Los reyes católicos de España no se sintieron muy seguros de sus derechos sobre las nuevas tierras por el simple hecho de una expedición patrocinada por ellos. Siguiendo la costumbre medieval, acudieron al sumo pontífice, el Papa Alejandro VI, solicitándole una Bula de donación. Así lo había hecho Portugal con las islas del Atlántico y las tierras en el África. El Papa dio entonces una primera Bula el 3 de mayo de 1493 otorgando a España la concesión de las tierras descubiertas hacia el occidente en las mismas condiciones que lo había hecho con Portugal sobre las tierras en el África. Al día siguiente el 4 de mayo de 1493 expidió otra Bula de división de las tierras descubiertas entre España y Portugal.
Según dicha Bula pertenecían a España todas las tierras que se descubrieran al Oeste del meridiano que pasa cien leguas al Oeste de la isla Azores o de Cabo Verde y que pertenecían a Portugal las que se descubrieran al Este de dicho meridiano. Esta división no fue del agrado de Portugal, iniciando reclamos frente a España, dando por resultado la firma al año siguiente en la ciudad española de Tordesillas (7 de Junio de 1494) un tratado por el cual se señaló como línea divisoria el meridiano que pasa 370 leguas al Oeste de las islas Azores o de Cabo Verde. El tratado de Tordesillas modificó la división de las tierras hecha por el Papa Alejandro VI.
Divididas así las tierras del nuevo mundo entre España y Portugal, España concentró su acción invasora sobre los territorios de los dos grandes imperios de América (Azteca e Inca).
Durante todo el siglo XVI fueron estas dos potencias las únicas que se posesionaron de las tierras americanas, esta invasión se inicia con los reinados de los reyes católicos y llegan a su apogeo con el rey Carlos I ó Carlos V.
Obtenidas estas tierra, España pretendía convertirlas en emporios de riqueza, factorías o tierras de explotación comercial. En la Bula del Papa Alejandro VI dice: " Habiendo considerado diligentemente todas las cosas y principalmente la exaltación y propagación de la fe católica como corresponde a católicos reyes y príncipes determinantes, según costumbre de vuestros progenitores, reyes de ilustre memoria, someter a nos las tierras e islas predichas, y sus habitantes y moradores y reducirlos, con el socorro de la divina clemencia a la fe católica." Y más adelante "os mandamos, en virtud de santa obediencia, que así como lo prometéis y no dudamos lo cumpliréis. Por vuestra gran devoción y regia magnanimidad, debáis destinar a las tierras e islas susodichas varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados para adoctrinar a los indígenas y moradores dichos a la fe católica e imponerlos en las buenas costumbres, poniendo toda la debida diligencia en los que habéis de enviar".
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