El Pacarictampu antiguo debe corresponder al sentamiento de Maucallacta y Tamputocco debe relacionarse con el actual Pumaurco. Maucallacta está a 18 Km del actual pueblo de Pacarictambo. Allí residieron muchos años. Su jefes comenzaron a llamarse Apotambos; el último fue el padre de Manco Cápac.
Pacarictampu fue el albergue de los refugiados taipicalas convirtiéndose en un señorío manteniendo la tradición Taipicala; pero a medida que iba creciendo la población las tierras de ese lugar no era suficiente. Sus miradas se dirigían hacia el Cusco y el valle de Urubamba-Vilcamayo; estaban dispuestos a invadirlo y protagonizar guerras si la toma de posesión resultaba imposible por vías pacíficas. La fertilidad de sus valles les incitaba ocuparlos.
Existen indicios de que en Pacarictampu también se produjo la división del grupo migrante, prosiguiendo cada cual por rutas diversas: Los tampus, hacia el extremo norte (hoy Ollantaytambo) y los seguidores de Manco Cápac hacia el Cusco. La figura de Manco empieza a figurar como líder recién en la nación Masca. Este líder aglutinó diez ayllus, mientras que Ayar Cachi, el posible jefe de los tampus, sólo a tres.
El avance de los diez ayllus de Pacarictampu (5 de Anan y 5 de Urin) se realizó en fases sucesivas con espaciadas etapas. Llegaban y tomaban posesión de comarcas, acomodándose aledaños a ayllus autóctonos que hallaban. De Pacarictampu pasaron a Guaynacancha o Huanacancha, permaneciendo allí un tiempo bastante largo, por entonces Manco era jefe político, guerrero y religioso. Ahí tomó como esposa a Mama Ocllo, en mérito al tincunacuspa (servinacuy).
Prosiguiendo con su viaje llegaron a Tampúquiro (ahora Tambuqui), donde nació un hijo de Manco Cápac, por tal motivo se realizaron fiestas rituales que acostumbraban; en ese lugar se establecieron algunos años.
El siguiente asentamiento fue Pallata (en Taray); ahí celebraron la ceremonia del rutochicu o primer corte de pelo de su hijo, a quien le pusieron el nombre de Roca. Después pasaron a Huaysquirro. Prosiguieron el avance y llegaron a Quirimanta, donde contrajo matrimonio con Mama Ocllo de conformidad a los ritos usuales, a parte de la cual tenía otras esposas, entre ellas la aguerrida Mama Huaco.
Posteriormente se trasladaron a Huanacauri, territorio que pertenecía a los ayaruchos (alcahuisas) comandados por Ayar Ucho. En la contienda murió éste defendiendo sus tierras ante el ataque de la etnia Inca; luego de posesionarse de Huanacauri se dirigieron a Matagua punto en el que iniciaron el asedio a Acamama (valle del Cusco) zona con un buen clima, suelo y agua apropiado para la agricultura. Pero como el Cusco estaba habitado por varias etnias: Huallas, sahuaseras, antasayas y los alcahuisas a los que ya enfrentaron. En Matagua celebraron el rito festivo Huarachico, declarando mayor de edad a Roca, a quien le comenzaron a llamar Sinchi Roca: Le pusieron huaras (calzones) y le agarraron las orejas para encajarle pequeños discos de oro que representaban al Sol.
Estos migrantes avanzaban acarreando consigo muchísimas instituciones propias del sur (Taipicala); los ayllus estaban divididos en dos bandos: Anan y Urin. La única diferencia es que los Anan no tenían jefe, por haber sido victimado en la invasión a Taipicala (Tiwanaku). En cambio los Urin venían dirigidos por el sumo sacerdote que debido a las circunstancias, se comportaba como caudillo de ambas mitades.
Manco buscó alianzas con etnias opositoras de las que poblaban el Cusco. Se unió a los saños, cuyo sinchi o jefe llamado Sictiguamán lo acogió con simpatía; el hijo de Manco, Sinchi Roca se casó con Mama Cora, hija del jefe saño, de cuya unión nació un hijo llamado Manco Sacapa. Con tal alianza matrimonial incas y saños comenzaron a fortalecer los acuerdos pactados.
Los huallas se pusieron en pie de guerra; pero fueron derrotados. En dicha guerra tuvo una actuación descollante Mama Huaco; muchísimos fueron empalados por disposición de ella.
Los huallas con su sinchi Apo Cagua, huyeron refugiándose en los lugares llamados actualmente Hualla y Vico, en los valles de Hualla y Pisaj, de clima cálido; no se les dejó regresar al Cusco.
Después de haber despejado de sus tierras y aguas a los huallas, poques, sahuaseras y otros ayllus, los alcahuisas, con su nuevo jefe Copalimaita, le cedieron voluntariamente algunas parcelas más, aunque Manco porfiaba por apoderarse de todas, e incluso de sus propias viviendas.
