Las evidencias histórica demuestran que la etnia Inca era una caravana de emigrantes que se escaparon de Taipicala (Tiwanaku), que aproximadamente a fines del siglo XII de nuestra era, lograron evadirse en busca de refugio en tierras ubicadas al norte de su hábitat primigenio.
Los Tiwanaku fueron invadidos por inmensas oleadas humanas procedentes del sur (Tucumán y Coquimbo), en forma repentina e impetuosa que no le dejaron tiempo para armar la resistencia, estos invasores eran los Aymaras.
Los motivos del desplazamiento de los aymaras de sur a norte y la causa de la caída de los puquima (Tiwanaku) pudieron ser varias. En el caso de los aymaras posiblemente cambios climáticos (baja de temperatura) pudieron llevarlos a un desalojamiento masivo rumbo al septentrión; o tal vez la presión de otros pueblos que a su vez los acometieron y eimpujaron.
Con respecto a los Tiwanaku su declive pudo estar determinado por lo violento e inesperado de la incursión aymara, no dándoles tiempo para organizar la defensa o quizás la aristocracia o jefaturas de los pueblos conquistados y dominados por ellos, coadyuvaron con los invasores dinamizando el derrocamiento. Cualquiera de estos hechos pudieron acaecer. Lo cierto es que el Estado de habla puquina y su capital Taipicala fueron capturados y totalmente destruidos. Las evidencias arqueológicas halladas por Francis de Castelnau en 1845 y más tarde, a fines del siglo XIX, confirmadas por Max Uhle, constatan que Taipicala fue agredida y deshecha cuando estaba habitada y cuando sus alarifes y artesanos trabajaban sin intervalos, construyendo edificios. De ahí que los bloques de piedra, adjuntos y yuxtapuestos a cinceles y otras herramientas, yacían debajo de los muros, listos para ser alzados y colocados en su sitio.
Triunfante la irrupción aymara, el grupo dirigente y dominante de Taipicala fue también perseguido y casi íntegramente asesinado. Por lo menos los líderes de la mitad de Anantaipicala fueron liquidados en su totalidad, logrando huir únicamente los de Urintaipicala, mitad o parcialidad a cuyo cargo era el culto y religión oficial. Desde luego que hubo "provinvcias" puquinas enteras que no fueron arrasadas, como las de Callahuaya y Capachica. La masa campesina no se preocupó por escabullir, actitud que sí era demasiado notoria entre los ayllus que componían la clase dirigente y dominante.
Los jefes Urintaipicala, con cinco ayllus pertenecientes a esta mitad, otros cinco de Anan y tres más de otra parcialidad, dirigidos por le sumo sacerdote, con la finalidad de salvarse fugaron hacia el lago Mamacota o Puquinacocha para refugiarse en la isla de Titicaca, considerada por ellos inexpugnable a causa de su rol mágico y religioso, por ser la ínsula supersagrada de los puquinas. Y efectivamente allí lograron guarecerse y permanecer a la defensiva durante algunos años. Pero cuando los aymaras se consolidaron en el Collao, reiniciaron sus marchas, avanzando por norte y oeste para protagonizar otra invasión que acabaría con la destrucción del Imperio Wari cuando se instauró y consolidó el reino aymara de Lupaca (Chucuito, Juli, Copacabana). Ante la amenaza de éstos, comandada por el caudillo Cari, que avanzaron por Copacabana y Yampupata para meterse y tomar la isla del Titicaca, los sacerdotes y demás ayllus salvados de la hecatombe no tuvieron más opción que salir navegando en balsas de totoras para desembarcar en las orillas del actual Puno (Perú); y de allí continuar una larga, penosa y sacrificada peregrinación hacia le noroeste en busca de un lugar seguro para sobrevivir y proteger la tradición cultural y política de la clase dirigente Taipicala. Quien dirigía la caravana era Apo Tambo, jefe de Urintaipicala; pues el jefe guerrero de Anantaipicala ya no existía al ser asesinado por los invasores durante el ataque.
De Puno prosiguió el éxodo hasta las tierras de los Mascas (S.O. de la hoy provincia de Paruro), deteniéndose en Pacaritampu o Tamputocco. Tal peregrinaje debió realzarse en los finales del siglo XII, y el desplazamiento debió durar un buen lapso de años. pero cuando se detuvieron en las tierras de los mascas. encontraron ahí la pacarina o lugar legendario del origen de los maras, osea la caverna de marastocco. Allí permanecieron por un tiempo, tanto que Manco Cápac, hijo de de Apo Tambo, parece haber nacido en Tamputocco.
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