe, el curaca, en tiempo de paz y el sinchi, en tiempo de guerra. Estos supieron impulsar la vida del ayllu, de tal manera que se convirtió en una cédula económica y social viva dentro del imperio. El trabajo en común, organizado y dirigido por un jefe, resultó un factor de aumento del rendimiento y la productividad.
Fuente: Historia del Perú, Rocío Chirinos M. y María Luisa Palacios Mc B.
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