La decisión de la valerosa Mama Huaco determinó que los invasores tomaran los canales privándoles de riego, con la finalidad de presionar a los alcahuisas para que entregue sus tierras, pero éstos prestaron dura resistencia, obligando a Manco Cápac retroceder a su asentamiento de Huaynapata, que había usurpado a los huallas.
Alcahuisas y sahuaseras se unieron para enfrentar a los incas, pero Manco los volvió a atacar, derrotándolos en forma definitiva, el derrocado Copalimaita eligió el autoexilio que seguir viviendo bajo el dominio y control de los invasores incas; éstos dejaron una parte de terrenos a los alcahuisas que se sometieron a una falsa sumisión. Ambos rivales frecuentemente se enfrentarían hasta la época de Maita Cápac.
Los sahuaseras también fueron expulsados de sus posesiones ubicadas en lo que después se hizo levantar el Inticancha. Sus descendientes existían en 1572, con su residencia al sur, entre esta llacta y Huanacauri, camino al Collao. Allí en la huaca de Ayavilla, estaban las tumbas de sus caciques, junto a la de los alcahuisas.
Los poques fueron arrojados al oriente, hasta la cabecera del río Paucartambo. De ello solo quedó la memoria de su huaca: Poquincancha, cerca al Cusco, en la ruta a Collasuyo.
A los lares se los echó hacia el noroeste, al actual valle llamado Lares, donde continuaron viviendo en humildes chozas. A los antasayas, en cambio, recién en los tiempos de Lloque Yupanqui (siglo XIII) se los iba a expulsar a las afueras del Cusco, quedando con el nombre ayllu Quisco. Pero los alcahuisas como aliados de los primeros incas, ocuparon la parte oeste de la llacta hasta los años de Lloque Yupanqui. (En esta época oprimidos por el aumento de los ayllus de la etnia inca, intentaron un ataque, pero fueron dominados por Maita Cápac, obligándoles a vivir siempre fuera de la mencionada llacta del Cusco. Al parecer desde ese entonces tomaron el nombre único de alcahuisa. De ellos mismos se separó otro ayllu llamado colunchima.
Manco Cápac y su huestes también aniquilaron a pequeñas etnias y ayllus que habitaban en los alrededores del Cusco, como los humanamean que moraba contiguo al Inticancha.
Los recién llegados (Incas) se diferenciaban de otros pueblos; por ejemplo usaban cabello corto dando la apariencia de cabezas rasuradas. Usaban pendientes redondos. El jefe tenía en la frente el símbolo máximo de su encumbrada categoría: La mascaipacha y tupacusi: Una borla de color rojo con hilos de oro. Otras insignias que portaban era el napa (llama blanca), vasos rituales, el sunturpaucar (lanza o pica elaborada con plumajes coloridos sujetos a mimbres y cañas) y el hacha o yauri. Además el ave Inti: Un animal que desempeñaba el papel de mensajero entre los emigrados y los dioses del cielo: Un oráculo. Todo el grupo se autotitulaba Inca, es decir la etnia inca. Se notaba la ausencia del jefe Anan, como consecuencia de su fallecimiento en el ataque a Taipicala.
La ruta del desplazamiento de Taipicala a Pacarictampu y de ahí al Cusco, como se percibe, siguió el mismo periplo que las andanzas del mitológico dios Wiracocha y sus discípulos cuando venían propagando su religión y fe. Tal derrotero debió tener un sentido: Hacer coincidir el rumbo del supremo dios ordenador con la de estos desdichados sobrevivientes, que iban en busca de una felicidad que aún no sabían dónde ni cómo encontrarla en forma definitiva.
Mientras tanto los tampus (tambos) hacían lo mismo, avanzando hasta posesionarse del ahora llamado valle del Tambo, al oeste del Urubamba; ellos se sentían socialmente tan importantes y nobles como el grupo establecido en el Cusco. Sin embargo éstos iban a ser los que restaurarían siglos después el Estado imperial con el nombre de Tawantinsuyu.
Adueñados de las tierras del Cusco, Manco y la etnia inca las ocuparon con el deseo de no salir nunca de ellas; en ese lugar mandó a erigir, en lo que fue la tierra de los sahuaseras, su vivienda y templo, lugar que simultáneamente comenzó a desempeñar cuatro funciones que son las jefaturas civil, militar, judicial y religioso. Era la única autoridad pues aún no se establecía la diarquía. El recinto fue llamado Inticancha. Simultáneamente tomó como esposas a las cónyuges de los sinchis muertos y a otras hijas y hermanas de éstos. Reubicó a los ayllus que habían emigrado bajo su dirección, dando inicio a una hábil propaganda para que los campesinos viesen en él y su grupo a los hijos de dios y consideraran su llegada como un hecho predeterminado por designios divinos, como enviados del dios Sol para ordenar y civilizar a los jatunrunas (hombres del común).
La elección del sitio para levantar su aposento y templo se la llevó a cabo de conformidad a los ritos típicamente andinos: Lanzando con energía el hacha, símbolo de mando que portaba el caudillo. En el lugar donde cayó, según parece esta vez bien hundida, se construyó el edificio para residencia de ese guerrero-sacerdote.
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