En el mundo andino, en especial el de los incas toda su vida material estaba reproducida en su ideología religiosa. Por lo tanto los dioses, en lo primordial los antropomorfos, tenían la misma conducta que los seres humanos: participaban de sus acciones, afectos, odios, sentimientos y pensamientos; pero en sus dioses tales atributos estaban enaltecidos, sobre todo tratándose de sus divinidades mayores.
Así como los mandatarios en la tierra tenían sus esposas, que eran las coyas y mamacuracas, los dioses también poseían sus mujeres e hijos. Y así los supremos mandatarios se casaban con sus hermanas, los dioses hacían lo mismo; de ahí que el dios Sol tenía como cónyuge a su hermana la Luna; son las parejas divinas. Habían dioses inmortales, como el Ticsi Wiracocha, Pachacamac, el Sol, la Luna, el Rayo, etc. Pero otros fallecían, como Tunupa, que expiró en una balsa cuando navegaba por el sur del lago Titicaca. Dicha embarcación según el mito, al ser llevada por el viento, chocó en la orillas de Chacamarca, abriendo con su proa el río Desaguadero. En honor de ellos componían oraciones y odas e himnos bellísimos, expresando lo que sentían e indicando la función de cada cual, su fe y esperanza frente a ellos, en tal sentido producían una literatura pulida, noble y sincera.
Por lo tanto se ve que la vida y hechos de los dioses no hacían otra cosa que reproducir la vida y acciones de los grupos étnicos. Las guerras entre seres sobrenaturales por ejemplo Pariacaca contra Huallallo Carguancho simbolizan el enfrentamiento de diversos grupos étnicos (Yaros/Yauyos-Huancas), los unos invasores y los otros invadidos; de manera que el estudio de estos mitos permiten establecer la cronología histórica de las etnias. Así ocurre cuando se examinan los mitos de Huamachuco, Huarochirí y de otros sitios visitados por los tristemente célebres extirpadores de idolatrías en los andes centrales desde Huanca a Cajatambo en los siglos XVI-XVII. Es un método idóneo para entender la etnohistoria andina. El dios vencedor personifica a la etnia triunfadora.
Las ideas mágico-religiosas tenían mucho vigor y tales creencias intervenían en todo. Para ellos la religión ofrecía incluso la justificación del origen de la etnia Inca, del Sapainca, del Estado y de la organización general; por eso los dioses tenían sus propiedades territoriales trabajadas por yanas y mitayos, cuyos bienes producidos permanecían administrados por sus respectivos sacerdotes. La magia y religión influían en la totalidad de los aspectos de la vida cotidiana y pública desde los individuos pertenecientes a las clases sociales más bajas hasta los personajes e instituciones del más alto nivel; y desde la concepción y embarazo hasta la conservación del cadáver, e incluso hasta cuando determinaban las rutas de sus conquistas, o las fechas en que debían llevarlas a cabo.
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