Este molusco bivalvo de coloración rojiza, cuyo nombre científico es Spondylus princeps fue conocido por las culturas precolombinas de la región, como "mullu". Su concha-extraída de las playas Norte del Perú y Sur de Ecuador para ser comercializada por todo el altiplano, fue tan codiciada en el Tawantinsuyu que durante el período de la invasión española; los cronistas no dudaron en describirla como "el oro rojo de los incas", haciendo un paralelo con el metal preciado por los europeos.
No fueron los incas sus descubridores ni quienes le asignaron ese valor. En culturas tan tempranas como la Chincha, una de las principales actividades era el comercio del mullu. Esta sociedad costeña, por su estratégica ubicación en el litoral y su desarrollada red vial, servía como intermediaria entre los extractores del norte y los consumidores del ande.
El spondylus, desde su descubrimiento, estuvo muy ligado a las divinidades y fue presentado como ofrenda en los rituales de fertilidad de las distintas culturas. Esto se debió básicamente a su aparición en las costas: siendo un molusco de gran sensibilidad térmica y propia de las aguas cálidas, este abundaba en las orillas cuando la corriente del Niño bañaba las costas norteñas; por el contrario, cuando la corriente de agua fría avanzaba más sobre la de agua cálida este producto escaseaba. Así, la presencia del spondylus era indicadora de una próxima temporada de lluvias, lo que para las culturas precolombinas se traducía en prosperidad agrícola; sin embargo, un exceso de éstos era augurio de inundaciones y flujos torrenciales producido por las fuertes lluvias que trae consigo el fenómeno del Niño. Su ausencia en las playas, en cambio, era señal de que se aproximaba una época de sequía. Según los datos obtenidos de la presencia del molusco, los sacerdotes podían planear los ciclos agrícolas para que les fuesen favorables las condiciones climáticas.
Siendo la agricultura uno de los principales sustentos de estas culturas, el mullu rápidamente adquirió gran valor y se convirtió en uno de los productos más preciados. El incario, al lograr su expansión, asimiló las tradiciones de los pueblos conquistados y fue así como la concha rojiza mantuvo su vigencia.
Durante el Tawantinsuyu, el spondylus se empleó de manera exclusiva en dos actividades: Las rituales y las comerciales, al ser tan preciado éste adquirió el valor de una moneda de cambio para regular los trueques. Su uso se extendió por todo el Imperio. Este uso exclusivo se generalizó en zonas que no pertenecían al Tawantinsuyu, pero que sí efectuaban transacciones comerciales con el incario: restos de estos materiales han sido encontrados en zonas de Centroamérica donde no se desarrolla el molusco.
El valor adjudicado a esta especie marina en Indias sorprendió a los españoles, interesados en el oro de las tierras recién descubiertas.
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